MEDIO AMBIENTE

Una marea negra de tres meses en Brasil

Una voluntaria recoge restos de crudo en la arena de una playa cerca del centro turístico de Oporto de Busca Vida en Lauro de Freitas, estado de Bahía.

Una voluntaria recoge restos de crudo en la arena de una playa cerca del centro turístico de Oporto de Busca Vida en Lauro de Freitas, estado de Bahía. / periodico

Abel Gilbert

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El niño salió del mar envuelto del dolor de la naturaleza. A Everton lo cubría el petróleo que quiso sacar con sus manos enguantadas en el cabo de Santo Agostinho, Itapuama, como si en esos 10 dedos pudiera caber todo el desastre que se esparcía por las costas del noreste brasileño.  Los voluntarios que fueron a retirar los residuos de crudo incrustados en las rocas o mezclados con la arena tuvieron esa misma sensación de impotencia y perplejidad.

Casi 90 días después del desastre, Jair Bolsonaro habló recién sobre el derrame que ha afectado a más de 300 playas a lo largo de unos 3.000 kilómetros. "Lo peor está por venir", dijo el capitán retirado. La predicción de "una catástrofe" ambiental "mucho mayor" coincidió con los temores de una comunidad estupefacta desde que las manchas negras comenzaron a aparecer en Paraíba a finales de agosto.  "Lo que llegó hasta ahora y que fue recogido es una pequeña cantidad", ha reconocido Bolsonaro cuando la viscosidad tiñó 77 municipios que representan el 40% de toda la costa atlántica.  El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) no descartó que el derrame se extienda hacia el sur y llegue a Río de Janeiro.

¿Qué puede ser lo peor?" se pregunta Miriam Martínez. "Limpias las playas y las manchas vuelven. Nos están faltando voluntarios". Ella era ejecutiva de Inditex. Dejó España y fue a buscar el paraíso. Lo encontró en la isla de Boipeba, en el litoral del estado de Bahía, donde ha montado un hotel ecológico con casas de barro. Ahora, como integrate del "Comitê Boipeba limpa"  le toca, al igual que otras comunidades, presenciar el teatro de la indolencia de los hombres que tienen que tomar decisiones. "La posición del Gobierno es la de no ayudar. No cree en el medio ambiente", le dice a El Periodico. "No se entiende que no se haya llevado a cabo un plan de emergencia a partir de los primeros derrames ni que tampoco se haya ido a alta mar a buscar las manchas antes de que aparezcan en las playas. Ni siquiera convocaron a Petrobras, que tiene la tecnología adecuada para enfrentar estas situaciones".

Calamidad

Unos 2350 uniformados participan junto con 15 barcos y tres drones de las tareas de limpieza y prevención pero han recibido severas críticas de los ambientalistas por la ligereza con la que enfrentan la calamidad. Hasta el momento fueron mayoritariamente las comunidades nordestinas las que han recogido más de 4.000 toneladas de petróleo, equivalentes a lo que la estatal Petrobras produce en poco más de 10 minutos.

El inventario provisional del desastre asusta. Solo en el Parque Nacional Abrolhos, una de las principales cunas de la biodiversidad marina del Atlántico Sur, con sus santuarios de ballenas, fueron encontrados con vestigios del hidrocarburo decenas de animales, en su mayoría tortugas marinas. La mayoría han muerto. El archipiélago alberga algunos de los principales arrecifes de coral de la costa brasileña, incluidas especies en peligro de extinción. "Todo esto es una tragedia", dijo Gustavo Duarte, biólogo de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Las "bolitas negras del tamaño de una moneda", como las denominó el vicealmirante Silva Lima, trastocaron las rutinas económicas y turísticas de numerosas localidades. El mar las trajo una plaga oscura a balnearios como el de Suape, en el estado de Pernambuco.  La gente no quiere comer el pescado. Teme intoxicarse. Los visitantes extranjeros se han reducido a la mitad. "No llegó ninguna ayuda para los pescadores", dijo uno de ellos, Ademar Senna. Las "bolitas" llegaron hasta los manglares para mezclarse entre los cangrejos y las ostras.

El barco bajo sospecha

Las autoridades hablan de una "acción criminal" y señalan con su dedo a Delta Tankers Ltd, la naviera responsable del petrolero griego 'Bouboulina' que ha quedado en el centro de las sospechas. La compañía, que estuvo involucrada tres años atrás en un derrame en Rusia, ha asegurado que el barco en cuestión llegó a su destino asiático "sin registrar ninguna fuga".

El Gobierno de ultraderecha no se pudo privar de convertir el desastre en otro campo de batalla ideológica. El ministro de medioambiente, Ricardo Salles,  recordó que 'Bouboulina' derramó "petroleo venezolano" y, de paso, sugirió que un barco de Greenpeace había navegado en aguas internacionales frente a la costa brasileña. La organización ambiental rechazó la acusación y la consideró como una suerte de ajuste de cuentas de Salles con las críticas que recibe su gestión. Según la revista Piauí, se habrían necesitado al menos diez naves de Greenpeace para provocar solo los daños preliminares en el litoral. En uno de esos puntos de ensueño, Boipeba, Martínez consume parte de su energía en la limpieza de la playa. Se va a dormir exhausta con la pregunta sin respuesta: cuánta negrura llegará al otro día.