DÍA 2

Trump se jacta de ocultar pruebas al Congreso en pleno juicio para forzar su destitución

Los demócratas acusan al presidente de "hacer trampas" al pedir a Ucrania que le ayudara en su reelección

Trump, en un acto en la Casa Blanca

Trump, en un acto en la Casa Blanca / periodico

Ricardo Mir de Francia

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Desde que llegó a la Casa Blanca, Donald Trump ha demostrado que él mismo puede ser su peor enemigo. La hemeroteca está plagada de deslices autoinculpatorios o declaraciones que sirven para explicar sus controvertidas acciones posteriores. Durante la campaña electoral del 2016 instó explícitamente a Rusia a apoderarse de los correos de su rival demócrata Hillary Clinton y el verano pasado, mientras se quejaba sobre el incordio de la trama rusa, afirmó que la Constitución le da “derecho a hacer lo que quiera como presidente”. Su juicio en el Senado ha demostrado que no es el caso, pero Trump sigue hablando más de la cuenta. Solo un día después de que los demócratas protestaran contra el rechazo de la Casa Blanca a entregar documentos al Congreso sobre sus gestiones en Ucrania, el presiente se jactó del obstruccionismo de su Administración. “Nosotros tenemos todo el material. Ellos no tienen material”. 

Trump pronunció esas palabras poco antes de marcharse del Foro Económico de Davos, donde también se pronunció en contra de que declaren los altos cargos de su Administración. Pero sus declaraciones no pasaron inadvertidas en Washington, donde este miércoles los demócratas comenzaron a esgrimir los motivos por los que el presidente debería ser apartado del cargo. “El segundo cargo del ‘impeachment’ fue por obstrucción al Congreso, por ocultar testigos y documentos al pueblo estadounidense”, escribió en las redes sociales el diputado demócrata Val Demings. “Esta mañana el presidente no solo lo ha confesado, sino que ha presumido al respecto”. 

Jugar con fuego

Trump está jugando potencialmente con fuego porque parte de la estrategia demócrata se está centrando en utilizar viejas declaraciones del presidente y su Administración a modo de prueba para corroborar sus acusaciones. Pero en esencia su narrativa no ha cambiado. Con un relato cronológico de los acontecimientos en Ucrania, el jefe de su equipo de fiscales, Adam Schiff, situó el miércoles al presidente en el centro de la “corrupta trama” para obligar a Ucrania a abrir una investigación contra su rival político Joe Biden, una trama cocinada por sus aliados en la Administración a espaldas inicialmente del aparato diplomático. 

“Trump solicitó la interferencia extranjera en nuestras elecciones democráticas, abusando de su poder para mejorar sus opciones de reelección”, dijo Schiff poco después de abrir los alegatos iniciales de la acusación. “Congeló cientos de millones en ayuda militar a un aliado estratégico en guerra con Rusia para obtener ayuda extranjera en su reelección. En otras palabras, hizo trampas”. La jornada fue un monólogo de la acusación, que cuenta con 24 horas repartidas en tres días para presentar su caso. Luego le llegará el turno a la defensa, antes de que los senadores puedan formular preguntas por escrito y se aborde el más espinoso de los asuntos del juicio: si habrá o no nuevos testigos. 

Bronca final

Ese fue el tema central del primer día del proceso, que acabó con bronca casi a las 2 de la madrugada, después de que el presidente del Tribunal Supremo tuviera que llamar al orden a los abogados de ambas partes para que moderaran su retórica. La tensión se disparó a medida que los fiscales demócratas acusaban a los senadores republicanos de “ser cómplices del encubrimiento” de la Casa Blanca por su rechazo a admitir nuevas pruebas y testigos en la primera fase el proceso. El diputado Jerry Nadler llegó a reprocharles su “traición” al país, palabras que fueron tildadas de “escandalosas” por los conservadores.