La delicada situación de la excolonia británica

Puñetazo de EEUU a la economía tambaleante de Hong Kong

La retirada del estatus especial por parte de Trump al territorio autónomo sume a la capital financiera en la incertidumbre

Una calle de Hong Kong el 6 de junio del 2020.

Una calle de Hong Kong el 6 de junio del 2020. / periodico

Adrián Foncillas

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Los analistas valoraban la cancelación del estatus especial económico de Hong Kong como la “opción nuclear” que Donald Trump, presidente estadounidense, no accionaría. La aprobación en noviembre de la pomposa Ley de Derechos Humanos y Democracia en Hong Kong por el Senado fue desdeñada como un guiño a los manifestantes. El escepticismo tenía cimientos sólidos. La soberanía nacional es la línea roja de Pekín y pisarla empujaría las relaciones bilaterales a un punto de no retorno. Influía también el pragmatismo porque quedarían dañadas las 1.300 compañías y la práctica totalidad de los bancos estadounidenses que se aprietan en la diminuta isla.

La inverosímil retirada del estatus especial fue firmada ayer por Trump, quien aclaró que Hong Kong será tratada “como una ciudad china más”. Un par de factores lo explican. Por un lado, la inquietante Ley de Seguridad Nacional aprobada por Pekín, que pone en peligro la autonomía hongkonesa. Por el otro, la calamitosa gestión de la pandemia de Trump, que le empuja a batirse cada día en el campo electoral de la sinofobia con Joe Biden.

Puente entre dos mundos

Se debate estos días cómo afectará a Hong Kong, una víctima colateral del combate entre las superpotencias. La excolonia debe su esplendor a su función de puente entre dos mundos: el chino, con su encorsetado sistema financiero, y el exuberante capitalismo del exterior. Hong Kong lidera las clasificaciones globales de economías libres, cuenta con una silla en la Organización Mundial del Comercio, conserva la primacía financiera asiática y en sus mercados se opera con yuanes, dólares estadounidenses y hongkoneses.

Washington le concede desde 1992 su singularidad respecto al interior, con tratamientos aduaneros diferentes que la han blindado de los aranceles durante la guerra comercial. Algunos expertos sostienen que, sin esos privilegios y con las libertades afeitadas por la Ley de Seguridad, perderá el atractivo para muchos inversores.

Remate final

El puñetazo estadounidense le alcanza a Hong Kong cuando su economía ya estaba grogui tras encadenar las violentas protestas, que devastaron el turismo y las ventas minoristas, y el coronavirus. Ya antes mostraba síntomas de decadencia porque el contexto histórico que permitió su auge ha desaparecido. Su aportación al PIB chino ha caído desde el 18% en 1997, cuando regresó a la Madre Patria, hasta el 2% actual. Las vibrantes ciudades del interior y Singapur discuten hoy su hegemonía.

Los efectos dependerán del celo con el que Washington aplique la ley. “Creo que las sanciones se aplicarán de forma individual y no afectarán a la actividad bancaria”, aventura Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia Pacífico de Natixis. Los esfuerzos de las autoridades por vender como positiva la Ley de Seguridad explican las subidas de la bolsa y el aumento de las salidas al parqué. “La ley, irónicamente, será positiva a corto plazo. A medio plazo dependerá de cómo gestione China su desaceleración estructural porque Hong Kong será mucho más dependiente de ella”, añade.

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