Cambio de Gobierno en Argentina

"El hambre debería avergonzarnos", dijo Fernández en su primer acto público como presidente

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Abel Gilbert

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"El hambre debe avergonzarnos", aseguró Alberto Fernández al cerrar su primer día como presidente argentino con un portentoso baño de masas. Fernández había juramentado en el Congreso, donde recibió los atributos de mando de su antecesor Mauricio Macri. Ahí, frente a los legisladores, definió a este país como una "tierra arrasada" por un experimento neoliberal que se extendió cuatro años. Los márgenes de acción que tiene el flamante Gobierno para resolver la crisis social son muy "estrechos".  Fernández fue no obstante moderadamente optimista durante su discurso ante miles y miles de personas que rodearon la sede del Poder Ejecutivo. Después de dos derrotas electorales del peronismo, en 2015 y 2015, "volvimos y vamos a ser mejores".

La asunción del nuevo jefe de Estado coincidió con el día más caluroso de 2019. La temperatura llegó a los 36 grados. La ciudad ardíó pero esa situación no impidió que la Plaza de Mayo frente a la presidencia desbordara de hombres y mujeres que llegaron especialmente de la periferia bonaerense. Cuando cayó el sol y terminaron los números musicales, la primera que tomó la palabra fue la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. "Presidente, confíe siempre en su pueblo. No se preocupe por las portadas de un diario. Preocúpese por llegar al corazón de los argentinos y ellos siempre van a estar con usted", le dijo, y él aplaudió complacido. 

Hijos de desaparecidos

Fernández encabeza un Gobierno claramente de centroizquierda y con un gabinete de ministros heterogéneo en el que deben convivir bajo su liderazgo todas las líneas del peronismo que hacía meses estaban enfrentadas. Una particularidad histórica del equipo que lo acompaña tiene que ver con que incluye tres hijos de desaparecidos, dos de ellos nacidos en un campo de concentración: el ministro de Medio Ambiente, Juan Cabandié, y la secretaria del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, Victoria Donda. El otro caso es el del titular de la cartera de Interior, Wado de Pedro.

Ante la Asamblea Legislativa, Fernández prometió al país una negociación férrea con los acreedores externos, reformas en el sistema judicial para que "deje de servir a los poderosos y  perseguir opositores", intervenir la agencia de Inteligencia, declarar la emergencia sanitaria y, por sobre todo, atender con urgencia a los 16 millones de pobres.  "Los que cayeron en el pozo de la pobreza, los chicos que no pueden ir a una escuela, ellos serán los únicos privilegiados". Su primera acción de Gobierno será poner en marcha un plan nacional contra el hambre.

 Horas más tarde, Fernández recordó los costos que ha tenido la sociedad después de cuatro años de un Gobierno de derecha. "Aquellos que creyeron en esas políticas, espero que hayan entendido: es un sistema que solo beneficia unos pocos. Es un sistema que trae miseria, que nos endeuda y nos atrapa indefectiblemente en lo más cruel del sistema financiero internacional".

Grave crisis económica

Su diagnóstico general de la situación pinto el horizonte argentino de los colores más inquietantes: la actual tasa de inflación es la más alta de los último 28 años, la tasa de paro es la más elevada desde 2006; que el valor del dólar pasó de 9 a 63 pesos en sólo cuatro años; que la economía no paró de achicarse en estos cuatro años; y que el PIB de este año es el más bajo de la última década. La Argentina presente tiene el PIB per cápita es el más bajo desde el 2009. La deuda externa en relación al PIB está en su peor momento desde el 2004. La producción industrial retrocedió 13 años. Cerraron 20.000 pequeñas y medianas empresas. La única forma de aliviar las penas económicas y sociales, insistió, es retomar el crecimiento económico rápidamente. La única forma de lograrlo es liberar los recursos que el Estado destina a pagarle a los acreedores. En 2020 vencen 25.000 millones de dólares en concepto de intereses.

El flamante presidente reivindicó a dos figuras, además de Cristina Fernández, a quien le adjudicó la visión "estratégica" que permitió derrotar en las urnas a Macri. Los otros dos nombres invocados fueron Néstor Kirchner, de quien Fernández fue su jefe de ministros entre 2003 y 2007, y el radical Raúl Alfonsín. Fernández tuvo un protagonismo minúsculo como abogado en el Gobierno que dejó atrás a la dictadura militar (1983-89). De Alfonsín, Fernández recuperó una consigna que no pudo cumplir: "con la democracia se cura, se educa y se come". En condiciones tan críticas como las de 1983, el nuevo mandatario cree que es imperioso hacer realidad ese lema.

Cuando Fernández comenzó a hacer el inventario de la herencia recibida, los manifestantes reaccionaron con insultos contra el mandatario saliente. Su sucesor pidió evitar los agravios públicos como símbolo de una anhelada nueva etapa de tolerancia, y más en un país donde el macrismo obtuvo un 40% de los votos en los comicios y prometió una oposición implacable. Las rispideces entre ambas facciones no pudieron evitarse por completo, especialmente en el Congreso. Cuando Macri fue a saludar a Cristina Kirchner, la presidenta le extendió una mano fláccida sin siquiera mirarlo. Lo responsabiliza directamente de las nueve causas en su contra que enfrenta a un en ejercicio de sus funciones.