DERECHOS HUMANOS

Represión en Bielorrusia: "Rompieron la porra golpeando mi cuerpo"

Dos bielorrusos recién excarcelados explican a ELPERIÓDICO su experiencia en prisión tras ser detenidos durante las protestas en Minsk

Vladímir, con las piernas cubiertas de moratons por los golpes de la policía bielorrusa.

Vladímir, con las piernas cubiertas de moratons por los golpes de la policía bielorrusa. / periodico

Marc Marginedas

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"Lo peor era la incertidumbre, pensar que podían hacer cualquier cosa con nosotros". Quien en estos términos se expresa a través del teléfono desde Bielorrusia es Vladímir, un hombre de 49 años que prefiere no decir su apellido ni dar pistas sobre su identidad. Sin que se haya formulado acusación alguna en su contra, acaba de ser liberado del <strong>centro de detención provisional de Okrestino</strong>, donde pasó dos días en una estancia a cielo abierto abarrotada de prisioneros, golpeado de forma recurrente por los agentes y sin probar bocado.

Vladímir fue detenido el lunes a las 9 de la noche. Asegura que no participaba en las protestas y que únicamente se acercó al cordón que formaban las tropas del Ministerio del Interior y que impedían el acceso al centro para preguntarles por la razón del despliegue. "Ellos lo consideraron razón suficiente para detenerme; me llevaron a un microbús y allí esperé hasta las cuatro de la madrugada a que el vehículo estuviera lleno de detenidos", continúa.

De madrugada arribó a Okrestino, donde asegura que les golpearon con porras, a él y a los demás recién llegados "durante una media hora". Después, le introdujeron en una estancia sin techo de unos seis por nueve metros junto a un centenar de presos. "Allí apenas cabíamos; había gente en pantalones cortos, uno ni siquiera tenía zapatos", continúa. No pudieron dormir porque recibieron de nuevo la visita de agentes uniformados que les ordenaron salir y les obligaron a permanecer de rodillas un buen rato mientras registraban sus identidades

Solo agua, nada de comida

Durante las horas en que pasó encerrado, Vladímir asegura que sólo les daban de beber, que no probó bocado y que les llevaban en grupos de 20 personas al lavabo, donde tan solo podían estar unos minutos. Los momentos previos a la liberación también fueron complicados. "Nos obligaron a tendernos en el suelo para aporrearnos de nuevo; nos decían que era la lección que debíamos recordar a la hora de tratar con la prensa".

Sacha, de 18 años, ha vagado por varios centros de detención, tras ser arrestado cuando regresaba a casa sobre las once de la noche del domingo. "Nos apalearon en el mismo autobús", recuerda. Pasó por un gimnasio abarrotado de detenidos antes de llegar a también a Okrestino, donde dormían en una estancia en la que hacía bastante frío por la noche ya que la ventana estaba abierta. "Muchos presos se abrazaban a otros para darse calor", explica. Recibió golpes a mansalva mientras estuvo cautivo, hasta el punto que asegura que, en una ocasión, un agente llegó "a romper su porra" golpeando su cuerpo.