RETO SANITARIO

El coronavirus pone a prueba el complejo sistema de salud de EEUU

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Idoya Noain

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En todo el mundo el coronavirus azuza no solo una crisis sino tres: la sanitaria, la económica y la social. En Estados Unidos, esa tormenta perfecta ha sacado a la superficie una de las corrientes más problemáticas del país: la de un sistema sanitario que, aunque sea como presume a menudo el presidente Donald Trump “el más avanzado del mundo”, es maquiavélicamente enrevesadooneroso e inalcanzable para algunos. Y aunque se están dibujando nuevos mapas para navegar por él en medio de la epidemia, que de momento ha contagiado a más de 250.000 personas en EEUU, el camino de cómo afrontar el tratamiento del coronavirus sigue lleno de borrascas.

El histórico paquete de estímulo de 2 billones de dólares garantizó la prueba de COVID-19 gratis para todos los estadounidenses. Varias aseguradoras del país han anunciado que no cargarán los copagos por tratamiento a sus asegurados. Y el vicepresidente Mike Pence anunció el jueves que es inminente un plan para, como parte del programa de 100.000 millones de dólares destinado a hospitales dentro del estímulo, compensar a los centros médicos por el tratamiento para la gente sin seguro, unos 27 millones de personas antes de que empezara la crisis. “No queremos que ningún estadounidense tenga que preocuparse sobre los costes de conseguir una prueba, sobre los costes de recibir tratamiento”, dijo Pence en la Casa Blanca.

Sobre el papel suena prometedor pero las complejidades del sistema estadounidense obligan a tomarse las promesas con una dosis de cautela. Incluso a ponerlas en duda.

Un sistema roto

159 millones de estadounidenses dependen de los seguros que consiguen a través del trabajo para garantizarse la sanidad. Muchos de los cerca de 10 millones que han perdido el empleo en las dos últimas semanas ahora perderán esos seguros. Para mantenerlo como lo tenían podrían aplicar al programa COBRA, pero asumiendo ellos todo el coste. De media son 7.200 dólares al año para un seguro individual 20.000 dólares para una familia, difícil de asumir cuando se ha perdido el sueldo.

Otra opción para los nuevos parados sería buscar un nuevo seguro en los mercados de seguros subsidiados que estableció la reforma sanitaria promulgada por Barack Obama, que 11 estados han abierto fuera de su calendario habitual para intentar dar opciones de cobertura también a gente que no tenía seguro. Pero el gobierno de Trump, metido en la guerra ideológica y legal de los republicanos contra Obamacare, no ha querido hacer general esa apertura extraordinaria, y controla los mercados en 38 estados.

La batalla contra Obamacare también dificulta en 14 estados controlados por los conservadores el acceso a Medicaid, el sistema público de sanidad para la gente de más bajos ingresos, que cubre a unos 70 millones de personas actualmente en EEUU.

Los límites por ingresos para acceder a Medicaid y los de edad para acceder a Medicare, el otro sistema público, dejan además a buena parte de la población en manos de las aseguradoras privadas y de un demoledor sistema donde, además de las primas de las pólizas, hay que pagar “deducibles” (la cantidad que tiene que salir del propio bolsillo antes de que empiece a cubrir el seguro), copagos y coseguros que cargan cuotas fijas o de porcentaje de los costes, y  gastos como usar médicos o servicios “fuera de la red” del seguro.

Proyecciones

Varias empresas especializadas han hecho estudios proyectando costes de coronavirus basándose en tratamientos habituales para neumonías o gripes. En el de la Kaiser Family Foundation, por ejemplo, se ha calculado que el coste medio del tratamiento de personas con seguro de trabajo sería de 9.763 dólares si no hubiera complicaciones, pero de hasta 20.292 dólares si las hubiera. En otro cálculo de FAIR Health, proyectando el gasto para personas sin seguro o que reciben servicios “fuera de la red” cubierta por su póliza, el coste se mueve entre 42.486 dólares y 74.210.

Las historias de denuncia ya han empezado a aparecer. Kaiser Health ha contado, por ejemplo, la de un hombre al que le mandaron a hacer la prueba en un servicio de emergencias y que ha acabado, incluso con su seguro, con una factura de 2.000 dólares (dio negativo) . Pero la más trágica por ahora es la de un joven de 17 años que murió de Covid-19 en California. Había ido a un centro de salud. Fue rechazado por no tener seguro.