Abusos sexuales

Un cura argentino se suicida tras ser acusado de violar a menores de edad

Eduardo Lorenzo tenía una orden de detención de la Justicia argentina

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Abel Gilbert

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El sacerdote argentino Eduardo Lorenzo se suicidó después de haber recibido una orden de detención de la justicia por supuestos abusos sexuales y corrupción de cinco menores entre 1990 y 2008. Lorenzo era un personaje controvertido. Cuando recibió la noticia de su arresto por una causa iniciada hace 11 años decidió quitarse la vida de un disparo en el corazón y con una pistola calibre 32. Lo hizo en una de las sedes de Cáritas en la capital bonaerense de La Plata. Desde que se creó la Red de sobrevivientes de abusos eclesiásticos, hace seis años, es la primera vez que un imputado toma una decisión de esta naturaleza en medio del proceso judicial.

La justicia seguía sus pasos desde 2008 cuando un denunciante, que negó haber sido víctima directa del párroco, relató situaciones de insinuaciones por parte del sacerdote a otro menor. Una década y un año después, esa misma persona dijo ante un juez que él había sido una de las víctimas de abuso. A partir de este momento, el caso se activó, aparecieron otras supuestas víctimas y testigos que aceleraron el proceso en contra del sacerdote.

Las autoridades no apresaron inmediatamente a Lorenzo porque su defensa presentó un recurso para eximirlo de prisión. La jueza del caso, Marcela Garmendia, lo rechazó pero la detención no podía efectuarse hasta que quedase con sentencia en firme.

"Ante la muerte de nuestro hermano Eduardo Lorenzo, que se quitó la vida después de largos meses de enorme tensión y sufrimiento, solamente nos cabe unirnos en oración por él para que el Dios de la vida lo reciba en el amor infinito. El mismo Señor nos ayudará a comprender algo en medio de este misterio oscuro, y nos enseñará algo aún a través de este dolor", expresó el arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández.

Las palabras del arzobispo provocaron profundo malestar en las familias denunciantes. "Las únicas víctimas son los sobrevivientes, no hay otras víctimas", dijo Liliana Rodríguez, la psicóloga que acompaña en La Plata a la Red de sobrevivientes de abusos eclesiásticos. La impunidad de Lorenzo, añadió, fue posible "por la dilación de la justicia, intolerable para los sobrevivientes, y por la maniobra de su defensa, que permitió que permitió que permaneciera libre a pesar del pedido de prisión".El abogado querellante Juan Pablo Gallego aseguró no obstante que estudia  impulsar una investigación por encubrimiento de los delitos que involucraron al sacerdote.  

"Hubiera preferido que terminara preso, no muerto", dijo Julián Bártoli, una de las víctimas, al diario Clarín. "Nosotros lo queríamos ver frente a frente, en un juicio, para que todos conociera la basura que era", añadió. Bártoli fue uno de los últimos testigos que se presentó ante la fiscal Ana Medina. "Tuvimos la entereza para declarar y la reacción de Lorenzo demuestra que decíamos la verdad, que nunca mentimos".