crisis sanitaria global

El coronavirus repunta en EEUU semanas después de la reapertura

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Ricardo Mir de Francia

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La pandemia nunca se fue, pero vuelve a acaparar la preocupación en Estados Unidos a medida que los contagios y las hospitalizaciones baten récords en numerosos estados, semanas después que comenzara la reapertura de sus economías. Aunque el repunte se explica parcialmente por el incremento de las pruebas de diagnóstico, el aumento de los ingresos hospitalarios por Covid-19 sugiere que el levantamiento de las restricciones está teniendo las consecuencias adversas que preveían los epidemiólogos. Algunos estados se están planteando una pausa eb sus planes de desescalada, mientras el pesimismo cunde en las bolsas, que sufrieron la semana pasada sus peores caídas desde mediados de marzo. Menos alarmado parece el presidente Donald Trump, que pretende reanudar esta semana sus mítines de campaña

El número de contagios se ha disparado en más de una veintena de estados a medida que reabrían las playas, los parques naturales, los gimnasios o los restaurantes, en algunos casos, con restricciones de aforo. En Alabama el incremento supera el 90% en la última semana, mientras en Oregón ha crecido más del 80% y se acerca al 60% en Carolina del Sur. Una tendencia particularmente acentuada en los estados del sur y del oeste, desde California a Oklahoma, pasando por Arizona. Las autoridades achacan parte del problema a aglomeraciones que se produjeron durante el puente de Memorial Weekend a finales de mayo, cuando el país volvió a echarse a la carretera como si la pandemia fuese cosa del pasado.

“En algunos estados vamos a tener que enfrentarnos a la cruda necesidad de tener que cerrar nuevamente”, ha dicho el epidemiólogo de la Universidad de Washington, Jonathan Reiner. Lo más preocupante es el repunte de las hospitalizaciones, que están batiendo récords en estados como Florida, Texas, Utah o Carolina del Norte. En su vecino del sur, cerca del 70% de las camas hospitalarias están ocupadas. “Reabrimos demasiado pronto y nuestros hospitales están sufriendo”, ha dicho la alcaldesa de Phoenix (Arizona), Kate Gallego. Algunos gobernadores han optado por frenar sus procesos de desescalada, que están en marcha en todo el país desde principios de mayo. 

Renovada preocupación

No ha ayudado a contener la pandemia las masivas protestas contra el racismo y la brutalidad policial que han tomado las calles desde hace tres semanas, aunque los expertos sostienen que es demasiado pronto para evaluar sus consecuencias. La renovada preocupación que recorre el país tiene como contrapunto el número de fallecidos, que sigue cayendo de forma sostenida. El sábado se quedó por debajo de los 700 muertos, aunque EEUU acumula ya más de 117.000 decesos por Covid-19. Los contagios se acercan a los 2.1 millones, una cifra que sigue haciendo de la primera potencia económica mundial el epicentro de la pandemia. 

“No es seguro que vayamos a tener una segunda oleada en otoño o que vayamos a experimentar un masivo incremento si tomamos las precauciones adecuadas”, dijo el domingo el doctor, Anthony Fauci, el epidemiólogo de cabecera de la Casa Blanca. “Dicho esto, cuando empiezas a ver un aumento en las hospitalizaciones, sugiere que toma forma un fuego al que vas a tener que prestar mucha atención”. Como viene sucediendo desde el inicio de la epidemia, Trump parece mucho menos angustiado que los gobernadores por el curso que ha adoptado la epidemia.

Actividad normal

El presidente mantiene sus planes para celebrar el próximo sábado en Tulsa (Oklahoma) su primer mitin multitudinario desde que el coronavirus dejara en pausa la actividad normal del país. Unas intenciones que preocupan a las autoridades locales. “El covid-19 está en Tulsa y se está transmitiendo de forma muy eficiente”, ha advertido Bruce Dart, director del Departamento de Salud de la ciudad. “Ojalá pudiera posponerlo para una fecha en que la sombra del virus no sea tan preocupante”.

Trump ha sufrido otro revés este lunes, después de que la agencia del medicamento retirara la autorización de emergencia que concedió a la cloroquina y la hidroxicloroquina, dos tratamientos contra el Covid-19 promovidos por el presidente. La FDA ha señalado que no son efectivos o que sus beneficios no superan a sus riesgos.