A LOS 95 AÑOS

Muere Ernesto Cardenal, el sacerdote poeta de la revolución sandinista

Ernesto Cardenal, en el 2008.

Ernesto Cardenal, en el 2008. / periodico

Abel Gilbert

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"Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales/ ni escucha sus radios/ ni cree en sus eslogans". El padre Ernesto Cardenal escribió su "Salmo primero" cuando la poesía era su arma y su futuro. Su nombre quedó inscrito en la historia contemporánea de Nicaragua, acompañó sus grandezas y padeció sus miserias casi hasta los últimos días. Ha fallecido a los 95 años, tras meses de una penosa enfermedad renal. Murió lejos del poder y las alabanzas estatales, cerca del corazón de la literatura latinoamericana.

 Generaciones recitaron desde 1965 su "Oración por Marylin Monroe", desde entonces un invocación permanente en páginas de diarios y revistas. "Señor: quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar/ y no llamó (y tal vez no era nadie/ o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles)/ ¡contesta Tú al teléfono!".  Ese mismo año fue ordenado sacerdote en Managua. Su vida eclesial se desarrolló bajo el impulso del Concilio Vaticano II. Fue asi como fundó una comunidad cristiana, casi monástica, en una de las islas del archipiélago de Solentiname, en el lago Cocibolca. Ahí escribió el libro 'El Evangelio de Solentiname'.

Había nacido en una familia rica. Había estudiado literatura en México y Nueva York. Su contacto con la política data de los años cincuenta. Participó en la fallida Revolución de Abril de 1954 contra el dictador Anastasio Somoza García. Sus posiciones se fueron radicalizando al compás de los estremecimientos en el continente. La figura de Camilo Torres, el cura que tomó las armas en Colombia al influjo de la revolución cubana, lo impacta profundamente. Tanto como fray Bartolomé de las Casas. Cuando se acerca al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Cardenal ya es una figura de la llamada Teología de la Liberación que hundía sus raíces en la conferencia de obispor de Medellín en 1968.

Partipó de la Junta de Gobierno que derrocó al dictador Anastasio Somoza hijo. Fue ministro de Cultura. El papa Juan Pablo II lo suspendió  'ad divinis' por su  su militancia sandinista. La reprimenda pública del pontífice durante una tensa visita oficial a Managua tuvo un alto impacto mundial. Cardenal escuchó arrodillado al vicario de Roma en la pista del aeropuerto. Tuvieron que pasar décadas para que el castigo se disolviera. Fue otro papa, Francisco, el que le levantó la pena, el pasado febrero. 

La ruptura con el sandinismo

El sandinismo perdió las elecciones en 1990 luego de años de una guerra civil financiada por Washington pero también por un proceso de descomposición de las mismas fuerzas que habían triunfado en 1979. Cardenal abandonó el FSLN cuatro años más tarde. Su rechazo a la figura del ex presidente Daniel Ortega ya era indisimulable. Más tarde dio su apoyo moral al Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y a la Alianza Partido MRS durante las elecciones de 2006, al igual que otras figuras de las letras de ese país como Gioconda Belli y Sergio Ramírez Mercado.

Fue candidato al Nobel de Literatura y recibió los premios Pablo Neruda (2009) y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2012). Para entonces, su oposición al orteguismo, que había llegado al poder en 2007, era pertinaz. Sin renegar de su propia biografía sandinista, Cardenal repudiaba la conversión de Ortega y su esposa Rosario Murillo en todo lo que había combatido durante décadas. “Fue una revolución muy bella, lo que pasa es que fue traicionada. Lo que hay ahora es una dictadura familiar. Eso no fue lo que apoyamos nosotros".

Su voz trémula se escuchó ocasionalmente en los últimos años. Celebró la unción del argentino Jorge Bergoglio como papal. La consideró un sueño realizado. En diciembre pasado recibió el Premio Internacional Mario Benedetti, que concede Uruguay. El autor de los 'Epigramas' se lo dedicó a su sufrido pueblo y en especial a Álvaro Conrado, el adolescente que murió en el marco de las protestas sociales contra el matrimonio presidencial Ortega-Murillo.

Belli lo veía como un "adelantado astronauta en sus exploraciones del cosmos". Un "dulce y también cascarrabias ser humano que hizo de su vida una incesante búsqueda del sentido del ser, de la inmensidad del universo, de la justicia terrena". Gioconda, la autora de 'El país bajo mi piel', le había dedicado esas palabras días atras. "Se fue quieta y dulcemente a ese cosmos que cantó", escribió en Twitter al conocer su deceso. "Más que llorarlo hay que celebrar una vida como la suya, consecuente y creativa, infatigable por 95 años".