CRISIS SANITARIA INTERNACIONAL
Un pueblo argentino, aislado por coronavirus tras un caso de infidelidad
El encuentro entre una joven llegada de España y su amante obliga a confinar una localidad de 2.500 habitantes
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Abel Gilbert
Un pequeño pueblo del noroeste argentino tiene a estas horas su propia y modesta versión del 'Decamerón', la serie de cuentos de Bocaccio. En lugar de la peste bubónica que asoló el norte italiano durante el siglo XIV y que fue contada en clave erótica, la diminuta Selva, ubicada a 750 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, es testigo de una historia de amor prohibido que la ha llevado al aislamiento en tiempos de <strong>coronavirus</strong>.
Selva forma parte de Santiago del Estero, una de las provincias más pobres de este país. Allí viven unas 2.500 personas que actualmente no pueden entrar ni salir del pueblo. Los bares y restaurantes han cerrado sus puertas, lo mismo que los escasos edificios públicos. Como en otras ciudades, apenas se encuentran abiertos los mercaditos y las farmacias, que no son muchas.
Pero lo que diferencia a Selva del resto de la Argentina es que la cuarentena ha sido forzada por un caso de infidelidad que se hizo público por una fanfarronería. Todo comenzó cuando una mujer retornó hace una semana de España y regresó en Córdoba, una provincia lindante con Santiago. Apenas se instaló, ella llamó por teléfono a un joven más que conocido: una apasionada relación de la adolescencia la conectaba con Selva. Lo invitó a su casa para recordar los días en los que se prometieron amor eterno, pese a que ambos tienen ya pareja.
Él se subió a un bus y la fue a visitar. Antes del primer beso, la anfitriona le confesó que había tenido síntomas del COVID-19. Su invitado no se intimidó, y cuando regresó a su pueblo, relató de manera triunfal ese encuentro. Lo hizo durante una comida de recepción. Una veintena de amigos lo escucharon con atención y hasta celebraron sus escarceos y estrategia seductora. Pero, de repente enmudecieron cuando el amigo dijo al pasar la palabra coronavirus.
Precaución
Como era de esperar, uno de los comensales avisó a las autoridades del pueblo. La policía y el personal sanitario tomaron de inmediato cartas en un asunto que, de privado, devino público. La gobernación de Santiago avisó a Córdoba de lo que había sucedido entre sábanas. La mujer fue obligada a aislarse. Luego se confirmó que estaba infectada. Era el caso 32. Su amante, los amigos y sus respectivas familias, también debieron quedarse en sus casas, al menos hasta que se compruebe que los análisis den negativo.
El miedo al contagio ha traspasado los estrechos perímetros de Selva. El pueblito se encuentra frente a una carretera nacional que limita con Ceres. Los vecinos de esa localidad de 25.000 habitantes a donde se llega apenas cruzando la ruta también han decidido autoaislarse.
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