carrera a la casa blanca

¿Puede Joe Biden salvar su candidatura?

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Ricardo Mir de Francia

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Pocos días antes de las primarias de New Hampshire, Joe Biden protagonizó uno de esos momentos de desbordante humanidad que le definen para bien y para mal. Durante un ‘town hall’ televisado, el candidato demócrata de 78 años le contó al público como logró sobreponerse a la tartamudez que arrastraba de niño con la ayuda de su madre y constantes prácticas de dicción con un libro de 'Yeats' que le había regalado su tío. Biden explicó que lo peor que puede hacer un padre es terminar las frases de su hijo tartamudo y lo peor que puede hacer una sociedad es hacer sangre de las imperfecciones congénitas que todos tenemos. “Las cosas que la gente no puede controlar, no son culpa suya. Nadie tiene derecho a burlarse o a reírse”, dijo con apasionada indignación mientras saltaban algunas lágrimas entre el público. “Tenemos que tendernos más la mano”.

Aquel momento mágico no pudo salvar la debacle anticipada por las encuestas en New HampshireQuinto puestopeor incluso que en Iowa. Biden ni siquiera se quedó en el estado para esperar a los resultados. Cogió un avión y puso rumbo a Carolina del Sur, donde trató de levantar el ánimo de los suyos con un mitin organizado sobre la marcha en un hotel. No reunió más que media entrada, acentuando la sensación de que su campaña podría haber llegado a un punto de no retorno. En solo unos meses Biden ha pasado de ser el indiscutible favorito a la nominación, respaldado por casi todo el 'establishment' demócrata, a estar al borde del K.O. Ya en 1998 yel 2008 tuvo que renunciar a sus aspiraciones a las primeras de cambio.

En sus mítines Biden habla más como un estadista que como un candidato. Más que vender un programa, desglosa su dilatada experiencia y trata de presentarse como el candidato con más opciones para batir a Donald Trump en noviembre, unir al país y restaurar el civismo dinamitado por el republicano. Pero su principal argumento, la elegibilidad, no está resonando entre el electorado y Biden solo inspira a la gente más mayor. No hay en sus actos la electricidad de otras campañas ni la ilusión del cambio soñado. Todo el mundo coincide de que es un buen hombre y está muy preparado, pero pocos ignoran la fragilidad física que desprende. "Puede que su momento haya pasado”, se escucha en muchos mítines. 

Perder el liderazgo

En cualquier caso, el vicepresidente de Barack Obama no piensa tirar todavía la toalla. Aspira a competir como mínimo en Nevada y Carolina del Sur, las dos próximas citas de las primarias y posiblemente su última oportunidad para remontar el vuelo. “Soy consciente de que lo tengo que hacer muy bien”, reconoció hace unos días. Su campaña pone el ejemplo de Bill Clinton en 1992 para tratar de demostrar que mantiene un camino. Tras perder en 10 de los primeros 11 estados, Clinton barrió en Carolina del Sur y salió disparado del Supermartes con victorias en los estados sureños y del centro del país. La gran baza de Biden reside también en el electorado afroamericano y en menor medida latino, universos donde su asociación con Obama sigue valiendo muchos votos.

Pero su desempeño en Iowa y New Hampshire le está pasando factura. Biden ha perdido el liderazgo en las encuestas nacionales y su apoyo entre los votantes negros en Carolina del Sur se ha desplomado 22 puntos desde los caucus. Figuras muy relevantes de esa comunidad le han abandonado para respaldar al millonario Tom Steyer o al socialdemócrata Bernie Sanders, que ha pasado a ser el preferido de las minorías en los sondeos. Tampoco hay dudas de que tenga el suficiente músculo financiero para aguantar en marzo, cuando se decidirán más del 60% de los delegados

Si hay un consuelo para Biden es que ninguno de sus contrincantes moderados parece posicionado para hacerse con el mando de la carrera a corto plazo. Pete Buttigieg tiene un respaldo casi nulo entre los negros; Amy Klobuchar, dos cuartos de lo mismo; y a Michael Bloomberg le sobra dinero, pero le faltan seguidores. Entre todos ellos, están fragmentando el voto centrista, de ahí que son muchos los que esperan que Biden se despida pronto para que el partido pueda volcarse con un candidato de mayor recorrido y un mensaje capaz de ilusionar al país.