CRISIS SANITARIA INTERNACIONAL

Coronavirus: "De repente, en Francia todos hacen deporte"

Unos gendarmes se dirigen a una mujer que pasea a su perro protegida con una máscara en la parisina plaza de la Concordia.

Unos gendarmes se dirigen a una mujer que pasea a su perro protegida con una máscara en la parisina plaza de la Concordia. / periodico

Eva Cantón

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Tres días lleva París confinada por el coronavirus y en las calles inusualmente vacías solo se ve gente sin hogar, gente paseando al perro, gente con bolsas de la compra y gente corriendo, mucha gente corriendo.

Los parisinos se han agarrado a una de las <strong>cinco excepciones</strong> permitidas para estar en la calle –salidas cortas, cerca de casa, para realizar una actividad física individual- como a un clavo ardiendo para hacer más llevadero el encierro.

 “Ahora, de repente, a todo el mundo le da por hacer deporte”, dice con sorna en la plaza de la República un miembro de la patrulla de policía que pide a los viandantes un certificado que justifique su desplazamiento. “Yo salgo habitualmente a correr y ahora creo que vendrá bien para no volverse loco”, explica la joven Marie Laure a orillas del Canal Saint Martin.

Aunque la mayoría respeta las consignas, todavía hay focos de irreductibles. Este miércoles, en el bullicioso barrio de Barbès, el mercado callejero estaba a reventar, para espanto de los comerciantes, que no veían la distancia de seguridad por ningún lado.

A orillas del Sena, en los Campos de Marte, en la explanada de los Inválidos y en los Parques de Boulogne y Vincennes abundaban paseantes y deportistas. Y el riesgo es que la afluencia vaya a más con el buen tiempo. “Unos imbéciles que se creen héroes por saltarse las reglas”, ha dicho en un tono poco usual el ministro del Interior, Christophe Castaner.

Sanciones al alza

El segundo día de confinamiento se saldó con más de 4.000 multas, que van desde los 135 a los 375 euros. La socióloga Nelly Mauchamp, autora de ‘Los franceses’, vincula la indisciplina de sus compatriotas con el sistema educativo y su relación con la autoridad.

“Estamos casi obligados institucionalmente a romper las reglas. En el colegio, quien desafía al profesor siempre es jaleado por sus colegas. Eso forja un espíritu típicamente francés: el que respeta las reglas es débil. Nuestra educación está muy centrada en la crítica: aprendemos a disertar, confrontar ideas y a contradecir”, explica en 'Le Parisien'.

La prefectura de policía y ayuntamiento reforzarán la presencia de agentes y han rogado a los parisinos limitar a lo estrictamente necesario sus desplazamientos para ayudar al personal sanitario a detener la famosa curva de infectados. Francia vivió este miércoles una jornada negra con 89 muertos en 24 horas.

La invasión de los parisinos

Por otro lado, muchos parisinos han dejado la capital para pasar la cuarentena en segundas residencias en el campo o la costa, con el consiguiente riesgo de propagación del virus. El éxodo ha causado malestar en los lugares de destino y las autoridades han optado cerrar el acceso a las playas de todo el arco mediterráneo y de la costa bretona.

En algunas localidades de Finisterre, como en las islas del mar de Iroise, se ha prohibido además el alquiler de apartamentos turísticos. “Al menos nuestros amigos insulares no tendrán que sufrir la invasión de los parisinos”, se lee estos días en las redes sociales. 

La directora general de la agencia sanitaria Salud Pública Francia, Geneviève  Chène, cree muy probable que haya que prolongar el confinamiento más allá de 15 días y que habrá que esperar entre dos y cuatro semanas para observar un cambio en la dinámica de la epidemia. “Si vemos lo que ha ocurrido en China, la inversión de la curva se producirá a mediados o finales de mayo”, ha declarado en France Info.