Tensión social en EEUU
Trump niega en Kenosha que exista un problema de violencia policial
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
Ricardo Mir de Francia
Donald Trump viajó el martes hasta Kenosha (Wisconsin) para visitar los barrios más castigados por la furia que desencadenó el arresto de Jacob Blake, un hombre negro que recibió siete disparos por la espalda cuando se disponía a entrar en su coche, donde le esperaban tres de sus hijos. Pocas horas después de comparar lo sucedido con una mala jugada en el campo de golf, el presidente negó que exista en Estados Unidos un problema con la violencia policial. “No hay un problema sistémico. La policía hace un trabajo increíble. Hay malas manzanas, están bajo una tremenda presión y a veces se paralizan”, afirmó durante un coloquio con las autoridades policiales locales. El republicano tampoco quiso aceptar que las masivas manifestaciones de los últimos meses hayan sido en gran medida pacíficas.
Trump visitó los comercios chamuscados en Kenosha a principios de la semana pasada y habló con los dueños de una tienda de muebles destruida durante los incidentes que causó este último episodio de brutalidad policial, que reactivo las protestas contra el racismo en todo el país. “Uno de los motivos por los que he venido a Wisconsin es para resaltar el gran éxito que hemos tenido al cerrar una ciudad que de otro modo hubieran incendiado hasta sus cimientos”, dijo Trump tras culpar a las autoridades locales demócratas de haberse negado a hacer frente a los disturbios. Pero una vez más se atribuyó un éxito que no era suyo porque fue el gobernador demócrata de Wisconsin el que desplegó a los 1.500 efectivos de la Guardia Nacional que han restaurado la calma en Kenosha.
Estrategia publicitaria
La caravana presidencial se topó a su paso con simpatizantes y detractores del republicano, estos últimos con carteles de 'Black Lives Matter'. Pero en las primeras horas de la visita no hubo incidentes, después de que las organizaciones de derechos civiles locales decidieran ignorar su visita para no darle la carnaza que aparentemente quería explotar. “Trump ha venido a la ciudad para utilizarnos en una estratagema publicitaria concebida para asustar a la población blanca y ganar votos”, dijo el reverendo Jesse Jackson. “Dejemos que se lo lleve el viento”. El presidente anunció una dotación de 4 millones de dólares para ayudar a reconstruir los barrios afectados y volvió a presentarse como el candidato de la ley y el orden.
No se reunió, en cambio, con la familia de Blake, que sigue en el hospital tras quedar paralizado de cintura para abajo por los disparos del policía blanco Rusten Sheskey. Horas antes del viaje, Trump había comparado este último episodio de brutalidad policial con una pifia en el campo de golf, su deporte favorito. “Quizás podría haber hecho algo diferente, quizá podría haber forcejeado con él, pero es posible que hubiera ido a buscar un arma”, dijo en una entrevista en 'Fox News'. “Pero se bloquean. Como en un torneo de golf, fallan un pateo a tres pies de distancia”.
Asesinatos sin condenar
En esa misma entrevista también se negó a condenar los asesinatos cometidos en Kenosha por uno de sus seguidores, Kyle Rittenhouse, uno de los milicianos de extrema derecha que acudieron a Kenosha la semana pasada a “defender” a la policía contra los manifestantes. Trump sugirió que habría actuado en defensa propia. “Ustedes han visto el mismo vídeo que yo. Parece que trataba de huir, se cayó y fue atacado de forma muy violenta”.
Las imágenes muestran cómo varios manifestantes trataron de reducir al pistolero de 17 años después de que disparara por primera vez con un rifle de asalto. No sirvió de mucho. Un hombre de 26 años y otro de 36, padre de una niña, fueron asesinados por el ‘vigilante’ sin edad legal para portar armas. “Esta noche el presidente se ha negado a rechazar la violencia”, respondió el candidato demócrata Joe Biden horas después de acusarle de querer capitalizar la tensión racial. “Ni siquiera repudia a uno de sus simpatizantes acusado de asesinato. Esta demasiado asustado del odio que ha promovido para ponerle fin”.
No está claro que asustado sea la palabra correcta. Trump sigue a lo suyo, decidido a explotar la fractura racial y a espolear a toda costa a sus bases más radicales. Y entre medio está consiguiendo que solo se hable de la seguridad, toda una proeza en medio de la pandemia y la crisis económica. El lunes también dio también pábulo a la peligrosa teoría conspiratoria de QAnon que ha arraigado en la derecha. El presidente afirmó que la campaña de Biden está dirigida “por gente que opera desde las oscuras sombras, gente de la que nunca has oído hablar”. Y sin aportar ninguna prueba sugirió que habría fletado un avión hasta Kenosha “lleno de matones en uniformes negros”.
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