El 'plan de paz' de Trump entierra las aspiraciones palestinas

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Ricardo Mir de Francia

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Ha sido presentado como una "visión para la paz", pero se parece más a una incitación a la guerra. Tres años después de que la Casa Blanca comenzara a trabajar en su "acuerdo del siglo" para tratar de solucionar el conflicto entre israelís y palestinos, sus líneas maestras han sido finalmente presentadas este martes en Washington. La propuesta anunciada conjuntamente por Donald Trump y el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, sienta las bases para la anexión israelí de los asentamientos judíos en Cisjordania y el tramo ocupado del Valle del Jordán, una de las regiones más fértiles y codiciadas del territorio palestino. Reafirma también la soberanía de facto israelí sobre Jerusalén y obliga a los palestinos a desarmarse y renunciar al retorno de los refugiados como condición indispensable para obtener un Estado. 

"Es un gran plan para Israel", ha reconocido Netanyahu tras afirmar que nunca pensó que semejante propuesta llegaría un día a materializarse. "Su acuerdo del siglo es también la oportunidad del siglo y, que quede claro, que Israel hará todo lo posible para que se materialice", ha dicho. Con el firme apoyo recibido, el Gobierno israelí  votará el domingo la anexión del 39% de Cisjordania. 

Pero ñas opciones para que el acuerdo se consume son nulas. Los palestinos ni siquiera fueron invitados a su presentación y llevan varios días afirmando que no participarán en lo que sus dirigentes han definido como “el fraude del siglo”. “Esto no es otra cosa que un plan para finiquitar la causa palestina”, dijo el lunes su primer ministro, Mohammed Stayeh

Pero la iniciativa sirve de aval a Netanyahu para proceder con la anexión del Valle del Jordán y otras zonas ocupadas de Cisjordania. "Reconoceremos la ley y la soberanía israelí sobre los asentamientos", afirmó un alto funcionario estadounidense en una llamada con periodistas. 

Frecuentes aplausos

El plan abraza técnicamente la solución de los dos estados, un concepto que Trump había puesto en duda desde que llegó a la Casa Blanca. "Mi visión presenta una oportunidad en la que ambos bandos ganan, una solución realista de los dos estados que transforma el riesgo de un Estado palestino en garantías de seguridad para Israel", ha dicho el presidente durante la ceremonia en el Sala Este de la Casa Blanca, interrumpida por los frecuentes aplausos de las delegaciones estadounidense e israelí.

Para incentivar a los palestinos, Trump les promete 50.000 millones en inversiones para levantar su eventual Estado. Gaza y Cisjordania quedarían conectadas por carreteras subterráneas y una red de ferrocarril. Y la capital se establecería en “Jerusalén oriental", aunque no está claro dónde, porque Trump ha dicho que la Ciudad Santa "se mantendrá como capital indivisible de Israel".  

Durante los cuatro años concedidos de plazo a los palestinos para estudiar el plan y sentarse a negociar, Israel no construiría nuevos asentamientos en el territorio designado para el futuro Estado palestino, que no incluye el que actualmente ocupan las decenas de colonias repartidas por Cisjordania. Pero para llegar hasta allí Ramala tendría que adoptar un sinfín de medidas de enorme calado. Debería reconocer a Israel como Estado judío y renunciar al derecho al retorno. Paralelamente tendría que desmilitarizar Gaza y "desmantelar completamente a Hamas" y el resto de milicias armadas, según ha explicado Trump y Netanyahu.  

Obtener inmunidad

"Los palestinos merecen una vida mejor y la oportunidad de desarrollar todo su potencial", ha afirmado el líder estadounidense. No está claro cómo, sin embargo, porque el resultado final del plan cocinado por Jared Kushner, el yerno del presidente y viejo amigo de Netanyahu, a quien solía prestar su cama cuando era niño y visitaba a su familia, sería algo parecido a un Estado sin control sobre sus fronteras ni su espacio aéreo ni su seguridad. "Israel controlaría la seguridad desde el río Jordán hasta el Mediterráneo", subrayó el alto funcionario de la Administración Trump. 

El plan es tan sesgado que la mayoría de analistas lo consideran una mera maniobra de distracción para ayudar políticamente a los dos líderes que lo han pergeñado. Trump está siendo juzgado en el Senado, mientras Netanyahu ha sido formalmente imputado este martes en Israel por soborno, abuso de confianza y fraude tras renunciar a su intento de obtener inmunidad en la Knesset. El dirigente no solo afronta en marzo sus terceras elecciones en menos de un año, sino que podría acabar en la cárcel.

La propuesta de la Casa Blanca no tardó en ser rechazada por todas las facciones palestinas y algunos de sus vecinos árabes. "Lo decimos una y mil veces: no, no y no al acuerdo del siglo", ha afirmado el presidente palestino, Mahmud Abbas. También Jordania le cerró la puerta al sugerir que el plan de la Casa Blanca no es más que un aval para “la anexión de territorios palestinos”.