PENURIA EN EL PAÍS CARIBEÑO

Cuba se queda en reserva

falta de carburante en cuba

falta de carburante en cuba / periodico

María Angelina González

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Cuba se ha convertido en un hervidero de soluciones momentáneas para hacer frente a la aguda escasez de combustible. Para las autoridades se trata de una "situación coyuntural", para la mayoría de la población es más bien una situación descoyuntural.

El carburante llega a la isla a cuentagotas. Aparece una semana, desaparece radicalmente otra hasta quién sabe cuándo. "¡La gasolina está perdida!", se exclama en la calle. En los últimos tiempos, el Gobierno de Donald Trump ha decidido apretar aún más el cuello a las autoridades cubanas. Una actitud típica en períodos preelectorales en Estados Unidos para contentar al poderoso lobi de Florida y así ganar sus votos.

El pasado 11 de septiembre, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, sin intención de "provocar miedo", reveló al país la situación de escasez en el programa de televisión 'Mesa redonda', que se caracteriza por que los colaboradores siempre están de acuerdo en todo, como ocurre en la Asamblea Nacional, donde las leyes se aprueban por unanimidad.

En Cuba también hay escasez de alimentos, entre ellos los más perentorios, y de medicamentos, incluso para dolencias muy delicadas. Unas carencias que llevan a la desmoralización de la población. Es como que a nadie le importa nada. Como un sálvese quien pueda. Lo de la gasolina de ahora es solo la gota, esta vez de petróleo, que ha colmado el vaso.

Aplicación para el móvil

Las colas ante las gasolineras son interminables. La gente espera horas y horas a ver si Dios accede a que llegue un camión cisterna. ¿Y qué hace? Pues se toma la escasez con mucha calma. Los cubanos ya están acostumbrados a lo descoyuntural.

¡Ah, la inventiva! Alguien ha puesto en marcha una aplicación para móviles que informa a los conductores en qué gasolinera hay combustible, si la cola es larga y si existe o no el peligro de que se acabe el carburante antes de que le toque a uno servirse. También ha surgido un nuevo empleo descoyuntural: individuos que, a cambio de dinero, hacen cola y, una vez cerca del surtidor, llaman por el móvil a quien le contrató.

Lo mismo ocurre con los medicamentos. Aunque en estos casos los que tienen que hacer largas suelen ser los ancianos, los más necesitados. Su espera puede empezar a las cuatro de la mañana. Llegan a la farmacia como zombis, a ver si cuando entra el camión viene la medicina que le urge. Lo que suele ocurrir a media mañana.

Esta situación recuerda a los cubanos el conocido como periodo especial, impuesto por Fidel Castro en 1991 tras la caída del Muro de Berlín. En esos años, las calles estaban repletas de bicicletas como si fuera la China de Mao, y no la China de ahora, atestada de Maseratis.

Recortes aquí y allá

En las paradas de autobús se agolpan personas cada vez más desesperadas por no poder trasladarse. La policía exige a vehículos estatales que llenen los asientos vacíos y los medios de comunicación llaman a la población a solidarizarse con aquellos que carecen de medios propios.

Hoy, las autoridades hacen lo indecible, recortando aquí y allá, para evitar que se produzcan los apagones de hace 28 años, cuando se cortaba el fluido eléctrico hasta 12 horas continuas por la noche. Aquello duró años.

La incapacidad para producir, la persecución a quienes lo hacen bien -porque en Cuba el éxito es más peligroso que el fracaso-, la aplicación de estructuras económicas ampliamente probadas como inservibles, los obstáculos al desarrollo de la iniciativa privada, son en verdad lo que crea la situación de descoyuntura, según los analistas.

"Los problemas económicos de Cuba no son coyunturales, sino que se asientan en una consuetudinaria dependencia sobre un socio extranjero y la incapacidad durante 60 años -la revolución cubana triunfó en enero de 1959- de no poder sufragar las importaciones con las propias exportaciones, todo ello agravado por el embargo de Estados Unidos", a juicio del economista cubano Carmelo Mesa-Lago.

Productor mundial

El país ha importado hasta azúcar, del que llegó a ser el primer productor mundial, y compra al exterior frutas frescas para abastecer a los turistas, cuando si cae una semilla al suelo brota un árbol de papaya. A todo ello, la nueva Constitución, recién aprobada, reproduce las trabas al crecimiento del sector no estatal de la economía y a la autonomía de la sociedad civil.

El propio Díaz-Canel parece darle la razón a esto al decir que "esta coyuntura se puede repetir" y que quizá vuelvan los apagones aunque "nunca serían de tanta intensidad como en el período especial", lo cual deja claro que no se trata de un problema coyuntural sino de algo más severo y no a largo plazo.

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