CITA EN LA CAPITAL FRANCESA

Putin y Zelenski pactan un alto el fuego y un intercambio de prisioneros

Putin, Merkel, Macron y Zelensky, antes de empezar la reunión en París.

Putin, Merkel, Macron y Zelensky, antes de empezar la reunión en París. / periodico

Eva Cantón / Marc Marginedas

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Era un encuentro supuestamente decisivo para avanzar en el proceso de paz en Ucrania tras tres años de parálisis. El presidente ruso, Vladimir Putin, y el ucraniano, Volodímir Zelenski, se han visto este lunes por primera vez cara a cara en una cumbre celebrada en París en presencia de Emmanuel Macron y Angela Merkel.

Un objetivo ambicioso fruto de una arriesgada apuesta del presidente francés, defensor del diálogo europeo con Moscú -a pesar de las duras críticas de sus socios del Este y de Alemania- que exige a Moscú como condición avanzar en el complejo dosier ucraniano. En la reunión se logró cerrar un calendario concreto para avanzar en el cumplimiento de los Acuerdos de Paz de Minsk. Los dos puntos más concretos fueron el compromiso de trabajar para que un alto el fuego "total" sea efectivo para final de año y para que en esa misma fecha se haya dado un intercambio completo de los respectivos prisioneros.

En el menú de las conversaciones figuraba la aplicación de los acuerdos de Minsk: el alto el fuego inmediato, la retirada del armamento pesado, la celebración de elecciones locales y la restauración del control de Kiev sobre su frontera con Rusia, así como una mayor autonomía para los territorios bajo control separatista. La llegada al poder de Zelenski el pasado abril permitió una cierta distensión con el Kremlin, pero la opinión pública ucraniana no aceptará que su presidente capitule ante Moscú.

Mientras, descontado el deseo de mantener su influencia en la región, las intenciones de Putin, que llegó al Elíseo a bordo de una limusina blindada traída especialmente desde Rusia, son más difíciles de descifrar, aunque está claro que el Kremlin quiere avanzar en la autonomía y las elecciones de las regiones separatistas de Donetsk y Louhansk.

Posición del Kremlin

Los expertos y observadores en Moscú y Kiev no esperaban grandes avances en un conflicto tan complejo como el ucraniano y destacan, eso sí, la posición preeminente del líder del Kremlin frente a su interlocutor, elegido en la primavera pasada para el cargo y carente de experiencia política previa. 

Vladímir Frolov, columnista y politólogo ruso, ha asegurado a EL PERIÓDICO que el principal contencioso radica en el calendario de la aplicación de los acuerdos de Minsk, es decir, si se celebrarán las elecciones en las regiones separatistas antes o después de que Kiev recupere el control de la frontera este, por donde el Kremlin aprovisiona a las milicias prorrusas. Para la parte ucraniana, celebrar comicios sin recuperar el total control del territorio en el Donbás equivaldría a aceptar el veredicto de unas urnas colocadas bajo la coacción militar de la potencia vecina.   

Bloqueo para entrar en la OTAN

"Aquí no hay medias tintas; uno gana y otro pierde, con lo cual ninguno de los dos líderes puede hacer concesiones", ha destacado Frolov, quien considera que en este juego "es Putin quien cuenta con todas las bazas". "O logra" que Zelenski ceda en este tema o "mantiene el conflicto congelado", opción que tambien le favorece ya que bloquea "el acceso de Ucrania a la OTAN".

Así las cosas, Zelenski asume "grandes riesgos" y "pone en peligro su popularidad" acudiendo a las negociaciones de París, opina telefónicamente desde Kiev el politólogo Yevguen Magda. Ya se han registrado manifestaciones de miles de personas en la capital ucraniana protestando contra cualquier cesión ante el Kremlin, aunque por el momento, insiste Magda, el bisoño líder ucraniano "no ha cruzado ninguna línea roja". "Todo depende del resultado" del encuentro, concluye Magda.              

La guerra entre Kiev y los separatistas pro-rusos causó más de 13.000 muertos en el Donbás, bastión industrial del este ucraniano, y un millón de desplazados desde el 2014.

Desde los acuerdos de Minsk firmados en el 2015 se ha reducido la intensidad de los combates, pero 80.000 hombres siguen enfrentándose a lo largo de una línea de 500 kilómetros. Occidente y Minsk acusan a Moscú de financiar y armar a los rebeldes, algo que Rusia niega, pese a las abrumadoras evidencias.  Moscú alega que su misión es proteger a la población rusófona local.

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