MOMENTO HISTÓRICO

Trump será juzgado en el Senado tras la aprobación de su 'impeachment'

Los demócratas aprueban el 'impeachment' contra Donald Trump

Los demócratas aprueban el 'impeachment' contra Donald Trump. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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La turbulenta presidencia de Donald Trump quedará para siempre manchada en los libros de historia. La Cámara de Representantes aprobó anoche el ‘impeachment’ del republicano, que se convertirá en el tercer presidente juzgado políticamente por el Congreso de Estados Unidos desde la fundación del país. Los demócratas impusieron su mayoría para refrendar los dos cargos imputados a Trump por sus manejos en Ucrania y sus esfuerzos para torpedear la subsiguiente investigación parlamentaria. Ni uno solo de los diputados conservadores votó a favor del proceso para destituir a su líder, un escenario altamente improbable dada la unidad que existe en las filas republicanas. El juicio se celebrará en el Senado a partir de principios de enero. 

El desenlace final de la votación es un reflejo de la extrema polarización social que Trump ha generado. Cuando se pregunta a los estadounidenses si debería de ser apartado del cargo, el país está partido en dos mitades casi idénticas, una aritmética que ha ayudado a los legisladores a parapetarse en sus respectivas trincheras. De poco han servido los casi tres meses de investigación y testimonios en el Congreso. Las encuestas apenas han variado, como tampoco lo han hecho las posturas de demócratas y republicanos, patentes en el maratoniano debate del miércoles y la posterior votación. Solo dos demócratas votaron en contra del cargo de “abuso de poder”, resuelto con 230 votos a favor y 197 en contra. La segunda acusación, “obstrucción al Congreso”, fue aprobada por 229 a 198, con la oposición de un tercer demócrata.

Amenaza para la democracia

Las seis horas de debate que precedieron el clímax de estos últimos tres meses fueron tan ásperas como se esperaban. Emocionales e hiperbólicas, con continuos alardes de indignación y frecuentes citas a los padres de la Constitución, a los que se invocó selectivamente en función de los intereses de cada partido. Unos y otros, en gran medida, se dedicaron a reciclar sus viejos argumentos. “Es trágico que las acciones temerarias del presidente hayan hecho del ‘impeachment’ algo necesario”, dijo la líder de los demócratas, Nancy Pelosi, al abrir la sesión. “No nos ha dejado otra opción”.

Su partido presentó a Trump como “una amenaza para la democracia” e insistió en que los hechos que respaldan las acusaciones “son irrefutables”. Tanto la “campaña de coerción” que el presidente condujo en Ucrania para investigase a su rival político Joe Biden y una desacreditada teoría que hubiese ayudado a su reelección, como el bloqueo “sin precedentes” que impuso a la investigación posterior del Congreso. Como le recordaron los demócratas, tanto Bill Clinton como Richard Nixon entregaron documentos durante sus respectivos procesos de ‘impeachment’ y permitieron que testificaran los altos cargos de la Administración, algo que no ha hecho Trump. “El presidente puso sus intereses personales y políticos por encima de nuestra seguridad nacional, la integridad de nuestras elecciones y los intereses de nuestra nación”, dijo el diputado Jerry Nadler. 

Farsa política

Trump no asistió a la sesión en la Cámara de Representantes. Sus portavoces aseguraron que mantuvo una agenda de trabajo intensa durante toda la jornada, pero los cierto es que se pasó el día tuiteando frenéticamente. “Esto es un asalto contra América, un asalto contra el Partido Republicano”, dijo en uno de los tuits. Su vicepresidente, Mike Pence, lo describió como una “vergüenza”. Pero ambos estuvieron bien defendidos en el hemiciclo por sus correligionarios conservadores, que han abrazado sin fisuras el trumpismo. 

Los republicanos presentaron el ‘impeachment’ como una “farsa” políticamente motivada, la culminación de tres años de acoso y derribo demócrata para revertir el resultado electoral del 2016. Y como han hecho desde el primer día, trataron de impugnar las formas del proceso, insistieron en que Trump “no ha hecho nada malo” y desacreditaron a los testigos que sustentaron las acusaciones, muchos de ellos diplomáticos y militares designados por el propio presidente. “(Los demócratas) odian al presidente. Odian a aquellos que votaron por él. Piensan que somos estúpidos”, dijo el conservador Chris Stewart. “América está siendo profundamente herida por esta traición, este ‘impeachment’ injusto y políticamente motivado”, añadió Clay Higgins.

El proceso se trasladará ahora a la Cámara alta, donde se necesitan dos tercios de los votos para destituir a Trump. Los republicanos tienen allí la mayoría, lo que les permitirá controlar los tiempos y las formas del juicio para tratar de reivindicar a su líder. A menos que pase algo completamente inesperado, el presidente será absuelto. Ese mismo destino corrieron Andrew Johnson (1868) y Clinton (1999), los únicos dos compañeros de Trump en ese club del 'impeachment' al que nadie quiere pertenecer. Nixon nunca llegó a entrar formalmente en el club porque dimitió días antes de la votación en la Cámara de Representantes, tras ser abandonado por su partido.