tragedia el Líbano

El hambre y la rabia amenazan Beirut

beirut explosiones libano

beirut explosiones libano / periodico

Andrea López-Tomás

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los restos del puerto beirutí se mezclan con los kilos de grano que volaron por los aires este martes. La emergencia alimentaria se cierne sobre un Líbano ya desgarrado por la explosión de 2.750 toneladas de nitrato de armonio almacenadas en el puerto sin las medidas de seguridad adecuadas. Solo la rabia alimenta a un Líbano que importa el 85% de sus necesidades alimentarias. Pocos creen las palabras del presidente Michel Aoun que no descarta “la posibilidad de una interferencia externa vía cohete, bomba u otro acto” unido a la negligencia como causas de la explosión. El jueves por la noche los manifestantes concentrados a las puertas del Parlamento fueron dispersados por las fuerzas policiales con gas lacrimógeno. 

“Cuando vimos los silos, nos entró el pánico”, reconoce Hasán Bou Habib, director ejecutivo de la cadena Wooden Bakery. La explosión arrojó unas 15.000 toneladas de trigo, maíz y cebada almacenadas cerca del puerto. A su paso también se llevó un molino harinero cercano. La destrucción de los silos, capaces de albergar 120.000 toneladas de cereales, es otra de las maldiciones impuestas al pueblo libanés. “El pan es lo único que puede satisfacer a los pobres: no nos sentamos a comer un bistec con tenedor y cuchillo”, explica un empleado, Haïdar Moussaoui. 

Mientras el pueblo levanta las calles, el presidente Aoun se retracta y pone en duda la negligencia de su Gobierno. "La causa aún está por determinar", ha dicho a un medio local señalando que podría haber sido un accidente o una “interferencia externa”. Esta tarde, el líder del movimiento libanés chií Hezbolá, Hasán Nasralá, ha negado "categóricamente"que su organización tuviera un "almacén de armas" en el puerto de Beirut, como ha circulado en algunos medios de comunicación.

Ante la ausencia de un rostro que colocar en la diana como culpable, decenas de personas se movilizaron durante la noche del jueves a las puertas del Parlamento. Los manifestantes exigían alguna rueda de prensa, alguna autoridad que diera explicaciones, que les guiara en la reconstrución. La respuesta fueron gases lacrimógenos por parte de las fuerzas policiales que causaron algunos heridos, aumentando aún más la tensión. 

Pérdida de infrastructura

El drama humanitario que puebla cada esquina de la ya lejana vibrante Beirut toma distintas formas. La primera ruge desde sus estómagos. La pérdida de la infraestructura del puerto por donde entran gran parte de las importaciones fuerza a la ciudadanía a depender de almacenes privados para comprar el grano. El único silo que los almacenaba hasta ahora se encontraba también al borde del mar. Muchos lamentan tras la explosión que los planes para construir otro silo de granos en el segundo puerto del país, Trípoli, se archivaran hace años por falta de fondos, según la representante de la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

“Nada se compara con el puerto de Beirut, donde el grano se descargaba de los barcos o se sacaba de los silos las 24 horas del día”, lamenta Moussa Khoury, un empresario agrícola que administró el almacenamiento de granos de Beirut en el 2014. “Los puertos de Tripoli [al norte] y Saida [al sur] son más pequeños, lo que significa que la descarga será más larga y costosa” y podría afectar al precio del pan, constata Khoury. La Comisión Europea ha anunciado la reunión de la conferencia de donantes organizada por Francia este domingo para movilizar un contingente de ayuda humanitaria de emergencia. 

El apoyo internacional ha empezado a llegar a Beirut. Primero ha sido Rusia, que está colaborando en las ayudas de rescate en el puerto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido una ayuda de 15 millones de dólares tras lamentar la destrucción de 17 contenedores con material médico almacenados en el puerto como su respuesta a la pandemia de covid-19. También ha mostrado alarma por las más de 300.000 personas que se han quedado sin hogar a causa de la explosión, factor que podría facilitar la transmisión del coronavirus. 

Destrucción de hospitales

Otra terrible cara del drama humanitario es la destrucción de hospitales cercanos al puerto. Cinco hospitales en el área no están funcionando o funcionan parcialmente, según varias agencias de la ONU. Alrededor de unas 500 camas hospitalarias se han perdido en un país que había decretado un nuevo semiconfinamiento la mañana de la explosión ante el aumento de los casos de coronavirus. Desde Unicef, han lamentado los daños causados a 120 colegios de Beirut y zonas aledañas, que afectan a unos 55.000 niños, y la pérdida de sus casas que afecta a entre 80.000 y 10.000 menores.  

Mientras los libaneses se preparan para una gran manifestación para este sábado, Estados Unidos también ha anunciado la donación de 17 millones de dólares como primera respuesta al desastre. “En la medida de que la ciudad y el país se reconstruya, será más importante que nunca la necesidad de proteger los derechos de los más pobres y vulnerables a través de la reforma y la acción colectiva”, ha anunciado Ruper Colville de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos. El drama humanitario también tiene rostro de refugiado en el segundo país del mundo, tras Turquía, que acoge un mayor número de refugiados sirios, con más de 900.000. Muchos de ellos vivían en las zonas más afectadas por la onda expansiva, aunque aún no hay cifras exactas de cuántos de ellos se vieron afectados. 

TEMAS