JUICIO EN LA HAYA

La Nobel Suu Kyi defiende las acciones del Ejército birmano contra los rohinyas

La líderesa de Birmania califica de "conflicto armado interno" las disputas con la minoría musulmana

La líder birmana Aung San Suu Kyi, en el juicio por el genocidio de la minoría rohinya que se celebra en La Haya.

La líder birmana Aung San Suu Kyi, en el juicio por el genocidio de la minoría rohinya que se celebra en La Haya. / periodico

Adrián Foncillas

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Mencionó el “sufrimiento” de los que huyeron hacia Bangladesh sin aclarar que escapaban de la represión ni identificarlos como rohingyas. Fue lo más cerca que estuvo Aung San Suu Kyi de disculparse por las tropelías sobre esa etnia musulmana que esta semana juzga la Corte de Justicia Internacional. El resto del discurso de la lideresa birmana transitó por trillados terrenos negacionistas: las acusaciones sobre genocidio son “objetivamente engañosas” y el caso es “incompleto e incorrecto”.

El tribunal de La Haya juzga las actuaciones militares birmanas en el 2016 y 2017 que provocaron miles de civiles asesinados y más de 800.000 exiliados. El cuadro de violaciones grupales, quemas de poblados y violencia desatada ha sido calificado como “un ejemplo de manual del genocidio”. La Nobel de la Paz comparecía este miércoles para rebatir el reguero de barbaridades escuchadas el día antes.

Suu Kyi abrió su intervención recordando atroces genocidios y se esforzó después en explicar por qué lo de Birmania no lo es. Recordó que su Gobierno está preparado para recibir a los huidos y ha aprobado medidas para solventar las tensiones étnicas; ocurre que los rohingyas prefieren las condiciones infrahumanas de los campos de refugiados de Bangladesh que lidiar de nuevo con los militares birmanos. Admitió que quizá los soldados utilizaron una fuerza excesiva y prometió que serían castigados; ocurre que siete de ellos salieron en mayo de la cárcel a pesar de sus condenas por matar a una decena de hombres y niños. Y aludió a los atentados del Ejército de Salvación Arakan como desencadenantes de la respuesta militar; ocurre que, como en el asunto uigur, la lucha antiterrorista difícilmente justifica la represión sobre un pueblo en su totalidad.

Complicidad y encubrimiento

Suu Kyi ejerce de líder de facto desde el 2016, un año antes de que empezara el presunto genocidio. Carece de control sobre el Ejército pero la actitud de su Gobierno linda con la complicidad y el encubrimiento, según un informe de la ONU.  

Los expertos debaten qué ha empujado a Suu Kyi a presentarse voluntariamente al proceso, sin formación legal y con el riesgo de arruinar por completo una reputación que años atrás sintetizaba los ideales democráticos. Unos piensan que la consejera de Estado está honestamente convencida de que el mundo no entiende el conflicto y que sólo ella puede sacarle del error. Otros interpretan que prioriza la audiencia interna sobre la global. Es previsible que su defensa numantina del país frente al coro acusador ayuden a su Liga Nacional por la Democracia en las elecciones presidenciales del próximo año porque pocas cuestiones unen más a los birmanos que el resentimiento hacia los rohingyas.

Campaña patriótica

Ni siquiera otras comunidades musulmanas simpatizan con una etnia a la que acusan de malinterpretar el islam. Miles de personas se manifestaron en Rangún y Mandalay con banderas nacionales y retratos de “la Dama” para mostrarle su apoyo en las vísperas de su viaje a La Haya. Una campaña patriótica en la prensa ha asegurado que no se juzga al Gobierno sino al país y pedido que se aprieten las filas ante la afrenta.

Los rohingyas han vivido durante siglos en Birmania aunque carecen de Estado. El país les niega la nacionalidad y los considera inmigrantes bangladesís ilegales mientras Daca tampoco les reconoce y les niega el derecho a la educación y la sanidad. El caso ha sido presentado por Gambia, un país del África occidental con mayoría musulmana. “Todo lo que pedimos es que le digáis a Birmania que detenga los asesinatos sin sentido, que detenga esos actos de barbarie que siguen golpeando nuestra conciencia colectiva, que detenga el genocidio sobre su propia gente”, ha dicho al panel de 17 jueces Abubacarr Tambadou, ministro de Justicia gambiano.