Crisis sanitaria

Tensión en el Gobierno de Brasil por la gestión de Bolsonaro de la epidemia

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Abel Gilbert

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Mientras crecen los números de muertos y contagiados por coronavirus, los brasileños observan perplejos y enojo cómo el presidente Jair Bolsonaro regaña públicamente a su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, por defender las medidas de aislamiento social. El gigante sudamericano se prepara para superar la barrera de los 359 decesos y las 9000 infecciones en un contexto de inocultable adversidad.

El Centro de Desarrollo y Planificación Regional y la Universidad Federal de Minas Gerais ya advirtieron que Brasil carecerá de camas en sus hospitales incluso en el escenario más optimista.  Los investigadores sostienen que si el 0,1% de la población contrajera el virus en un mes, habría problemas para atenderlos en el 44% de los municipios.  El principal laboratorio de Sao Paulo, el estado más golpeado por la pandemia, debe analizar 16.000 exámenes a diario pero solo tiene una capacidad para hacer de 1.200. Varios cementerios paulistas reciben a diario entre 30 y 40 cuerpos de posibles víctimas de covid-19.

En este contexto ha irrumpido la embestida de Bolsonaro contra Mandetta. El presidente está molesto por el protagonismo del ministro y le ha dicho que "carece de humildad" y que "quiere hacer su voluntad ".  Por eso le ha pedido "escuchar más al presidente". Bolsonaro se opone a las medidas de cuarentena que llevan adelante los gobernadores y que cuentan con el respaldo implícito de Mandetta. "Los que tienen un mandato hablan y los que no, como yo, trabajan", ha respondido el ministro a Bolsonaro. Los medios de prensa aseguran que Mandetta ya no quiere formar parte del Gobierno de ultraderecha. 

Según el diario carioca 'O Globo', la abogada Marina Mandetta, hija del titular de Salud,  ya no oculta en las redes sociales la "falta de empatía" entre su padre y Bolsonaro.  Más allá de los deseos de dimisión, Mandetta ha empezado a recibir fuertes respaldos políticos. "Fue elegido por sus cualidades técnicas", ha dicho del ministro el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, y ha asegurado que el mandatario no tiene el "coraje" para echarlo. Y si alguna vez pensó en hacerlo, recientes encuestas de la consultora Datafolha le han mostrado los problemas que se suscitarían: la ponderación de Mandetta es del 76% y duplica la suya.

No cree en la ciencia

"Creo que los costos políticos del presidente Jair Bolsonaro de descartar a un ministro que ocupó el papel principal durante la pandemia serán enormes", ha dicho el doctor y profesor de la Escuela Brasileña de Administración Pública, Carlos Pereira. El destacado experto en cuestiones de salud Gonzalo Vecina Neto, ha considerado por su parte que Brasil necesita un líder "con la cabeza en su lugar" y ha lamentado que Mandetta se encuentre en "una posición espinosa porque su jefe no le cree". Bolsonaro, ha señalado, "no cree en la ciencia. Si no cree en la ciencia, cree en la brujería. No hay manera". El influyente columnista del diario 'Folha', Reinaldo Azevedo, estima a su vez que el presidente, al oponerse a la ciencia como "un fatalista tragicómico", se ha convertido en una suerte de BolsoNerón, en relación al emperador romano que supuestamente tocaba la lira mientras Roma se incendiaba.

La opinión de los militares

En medio de las peleas del Gobierno, hasta el vicepresidente Hamilton Mourão se ha puesto del lado de los defensores del aislamiento. El exgeneral dijo que Brasil aún se encuentra en una fase "previa al pico" de contagios y defendió las restricciones. La reanudación de las actividades económicas debe ser "lenta, gradual y segura". El  general de reserva Eduardo Villas Bôas, comandante del Ejercito hasta 2018, ha hecho un llamamiento al presidente y el ministro a reonciliarse.