crisis sanitaria

El avance del covid-19 en Brasil amenaza a los pueblos originarios

Dos niños de la etnia yanomami se asoman tras un muro.

Dos niños de la etnia yanomami se asoman tras un muro. / periodico

Abel Gilbert

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Alvanei Xirixana pertenecía a la nación yanomami que se esparce a uno y otro lado de la extensa frontera que separa a Brasil de Venezuela. Él murió por coronavirus a los 15 años en el principal hospital de Boa Vista, unos 4.600 kilómetros al norte de Sao Paulo. Había llegado a la capital del estado brasileño de Roraima con fiebre y nunca más volvió a su aldea Rehebe, cerca del Uraricoera, el río que los buscadores de oro recorren con sus ensoñaciones de enriquecimiento a toda costa. Los integrantes de esa comunidad que han presentado síntomas fueron aislados y se les están llevando exámenes.

El desgraciado desenlace de Xirixana se conoció el pasado viernes mientras buena parte de Brasil observaba estupefacto cómo su presidente, Jair Bolsonaro, ponía en escena su más alto grado de indiferencia ante la pandemia al rascarse la nariz y luego estrechar manos de seguidores en Brasilia. Los dos episodios están conectados y por eso tanto expertos sanitarios como antropólogos hicieron sonar las alarmas ante la posibilidad de que el covid-19 llegue a las poblaciones más vulnerables. Entre ellos están, naturalmente, los 850.000 indígenas que habitan distintas zonas del gigante sudamericano. A las amenazas de la devastación forestal y minera, los asesinatos perpetrados por los invasores se ha sumado ahora la pandemia.

Los pedidos de ayuda

Hasta el momento, el coronavirus ha matado a más de 1.700 personas e infectado a unas 26.000. Sin embargo, expertos de las universidades de Brasilia y Sao Paulo calculan que Brasil tiene 313.000 casos positivos no reportados. En este contexto, el problema de los pueblos originarios adquiere su dimensión inquietante. Por ahora se han reportado tres decesos y seis infecciones. Al menos 100 integrantes del pueblo Jaminawa se encontraban en la ciudad de Sena Madureira, en el estado de Acre, a unos 2400 kilómetros de Sao Paulo. Retornaron a su aldea como si nada hubiera suscedido. "Estamos preocupados porque llegaron sin ningún diagnóstico. Si alguien alguien tiene el virus,  afectará a otras personas", dijo José Correia Jaminawa, líder de esa comunidad.

La Unión de Pueblos Indígenas del Valle de Javari (Unijava), cerca de la frontera con Perù, presentó ante los tribunales un recurso para evitar que misioneros fundamentalistas invadan sus reservas y traigan además el COVID-19. La Fundación Nacional del Indio (FUNAI) expulsó a la Misión de las Nuevas Tribus (MTB). Como los predicadores cuentan con el velado apoyo del Gobierno de ultraderecha,  no dejan de incursionaren territorios protegidos por la Constitución.

El giesgo de genocidio

Después de que se contagiara una mujer de 20 años de la tribu Kokama, cerca de Colombia y Perú , el Fórum Nacional Permanente en Defensa de la Amazonía le reclamó a Bolsonaro que adopte medidas de prevención y asistencia ante el "gravísimo escenario" que se avecina.   La Fiscalía Federal ha advertido que existe riesgo de genocidio.  "Las epidemias y las altas tasas de mortalidad por enfermedades transmisibles han contribuido significativamente a reducir el número de indígenas que viven en territorio", señalaron, a su vez, 32 procuradores. 

"Por el momento es difícil evaluar cuán grande será el impacto de la epidemia. Hay factores que nos dan cierta esperanza, como el relativo aislamiento de la mayoría de las aldeas y el clima cálido, especialmente en la región norte, que pueden ser un poco menos favorables para la supervivencia del virus. Pero la experiencia histórica de los pueblos indígenas con epidemias en general es devastadora", recordó el portal Midianinja. Añadió al respecto que se presentan muchas dudas sobre el modo en que el Estado velará por la salud de las comunidades.

Ministro con las horas contadas

El Ministerio de Salud anunció una serie de medidas de protección. En adelante, los casos sospechosos en las comunidades originarias "tendrán prioridad". Se enviarán un millón de mascarillas guantes protectores. La orientación de las autoridades sanitarias es que los indios no abandonen sus aldeas ni se muden a las ciudades más cercanas. Para evitar la escasez de alimentos se contempla abastecer las aldeas si así lo reclaman sus líderes. Sin embargo, todas esas acciones pueden quedar en el aire. Luiz Henrique Mandetta tiene las horas contadas como ministro. Bolsonaro no tolera su protagonismo.

Tampoco empatiza con los indios. "Huelen mal, carecen de educación y no hablan nuestra lengua", llegó a decir.  Ailton Alves Lacerda, líder de la etnia krenak y autor del libro 'Ideas para posponer el fin del mundo', no deposita esperanzas en el capitán retirado y cree que el impacto del covid-19 en los pueblos indígenas está estrechamente relacionado con la contingencia política. Lacerda se ha permitido, no obstante, una ironía: "Somos indios, hemos resistido durante 500 años. Me preocupa si los blancos resistirán".