ESCÁNDALO GLOBAL

El turbio caso Epstein

Protesta contra Jeffrey Epstein, el pasado julio en Nueva York.

Protesta contra Jeffrey Epstein, el pasado julio en Nueva York. / periodico

Idoya Noain

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Desde el 10 de agosto, cuando en una celda federal de Manhattan se encontró el cadáver de Jeffrey Epstein tras lo que la oficina forense determinó como un suicidio, un lamento extendido fue que las decenas de mujeres que fueron víctimas del tráfico, la explotación y el abuso sexual por parte del millonario financiero cuando eran menores d eedad volvían a quedarse sin justicia, igual que tras el fiasco en 2008 en Florida que permitió a Epstein salir prácticamente impune. Algo más de tres meses después, no obstante, hay esperanza para ellas.

El notorio caso, en el que hombres poderosos aparecen salpicados, aunque de momento no imputados, sigue vivo. Tambien siguen vivas las investigaciones, el escrutinio judicial sobre mujeres que ayudaron a la red y, también, las intensas y alargadas sombras que lo rodean.

Tanto el FBI como el inspector general del Departamento de Justicia tienen abiertas investigaciones sobre la muerte de Epstein, que ha sacado los colores al Gobierno de Estados Unidos al revelar problemas endémicos en el sistema federal de prisiones. Esta misma semana han sido imputados dos guardias que aquella noche debían vigilar a Epstein e incumplieron sus obligaciones y falsificaron los registros. Sin justificar sus acciones, un representante sindical ha denunciado que los funcionarios están siendo usados como "chivos expiatorios".

Interrogantes en el Congreso

Lo cierto es que la muerte bajo custodia de un preso tan destacado y relacionado con pesos pesados de todos los ámbitos ha disparado interrogantes, y muy serios, aunque se mantiene la versión oficial del suicidio, certificada por una forense y luego ratificada por esa misma especialista cuando otro forense privado, en un análisis encargado por el hermano menor de Epstein, cuestionó que se hubiera quitado la vida y apuntó al homicidio.

Son dudas que no solo corren en sitios web dados a teorías de la conspiración o en las redes sociales, sino incluso en en el Capitolio, donde se plantearon este martes en el comité judicial del Senado cuando compareció la nueva responsable de prisiones, Kathleen Hawk Sawyer, que llegó al cargo justamente tras el cese de su predecesor por la muerte de Epstein.

"Con un caso de este elevado perfil tiene que haber o un enorme malfuncionamiento del sistema o una actividad delictiva organizada para permitir que esto suceda”, planteó el republicano Lindsay Graham, logrando que Hawk Sawyer admitiera que entre las investigaciones del FBI está la segunda opción. Y en la misma línea planteó las dudas el también republicano Ted Cruz, que remarcó que "había hombres poderosos que querían a Epstein silenciado". "Hay dos y solo dos posibilidades sobre qué pasó", dijo el tejano. "Uno: total negligencia y fracaso del departamento de prisiones al hacer su trabajo. Dos: algo mucho peor; que fue no suicidio sino un homicidio cometido por la persona o personas que querían a Epstein silenciado. Cualquiera de las dos es completamente inaceptable".

De poco sirve que los investigadores federales o la oficina del fiscal de distrito de Nueva York, que sigue construyendo un caso legal contra cómplices después de que se desestimara el de Epstein por su muerte, estén haciendo esfuerzos por desacreditar las teorías conspirativas, desde las más estrafalarias que aseguran que Epstein sigue vivo hasta las que tratan de buscar lazos políticos a su muerte, señalando según filias y fobias partidistas a la relación del financiero con Bill Clinton en unos casos y con Donald Trump en otros.

Escrutinio renovado

Sea cual sea el resultado final de las pesquisas, no obstante, el caso ya ha servido para intensificar el escrutinio sobre cómo pudo funcionar la red de Epstein; sus extensos, largos y bien conectados tentáculos globales y la laxitud con que fue tratado. Artículos de prensa han dejado en evidencia, por ejemplo, la relación que mantuvieron con él Bill Gates, milmillonarios como Leslie Wexner y Leon Blackpremios Nobel o el príncipe Andrés de Inglaterra. Y en el foco de los investigadores están también varias mujeres que le ayudaron a reclutar y explotar a las menores, incluyendo Ghislaine Maxwell, Sarah Kellen, Lesley Groff y Nadia Marcinkova, que pudo haber sido antes una de las víctimas.

En Florida, además, hay abierta una investigación ordenada por el gobernador republicano Ron De Santis para entender cómo se gestó el polémico acuerdo de 2008 que dio un ventajoso trato al depredador sexual, un pacto que el pasado julio forzó la dimisión del secretario de empleo de Trump, Alex Acosta, que era fiscal general de Florida hace 11 años.

Una investigación del 'Palm Beach Post' pone en el disparadero a la fiscalía del condado, en manos demócratas entonces, que pese a escuchar a 13 víctimas solo presentó a una de 14 años ante un gran jurado, atacando además su credibilidad. Tratando a las adolescentes prácticamente como prostitutas, una de las fiscales llegó a decir: "En este caso no hay víctimas". Las había, las hay; en muchos casos jóvenes de familias con bajos recursos o reclutadas en países en vías de desarrollo, aun más vulnerables. Hoy siguen esperando justicia.