carrera a la casa blanca

El hito del primer candidato gay

Pete Buttigieg abandona la carrera por la nominación ante su incapacidad para ganarse al voto negro

pete buttigieg

pete buttigieg / periodico

Ricardo Mir de Francia

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Irrumpió en la carrera como un desconocido, pero durante un tiempo supo encarnar la esperanza de todos esos demócratas hastiados con la polarización política, ansiosos por la renovación generacional en el partido y hambrientos por un pragmatismo que tendiera puentes entre las dos Américas. Pete Buttigieg no solo se vendió como ese candidato capaz de devolver la concordia al país, sino que se atrevió a reclamar valores de los que se ha apropiado la derecha política, como el patriotismo y la fe en Dios. “Libertad, democracia y seguridad”, el eslogan de su campaña lo decía todo. Contra todo pronóstico ganó más delegados que nadie en Iowa y en New Hampshire se hizo con el manto de los votantes moderados, pero su incapacidad para abrirse paso entre el voto negro ha acabado por tumbar su candidatura. 

Su abandono antes del Supermartes, lo convierte en una especie de mártir para un sector del partido. Podría haber esperado, pero ha preferido quitarse de en medio cuanto antes para ayudar a consolidar el voto moderado y restar opciones a la candidatura del izquierdista Bernie Sanders. Deja un legado valioso: el primer candidato gay de la historia, anomalía que ha ayudado a normalizar hablando sin tapujos de su sexualidad y haciéndose acompañar de su marido Chasten en la campaña. En gran medida era el eslabón perdido entre Bill Clinton y Barack Obamajoven, culto, moderado, elocuente en su oratoria y originario de la periferia del país.

Bombo mediático

Los astros, sin embargo, no estuvieron de parte del alcalde de South Bend (Indiana) de 38 años. El caótico recuento de Iowa le dejó sin el impulso que su victoria le hubiera dado en otras circunstancias y el sorprendente tercer puesto de Amy Klobuchar en New Hampshire le restó titulares cuando más bombo mediático necesitaba. La estocada final se la dio Carolina del Sur, donde solo conquistó el 2% del voto negro, una debacle llamada a repetirse en otros estados mestizos. A modo de consuelo, pocos niegan que tiene por delante un futuro prometedor. No parece que haya dicho su última palabra.