Conflicto político en Bolivia

Mesa pide nuevas elecciones y Morales denuncia un intento de golpe de Estado

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Abel Gilbert

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Bolivia se desliza sin frenos hacia el precipicio político. Carlos Mesa reclamó este domingo nuevas elecciones y la dimisión del tribunal electoral y se plegó a los sectores más duros de la región de Santa Cruz que buscan el desplazamiento del poder de Evo Morales. El presidente, dijo, "tiene en sus manos la pacificación del país y la salida democrática a la crisis". Sin embargo, señaló el candidato de Comunidad Ciudadana, "no tiene el valor para hacerlo y está provocando la petición de su renuncia". Morales, por su parte, considera que Santa Cruz, la región más próspera de ese país, encabeza un nuevo intento de golpe de Estado que ha arrastrado al mismo Mesa. "Hay fraude (decían los opositores), ¿ahora, qué dicen?: 'Fuera Evo'. Ya no es tema de fraude, es un tema de golpe", dijo y anunció una "reunión de emergencia" con el movimiento obrero y los movimientos sociales para enfrentar las nuevas circunstancias derivadas del no reconocimiento por parte de la oposición del resultado de los comicios del 20 de octubre.

De acuerdo con el Tribunal Electoral, Morales se impuso en primera vuelta con 47,08% de los votos, contra 36,51% de Mesa, quien de inmediato se opuso a reconocer el resultado. La Organización de Estados Americanos (OEA) está realizando una auditoría de las urnas a petición del Gobierno, pero los líderes cruceños primero, y Mesa después, tampoco aceptan esa vía de solución del enfrentamiento. "Coincidimos con la mayoría del pueblo en que el mayor riesgo para la democracia es la permanencia de Evo Morales en el poder", dijo el expresidente interino (2003-2005).

El enfrentamiento que remece a Bolivia a pesar de su crecimiento económico sostenido y su reducción histórica de la pobreza, comenzó a incubarse en el 2016, cuando Morales perdió una consulta popular con la que aspiraba a obtener el derecho a pelear en las urnas por un nuevo período de Gobierno. El presidente fue autorizado a competir por el Tribunal Constitucional. "A pesar de ello, en aras de preservar la democracia, decidimos participar en las elecciones en las condiciones más adversas, con leyes a la medida del oficialismo, con un órgano electoral sometido al Gobierno y en condiciones de inequidad extremas", dijo Mesa. "Con todas esas circunstancias en contra, nos enfrentamos con éxito al Movimiento al Socialismo (MAS) en las urnas, pero ellos ejecutaron un fraude y pretenden robarse la elección".

El liderazgo cruceño

Mesa es un historiador que tiene una añeja disputa personal con Morales. Las controversias siempre lo ubicaron en el centro político. Aunque fue el candidato opositor, en los últimos días es la dirigencia cruceña la que diseña la estrategia con la que quiere buscar el desplazamiento del actual presidente. El Comité Cívico de esa región le ha dado un ultimátum de 48 horas a Morales. Fernando Camacho, el principal referente de ese sector, ha dicho que la cuenta regresiva concluye este lunes.

La raigambre conservadora de Camacho lo lleva anhelar el retorno de Dios al Palacio Quemado, la sede del Ejecutivo. El dirigente y empresario ha expresado su deseo de contar con una libreta "como la de Pablo Escobar", el extinto narcotraficante colombiano, para anotar los nombres de los traidores a la causa contra Morales. Mientras el venezolano Nicolás Maduro ve a Luis Almagro, el secretario general de la OEA, como un "agente del imperio", Camacho cree que el exfuncionario uruguayo es un populista que defiende al jefe de Estado.

De acuerdo con Morales, la oposición quiere retornar al pasado neoliberal y echar por tierra las conquistas sociales alcanzadas desde el 2006. Morales sabe que Mesa y Camacho no son la misma cosa aunque por el momento unan sus voces. "Hago un llamamiento a defender la patria, hago un llamamiento a la oposición, no nos enfrentemos entre bolivianos, le pido a algunos grupos en Santa Cruz que no vayan a pegar a nuestras mamás, eso no los va a llevar a ningún camino", pidió el presidente con escaso éxito.

En los años 2007 y 2008, Morales y Santa Cruz velaron por primera vez sus armas. La intervención entonces de la comunidad sudamericana evitó el choque tan anunciado por estas horas. Una de las grandes diferencias entre lo ocurrido hace 12 años y el presente de tensión es que la UNASUR ha dejado de existir y los países vecinos observan impasibles cómo Bolivia entra en una zona de oscuridad.