juicio histórico

Trump confía en salir airoso del 'impeachment'

donald trump

donald trump / periodico

Ricardo Mir de Francia

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De todos los presidentes de la historia moderna de Estados Unidos ninguno ha mostrado tanto desdén por los mecanismos básicos de la democracia y las reglas del juego como Donald Trump. Cualquiera que disiente pasa a ser su enemigo, lo que ha convertido su presidencia en un circo de insultosfalaciasteorías conspiratoriasataques a las institucionespolitización de la Justicia y un largo etcétera de tentaciones autoritarias. Actuando siempre al borde de la legalidad, Trump se negó a desprenderse de sus empresas cuando asumió el cargo, utilizó fondos de su campaña para silenciar a dos actrices, pagó una multa millonaria por quedarse con el dinero de su fundación caritativa, despidió al jefe del FBI que le investigaba y buscó la ayuda política de países extranjeros. Un todo vale que ahora se ha acabado.  

Trump será juzgado políticamente por el Congreso, después de que los demócratas impusieran el miércoles su mayoría en la Cámara de Representantes para formalizar el ‘impeachment’ contra el presidente por sus gestiones en Ucrania y sus maniobras posteriores para encubrirlas. El republicano se convertirá de ese modo en el tercer presidente en la historia de Estados Unidos impugnado por el Parlamento, una mancha que ensombrecerá para siempre su legado. La votación de los cargos que se le imputan se resolvió sin un solo voto a favor de los conservadores, un partido que en solo tres años ha pasado de ver a Trump con desconfianza y bochorno a encumbrarlo como un semidiós infalible. Ni uno solo de los republicanos llegó a censurar si quiera su comportamiento durante las 12 horas de debate. 

Casi inmediatamente, el presidente dejó claro que no pretende cambiar. Su respuesta al ‘impeachment’ está en las antípodas de la que dio Bill Clinton hace exactamente 21 años al correr la misma suerte. “Debemos acabar con las políticas de la destrucción personal”, dijo el demócrata desde la Casa Blanca antes de pedir un alto al “partidismo excesivo, la animosidad obsesiva y el enfado incontrolado”. Trump en cambio se fue a Michigan a dar un mitin de “Feliz Navidad”. Durante dos horas cargó sin clemencia contra sus rivales, a los que acusó de querer anular el resultado de las elecciones “tras tres años de siniestras cazas de brujas, bulos y estafas” y los describió además como “traidores” en un email de su campaña.

Fase incierta

El proceso entra ahora en una fase incierta. Los republicanos pasan a tomar las riendas del juicio en el Senado, donde Trump tendrá que defenderse de los cargos de “abuso de poder” (por poner al servicio de sus intereses personales la política exterior para forzar a Ucrania a investigar a sus rivales políticos) y “obstrucción al Congreso” (por tratar de entorpecer la posterior investigación parlamentaria). Lo hará a través de sus abogados porque no se espera que testifique. Los senadores ejercerán de jurado y, aunque la ley establece que tienen que actuar de forma imparcial e independiente, el líder de los republicanos en la Cámara Alta ha reconocido que está “coordinando completamente” sus acciones con la Casa Blanca. 

Mitch McConnell quiere un juicio sin testigos, rápido y expeditivo para absolver cuanto antes al presidente aprovechando la mayoría conservadora en la Cámara Alta. Ya ha rechazado la lista de testigos presentada por los demócratas, que incluía al jefe de gabinete, Mitch Mulvaney, y el exasesor de Seguridad Nacional, John Bolton, y ha dicho que “no hay ninguna opción” de que Trump sea apartado del cargo. En esa misma línea se ha manifestado su correligionario, Lindsey Graham. “No voy a pretender que seré imparcial como jurado”. 

Fijar las reglas

El punto de partida esgrimido por los conservadores ha soliviantado a los demócratas. “Hasta ahora no hemos visto nada que nos parezca justo”, afirmó el jueves Nancy Pelosi. Su partido pretendía que el proceso político comenzara a principios de enero para que no se solape demasiado con el arranque de las primarias demócratas en febrero. Pero ante las dificultades que están encontrando barajan dejarlo en el aire hasta que los republicanos fijen las reglas y comprueben si les dan las mínimas garantías procesales. 

Nadie sabe a ciencia cierta qué impacto tendrá el ‘impeachment’ en las elecciones de noviembre. El país está totalmente polarizado, partido en dos mitades casi idénticas cuando se le pregunta en las encuestas si Trump debería ser destituido. Lo que parece bastante claro es que el presidente sobrevivirá al juicio como ha hecho durante toda su vida, una vida en la que ha pasado muchas horas en la puerta de los juzgados.