La carrera hacia la Casa Blanca

Los demócratas plantan al lobi judío

El vicepresidente Mike Pence, durante su intervención ante el AIPAC.

El vicepresidente Mike Pence, durante su intervención ante el AIPAC. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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La conferencia que cada año celebra el Comité de Asuntos Públicos Israelí-Americano (AIPAC) ha sido históricamente una parada obligatoria para la clase política estadounidense. La peregrinación anual aprovechada por demócratas y republicanos para expresar su apoyo sin fisuras a Israel, acercarse al electorado judío y evangélico, y ganarse el favor de uno de los lobis más poderosos de Washington. Al fin y al cabo, pocas cosas generaban tanto consenso bipartidista como el apoyo incondicional al Estado judío. Pero ese consenso ya no existe. El mismo distanciamiento hacia Israel que reflejan los sondeos entre la América progresista ha quedado patente en esta última edición del AIPAC. Varios candidatos demócratas han boicoteado el foro y solo uno de ellos, Michael Bloomberg, ha comparecido personalmente en la conferencia.

“No es una buena señal”, decía a este diario en los pasillos del AIPAC Michael S., un pensionista llegado desde el estado de Nueva York. “Dice mucho de los que no han venido. O son unos ignorantes o tienen unas políticas ancladas en prejuicios”. La perplejidad entre los miles de asistentes era evidente. Nunca antes tantos candidatos habían esquivado la cita. Pete Buttigieg alegó problemas de agenda por la inminencia del Supermartes, antes de retirarse de la carrera. Joe Biden y Amy Klobuchar se limitaron a intervenir por videoconferencia, mientras que Elizabeth Warren y Bernie Sanders no tuvieron reparos en repudiar el evento esgrimiendo el alineamiento del AIPAC con la extrema derecha israelí y las políticas expansionistas de Binyamin Netanyahu.

Expresión de la intolerancia

“Me preocupa que el AIPAC se haya convertido en una plataforma para los líderes que expresan intolerancia y se oponen a los derechos palestinos más básicos”, dijo Sanders hace unos días, antes de describir al primer ministro israelí como un “racista reaccionario”. Desde el entorno de la izquierda demócrata, grupos como MoveOn o IfNotNow llevaban meses promoviendo el boicot al evento. Lejos de tender puentes, el lobi reaccionó lanzando recientemente una campaña publicitaria que acusa a los “radicales del Partido Demócrata” de querer imponer a los estadounidenses sus “políticas antisemitas y antiisraelís”. 

Lo cierto es que no solo Sanders o Warren abogan por replantear la relación con Israel o transferir a los palestinos parte de los más de 3.000 millones de dólares en ayuda militar que su país concede anualmente al Estado judío. También Buttigieg llegó a decir que estaría dispuesto a reevaluar las ayudas si Israel se anexiona la Cisjordania ocupada. Esa apuesta por una política más neutral es una respuesta al desacomplejado alineamiento de la Casa Blanca con Netanyahu, pero también un reflejo de la opinión pública demócrata. De acuerdo con una encuesta de Gallup del mes pasado, solo un 43% de los demócratas dice ser proisraelí, el porcentaje más bajo de los últimos 14 años, frente al 30% que simpatiza con los palestinos. 

El portazo al AIPAC de varios de los candidatos fue aprovechado por Bloomberg, quien se presentó en la conferencia como el mejor amigo de Israel, a pesar de que también Biden le dedicó toda clase de parabienes. “Describir su plataforma como racista es un intento de desacreditar su voz, intimidar a la gente y debilitar la relación con Israel”, dijo el exalcalde judío de Nueva York refiriéndose a Sanders.