CONTROVERSIA EN EL PAÍS ASIÁTICO

La nueva ley 'antimusulmanes' dispara las protestas en la India

La norma concederá la ciudadanía india a inmigrantes hindús, sikhs, budistas, parsis y cristianos

Protesta universitaria en Nueva Delhi contra la nueva ley de ciudadanía.

Protesta universitaria en Nueva Delhi contra la nueva ley de ciudadanía. / periodico

Adrián Foncillas

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Una ley de redactado conmovedor y espíritu inquietante ha sumado a la India en el coro global de protestas. Universidades ocupadas, fragorosos choques entre manifestantes y policía, disturbios de sur a norte, seis muertos y ninguna esperanza de un final a la vista. Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido han desaconsejado el turismo a zonas del país y el presidente japonés, Shinzo Abe, ha cancelado su visita oficial.

La llamada Ley de Ciudadanía, más conocida como ley anti-musulmana, ha pateado la colmena étnica y religiosa de un país con 1.300 millones de habitantes y una ejemplar constitución secular contra la que atenta el nacionalismo hindú. La ley fue aprobada la semana pasada en el Parlamento con la mayoría del partido Bharatiya Janata del primer ministro, Narendra Modi.

La enmienda concederá la ciudadanía india a inmigrantes hasta ahora ilegales de varias minorías religiosas (hindússikhsbudistasparsis y cristianos) llegados desde tres países de mayoría musulmana (Afganistán, Bangladesh y Pakistán). Bastará que prueben su estancia en la India antes de 2015 para conseguir los documentos por un procedimiento de urgencia.

Comunidades vulnerables

Modi ha subrayado que la ley protege a las comunidades religiosas vulnerables y que los musulmanes no constituyen una minoría ni necesitan la protección estatal. "Quiero asegurar sin matices a mis compatriotas indios que la Ley de Ciudadanía no afecta a ningún ciudadano ni a ninguna religión. Ningún indio tiene que preocuparse. La ley sólo va dirigida a los que han sufrido años de persecución en el extranjero y carecen de otro lugar al que acudir más que la India", ha escrito el primer ministro.

En la India y en el extranjero lo han visto de otra forma. La exclusión subraya la retórica antimusulmana que muchos le atribuyen a Modi y vulnera el espíritu secular de las leyes. "Hoy es un día oscuro para la historia de la India. La ley supone la victoria de los estrechos de mente y los intolerantes sobre el pluralismo indio", ha denunciado Sonia Gandhi, presidenta del opositor Partido del Congreso.

Las recurrentes acusaciones de islamofobia e intolerancia enlazan con la retirada meses atrás del estatus autónomo a la región de Cachemira, de mayoría musulmana, y que en la práctica dota de más competencias a Delhi y prepara el aluvión de hindús.

Estados Unidos y Europa han manifestado su preocupación y la ONU ha advertido de que la ley "podría menoscabar el compromiso de igualdad ante la ley que estipula la Constitución india".

La ley no sólo ha descompuesto a los 200 millones de musulmanes diseminados por todo el país. También ha estimulado el nativismo, el localismo y el indigenismo, modernos eufemismos para la xenofobia de toda la vida. En los estados del noreste se teme que la ley acabe con la cultura local a golpe de oleadas migratorias. Rahul Gandhi, también del Partido del Congreso, ha hablado de una "limpieza étnica y un criminal ataque a la forma de vida y la idea de la India" en la región. Sólo en Bangladés hay 16 millones de hindús y su llegada provocaría cambios radicales en las políticas de empleo, educación o subsidios.

Corte de internet

Las regiones de Assam y Tripura (noreste) han sufrido los peores disturbios desde que la ley fuera aprobada. El Gobierno ha cortado internet y decretado toques de queda, muchos vecinos han emprendido huelgas de hambre y la represión militar ha dejado ya decenas de heridos y seis muertos.

El levantamiento popular se ha extendido por nueve estados y macrourbes como Delhi, Calcuta, Bombay o Hydebarad. Las protestas más mediáticas transcurren en la prestigiosa Universidad Jamia Milia Islamia (Delhi), donde una huelga general pacífica desembocó en fragorosos choques entre estudiantes y policía que dejaron 60 heridos y 50 detenidos tras un intercambio de piedras y gases lacrimógenos.

Las fotografías y videos que muestran a los agentes zurrando sin mesura a lo que parecen estudiantes desarmados han consternado a la sociedad india y estimulado más protestas. Otras imágenes con autobuses quemados certifican el vandalismo. La policía ha defendido su mínimo uso de la fuerza y Modi ha aclarado que los violentos pueden ser identificados por "sus ropas" en lo que parece una sutil acusación a los musulmanes.