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Argentina endurece el confinamiento ante el avance del covid-19

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Abel Gilbert

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"Vamos a pedirles a todos que vuelvan a quedarse en sus casas y sólo salgan para buscar provisiones desde el 1de julio hasta el 17 de julio en toda el área metropolitana de Buenos Aires". Alberto Fernández no solo anunció con desacostumbrada gravedad la extensión de un confinamiento que comenzó el 21 de marzo. El presidente argentino exhortó a una población cansada de la cuarentena, agobiada por sus costos económicos, a "no bajar los brazos" cuando se acerca la fase más peligrosa de la pandemia. Las autoridades sanitarias decidieron que la capital y su periferia, donde se concentran el 90% de los casos, vuelvan a la fase inicial del aislamiento "preventivo y obligatorio". Hasta el momento, se han contagiado 55.330 personas y fallecido 1184. Pero el gran temor del Gobierno peronista es la capacidad de contención hospitalaria en medio de un "llamativo aumento de la velocidad del contagio", del 147% en los últimos días.

"Objetivamente sabíamos que podía pasar y estábamos preparados para hacer frente", dijo Fernández pero redobló su apelación a la sociedad a acatar responsablemente las medidas.  "Hicimos tanto esfuerzo y otro esfuerzo vale la pena", instó en ese sentido Fernández a los sectores sociales más díscolos a aceptar las restricciones. El presidente dijo "entender" al 25% de los argentinos que se opone a las restricciones. El hastío por el confinamiento busca ser capitalizado políticamente por los sectores de la derecha.

El ansiado horizonte de la desescalada se ha alejado. Las autoridades decidieron que las salidas recreativas de los niños se mantendrán solo los fines de semana. Se cancela la actividad física al aire libre. El transporte público quedará reservado sólo para las personas que realicen actividades esenciales. Se deberán renovar todos los permisos de circulación.

El costo del confinamiento

"Nunca me enamoré de la cuarentena, es el único remedio que conocemos. Estamos enamorados de la vida y por eso la valoramos tanto y nos duelen las personas que dejaron de estar entre nosotros", dijo Fernández frente a las críticas de la oposición. A pesar de que los números de infecciones y decesos son mucho más favorables que lo de sus vecinos (Brasil y Chile rozan los 56.000 y 5100 fallecimientos, respectivamente), el comité de asesores científicos del Gobierno ha advertido que la cantidad de casos diarios, cerca de los 2000 cada 24 horas, informan que la pandemia se acerca a su punto más crítico y pueden colapsar las camas en las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) donde se derivan a los pacientes que deben ser asistidos con respiradores automáticos. En los últimos diez días la demanda de internación en las UTI aumentó un 23%. "Tenemos que hacer algo para frenar la ola de contagios", dijo Fernández al justificar las decisiones adoptadas.

El mandatario consideró en ese sentido que en medio de la emergencia por venir, la capital y sus populosos suburbios, donde existen miles casi 1000 asentamientos marginales, no pueden exponerse al avance del covid-19. Fernández reconoció el enorme impacto en la economía. Se espera una caída del PIB superior al 7%. "El Banco Mundial, no Alberto Fernández, dice que esta es la crisis más grande desde 1870. Es mundial, no es solamente la Argentina", señaló. Pero remarcó que no queda otro camino que el confinamiento. La pandemia "empezó en China, pasó a Europa y a Estados Unidos. Hoy el foco está acá (en América Latina)". La economía, dijo en ese sentido, puede recuperarse. “Lo que lamentablemente no vamos a recuperar son esos mil argentinos que nos dejaron y por esos argentinos no podemos dejar que ese número crezca"