Consecuencias de la pandemia

Los cuatro grandes escollos por resolver de los Veintisiete

Los estados miembros ultiman sus propuestas para dirimir el presupuesto que se destinará en los próximos siete años a la recuperación económica por la crisis del covid-19

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante la presentación del plan de recuperación de la eurozona tras la crisis del coronavirus, este miércoles 27 de mayo

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante la presentación del plan de recuperación de la eurozona tras la crisis del coronavirus, este miércoles 27 de mayo / periodico

Silvia Martinez

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La presentación a finales de semana de una nueva propuesta de compromiso –negobox en la jerga comunitaria- sobre el presupuesto europeo y el nuevo fondo de recuperación marcará el punto de inflexión en la negociación que los Veintisiete tratarán de culminar en la cumbre del 17 y 18 de julio en Bruselas.  Para lograrlo tendrán que superar con éxito cuatro grandes escollos pendientes, además de cerrar un acuerdo sobre el mantenimiento o no de las compensaciones a los países que más contribuyen y posibles nuevos impuestos.

¿Qué volumen de fondos?

Los países ‘frugales’ del norte (Austria, Holanda, Suecia y Dinamarca) quieren un presupuesto para los próximos siete años inferior al propuesto por la Comisión (1,1 billones) y un fondo de recuperación sin transferencias, basado exclusivamente en préstamos. Una posición que choca con la de los países del sur -partidarios de un plan de reconstrucción con ayudas no reembolsables- o con los países de Visegrado (Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa), que podrían presentar batalla si se mete en exceso la tijera a las partidas que más les benefician como la cohesión o la agricultura. 

¿Qué equilibrio entre préstamos y transferencias?

El plan inicial propone 500.000 millones en forma de ayudas y los restantes 250.000 millones como préstamos. Una distribución que no convence a los ‘frugales’ que defienden solo préstamos, "con condiciones ventajosas y largos plazos de devolución”, para no “endeudar a las próximas generaciones" europeas. "Está claro que si uno está del lado de los que van a recibir ayudas es mejor que te den el dinero en la mano y no un préstamo, pero el fondo será más efectivo si se sabe que hay que devolver el dinero", advertía a finales de la semana pasada el ministro sueco de Asuntos Europeos, Hans Dahlgren. Los ‘frugales’ quieren además concentrar el desembolso del fondo en los dos próximos años, frente a los cuatro que propone Bruselas, lo que dejaría un tiempo excesivamente limitado para la planificación y distribución.

¿Con qué tipo de condiciones?

Los países que quieran acceder al fondo tendrán que presentar, antes del 15 de octubre, un plan nacional de reformas e inversiones en el que responder a las recomendaciones de política económica de la Comisión de acuerdo con el procedimiento del semestre europeo. Los países ‘frugales’ quieren condiciones todavía más estrictas de forma que los estados miembros tengan voz y voto en los planes de los estados miembros y haya un mayor control sobre el dinero que gastan. Los del sur, mientras tanto, rechazan de plano ninguna vigilancia al estilo de la troika. A la condicionalidad económica se sumará además una condicionalidad de compromiso verde y digital y el vínculo con el respeto del estado de derecho, algo que rechazan los países de Visegrado.

¿Cuál será la clave de reparto?

El plan de Bruselas propone distribuir el dinero teniendo en cuenta, entre otros, los datos de paro entre el 2015 y 2019. Un elemento que ha generado discordia en el norte que considera que este criterio no refleja el impacto del coronavirus. Para superar las discrepancias, Michel podría dividir las ayudas en dos bloques. El 70% se repartiría hasta el 2022 en función de la clave de reparto de la comisión y el restante 30% a partir del 2023 en base a la caída del PIB durante los dos próximos años.

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