MÚSICAS CON UN PIE EN LA BARRICADA

Melodía de insurrección

Los disturbios raciales registrados desde los años 60 han inspirado numerosas canciones de toda clase de artistas, desde James Brown hasta Rage Against the Machine, e interpelan a los creadores actuales

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Jordi Bianciotto

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El de 1967 fue el verano del amor en Estados Unidos, según la historiografía pop, pero no todo resultó tan floral: la madrugada del domingo 23 de julio prendió en Detroit la llama de una insurrección de la población negra contra la policía que convirtió la ciudad en un escenario poco menos que bélico, con fuego de ametralladoras y la entrada en escena de tanques. Cinco días a sangre y fuego, 43 muertos y más de un millar de heridos, un trágico balance que poco tardaría en plasmarse en músicas indignadas.

Los disturbios de Detroit se precipitaron tras la entrada de la policía, derribando las puertas con mazos, de un club sin licencia para vender alcohol. Fue la semilla de un descomunal motín en cadena con derivadas en el campo musical: de ahí sacó el ‘bluesman’ Al Smith la inspiración y el arrojo para componer la canción ‘The motor city is burning’ (alusión a la ‘ciudad del motor’, entonces sede de Ford, General Motors y Chrysler). Tema más conocido a través de dos versiones: la más sufrida, de John Lee Hooker, y la airada, del feroz (y blanco) grupo garajero MC5 (siglas de Motor City 5). De aquella insurrección surgieron otros temas, como ‘Black day in July’ (del cantautor Gordon Lightfoot), mientras que ‘Dancing in the street’, de Martha & The Vandellas, no fue compuesta bajo esa luz, pero lo parecía, y así fue interpretada (y celebrada).

Una ola imparable

El sello de este grupo, Motown, era reticente a la politización de la música, pero a partir del verano de 1967, y a más aún a raíz del asesinato de Martin Luther King (6 de abril de 1968: nueva ola de disturbios, ahora de costa a costa, con 46 muertos), no pudo evitar que algunos de sus artistas tomaran partido. En el tránsito de los 60 a los 70, la inocencia de la era pop derivó en un estado mental más pesimista, y lo reflejaron artistas de Motown como The Temptations (‘Ball of confusion’, contra la guerra y la segregación), Marvin Gaye (el espiritual álbum ‘What’s goin’ on’) o incluso Stevie Wonder (el retrato del suburbio de ‘Living for the city’). Tiempos de himnos de afirmación racial: de ‘Say it loud – I’m black and I’m proud’, de James Brown, a ‘Stand!’, de Sly and the Family Stone.

Tensiones que nunca quedaron resueltas y que volverían a aflorar en episodios trágicos como el de Los Ángeles en 1992, cuando se filmó a cuatro oficiales golpeando a un motorista negro, Rodney King. En un par de días murieron 59 personas y otras 2.300 resultaron heridas. El hip-hop ya llevaba algunos años dedicando sus más bellos versos al estamento policial (Public Enemy con ‘911’; NWA con ‘Fuck the police’), y ahí se precipitó otra oleada de canciones acusatorias a cargo de raperos como Ice Cube y Dr. Dre. Y de bandas de nuevo rock como Rage Against the Machine (la sofocante ‘Killing in the name’), y hasta de un ‘vip’ como David Bowie (‘Black tie white noise’).

Revuelta en el carnaval

Europa no queda al margen de este inventario, en particular el Reino Unido, que en los años 70 vio florecer el colectivo Rock Against Racism, reivindicando las músicas venidas de las antiguas colonias, como el reggae, y reclutando a bandas como The Clash. Suya es la furiosa ‘White riot’, pieza que surgió de la trifulca del verano de 1976 en el carnaval afrocaribeño de Notting Hill, aliñada con el lanzamiento de piedras y botellas, y que se saldó con 66 arrestos. The Clash tomaba como modelo la contestación callejera afroamericana y clamaba por la acción directa. “El hombre negro tiene muchos problemas / pero no le importa tirar un ladrillo”.

En España, la ausencia de conflictos comparables a estos no significa que no exista una lírica antirracista. Abunda desde hace años entre raperos como El Chojín (de padre ecuatoguineano) o Frank T, cantautores como Pedro Guerra y Luis Pastor, o bandas de rock: de Barricada (su ‘Oveja negra’ acusa a la policía de ensañarse con los africanos) a Reincidentes (la solidaria ‘Paisa’).

La ola de indignación precipitada por la muerte de Charles Floyd interpela, como las anteriores, a la comunidad artística. Un tierno cantante de góspel, Keedron Bryant, de 12 años, dedica un sentido tributo en las redes que ha resultado viral. Y figuras de más altas esferas se están haciendo oír, como Billie Eilish (que ha escrito un inflamado artículo acogiéndose al colectivo Black Lives Matters), Madonna, Beyoncé, Rihanna o Justin Timberlake. Las voces, quizá, de una nueva remesa de canciones de denuncia y furia que esté por venir.