PROTESTAS EN FRANCIA

El Gobierno francés no calma a los sindicatos

El primer ministro, Edouard Philippe, detalla la reforma de las pensiones, que incentiva retrasar dos años la edad de jubilación

Un sindicalista ferroviario escucha la comparecencia del primer ministro francés, Edouard Philippe, sobre la reforma de las pensiones.

Un sindicalista ferroviario escucha la comparecencia del primer ministro francés, Edouard Philippe, sobre la reforma de las pensiones. / periodico

Eva Cantón

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Había advertido de que no habría anuncios mágicos para hacer desaparecer las manifestaciones y así ha sido. El primer ministro francés, Edouard Philippe ha presentado este miércoles de forma detallada y didáctica la reforma de las pensiones confirmando el paso gradual hacia un sistema universal por puntos que terminará con los 42 regímenes actuales, incluidos los ventajosos regímenes especiales.

A pesar de algunas concesiones a los colectivos que más se han movilizado para pedir la retirada del proyecto legislativo y del tono moderado usado por Philippe, la reacción de los sindicatos ha sido virulenta. Ni siquiera a la moderada CFDT, la única central partidaria de un sistema por puntos, le salen las cuentas.

El resto, con la beligerante CGT a la cabeza, han pedido continuar con la huelga, que sigue haciendo estragos en el transporte de la región parisina por séptimo día consecutivo.

La izquierda está igual de insatisfecha y los conservadores lamentan el jaleo de meses de debates y bloqueos para terminar con una reforma que no se aplicará plenamente hasta el 2037. Philippe ha tendido la mano para negociar con los agentes sociales el texto que se presentará en Consejo de ministros en enero y se debatirá en febrero en el Parlamento.

"Edad de equilibrio"

Tal y como había prometido Emmanuel Macron, la reforma no toca la edad legal de la jubilación (62 años) pero se incentivará prolongar la actividad laboral fijando una ‘edad de equilibrio’ o de referencia en los 64 años en 2027, de manera que quien se retire antes será penalizado y quien lo haga después saldrá beneficiado.

Esta medida, destinada a evitar el déficit del sistema de pensiones, es lo que el secretario general de la CFDT, Laurent Berger, único aliado potencial del Ejecutivo, considera una “línea roja”.

Philippe ha garantizado una pensión mínima de 1.000 euros netos al mes, que el nuevo sistema no afectará a los nacidos antes de 1975 y que su entrada en vigor será en 2025.

Habrá también una larga transición para los regímenes especiales y se dará un papel relevante a los agentes sociales en la gestión del futuro sistema por puntos, cuyo valor se revisará en función de la evolución de los salarios y no del IPC. Las cotizaciones serán idénticas para todos los trabajadores, salvo los que ganen más de 120.000 euros anuales, que pagarán una cotización “de solidaridad” más alta.

Aunque ha prometido medidas para compensar a un colectivo como el de los profesores, que podría salir perdiendo con la reforma, no ha convencido y los sindicatos han invitado a los docentes a manifestarse este jueves en las principales ciudades del país. 

Pacto generacional

“Proponemos un pacto entre generaciones, un pacto fiel al que el Consejo Nacional de la Resistencia puso en marcha tras la guerra. Refunda profundamente las reglas para corregir las injusticias, pero mantiene sus valores fundadores”, defendió el primer ministro, evocando la Francia de 1945 y anclando la reforma en la estela del gaullismo social.

Philippe, que sigue teniendo ante sí el reto casi contradictorio de rebajar el conflicto social y llevar a cabo la reforma para no comprometer el mandato del presidente Macron, ha negado que el Gobierno tenga una “agenda oculta” y que su objetivo es proteger el poder adquisitivo “de los trabajadores de hoy y los pensionistas de mañana”.

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