La crisis política boliviana

Tres muertos y decenas de heridos dejan los choques entre partidarios y detractores de Morales

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Abel Gilbert

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Los enfrentamientos callejeros entre partidarios y detractores del presidente boliviano Evo Morales ya han dejado tres muertes y al menos 34 heridos. Limbert Guzmán, de 20 años, perdió la vida después de una trifulca en el departamento de Cochabamba y tras sufrir graves heridas cerebrales. Ubicada a casi 400 kilómetros de La Paz, Cochabamba se ha convertido en uno de los escenarios de mayor virulencia política. Una turba incendió la Alcaldía de la ciudad de Vinto, cuya alcaldesa, la oficialista Patricia Arce, fue arrastrada por la calle, donde la rociaron pintura y la cortaron el pelo, hasta que fue rescatada por la policía. El linchamiento, que se conoció a través de las redes sociales, fue condenado por el Gobierno.  "Qué parte de respetar derechos de mujeres no aprendieron? ¿Qué parte de aceptar al distinto expresión básica de democracia no les entra? Acepten la elección del 20/10!", dijo la ministra de Salud, Gabriela Montaño.

Morales no tardó en pronunciarse a través de su cuenta en Twitter. "Toda mi solidaridad con nuestra hermana alcaldesa de Vinto, Patricia Arce, secuestrada y vejada cruelmente por expresar y defender sus ideales y los principios de los más pobres. Condenamos las acciones violentas que causan luto y dolor en la familia boliviana". La muerte del jóven Guzmán obedeció según el jefe de Estado a la misma matriz. Se ha trayadi de una "víctima inocente de la violencia promovida por grupos políticos que alientan el odio racial entre hermanos bolivianos. Reitero mi llamado a la paz social para devolverle la tranquilidad a nuestro pueblo".

Las protestas se suceden desde hace más de dos semanas en Bolivia después de que oposición y movimientos ciudadanos encolumnados detrás de Santa Cruz, la región más rica de Bolivia y a su vez la principal usina conspiradora contra Morales, denunciaran fraude en el recuento de votos que dieron la victoria del presidente en las urnas. Las autoridades aceptaron un recuento de los votos bajo la supervisión de la Organización de Estados Americanos (OEA). Pero esa posibilidad fue rechazada por los opositores, lanzados a las calles para forzar la salida de Morales del Palacio Quemado, la sede del Ejecutivo en La Paz.

El dirigente cruceño Luis Fernando Camacho llegó a la capital en la noche del miércoles con el propósito entregarle al mandatario la carta que redactó en la que le exige su dimisión. Camacho quiere que "la Biblia y Dios" vuelvan a reinar en el Palacio Quemado. Esa es su principal consigna. En los hechos, ha relegado a un segundo plano a Carlos Mesa, el candidato que compitió contra Morales en los comicios.

Las acciones de Camacho y sus seguidores han provocado la inquietud de la Iglesia Católica, que no simpatiza necesariamente con el Gobierno. Para el arzobispo de Sucre, monseñor Jesús Juárez, pedir la renuncia del presidente Evo Morales es una "medida radical" que no se puede  plantear a la "ligera" en "tiempos de democracia".  Juárez dijo que el obispado está dispuest a "facilitar" el diálogo" entre las partes enfrentadas.