CERCO AL YIHADISMO

Más allá de Al Bagdadi

Madres y niños en un campo de prisioneros del Estado Islámico en el norte de Siria.

Madres y niños en un campo de prisioneros del Estado Islámico en el norte de Siria. / periodico

Ricard Garcia Vilanova

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En medio del inhóspito desierto sirio, mientras uno avanza por una angosta carretera en la que a tramos se atisba el muro infranqueable que levanto Turquía a lo largo de la frontera, aparece, de la nada, la punta del iceberg de un enorme campo de refugiados.

Colinda con la población de Ain Issa, en el norte de Siria, y, en su interior, en una sección acotada por un vallado a modo de prisión, se agolpaban no hace mucho prisioneras de Estado Islámico. Eran mujeres y su hijos, de procedencia mayoritariamente europea, apresadas por los kurdos. 

El campo fue quemado hace pocos días, en el marco del bombardeo turco en el norte del país, y las mujeres escaparon aprovechando la coyuntura del conflicto que asola la parte norte de Siria una vez más. En el 2018, tuve la oportunidad de ver este mismo campo,  cuando apenas se sabia de la existencia de estas mujeres que abrazaron la causa yihadista, y entrevisté  a varias europeas, entre ellas, alemanas e italianas.

Uno de los casos que me llamo más la atención fue el de la mujer de Estado Islámico de procedencia francesa con estudios universitarios y que hablaba dos idiomas además del materno. Contaba que ella se unió a los yihadisatas junto a su pareja, también universitario, ambos de ascendencia magrebí. Aseveraba, entre otros argumentos, que el atentado de la sala Bataclan en París era propaganda del Gobierno francés.

El ejemplo de esta mujer, que no dista en absoluto de los hombres y mujeres del EI que he ido viendo antes y después, nos plantea varias cuestiones. La formación yihadista manejó la información de forma extremadamente eficaz hasta el punto de externalizarla para lograr la captación de nuevos adeptos y, además, interiorizarla en su Califato para garantizar un férreo control.

Evitar el personalismo

Estado Islámico es una organización terrorista que sofisticó y mejoró los procedimientos y modus operandi,  porque aprendió de los errores de Al Qaeda, principalmente, el de fiar toda la fuerza de la organización a la figura de Bin Laden. Bin Laden era Al Qaeda y Al Qaeda era Bin Laden. Estado Islámico, por el contrario, creó una marca que va mas allá de quién sea su líder visible. Abu Bakr Al Bagdadi,  no nos olvidemos, es el segundo que ostenta el liderazgo y solo apareció en dos de los más de 2.000 vídeos que la organización ha realizado estos últimos años.

Al Bagdadi, que murió "como un perro" -según palabras del presidente norteamericano, Donald Trump- en una operación en la provincia de Idlib, no descabeza la organización, porque Bagadadi no era Estado Islámico ni Estado Islámico era Al Bagdadi. La fuerza de este mensaje es lo que atrajo a miles de combatientes y mujeres de Occidente, que decidieron abrazar la causa.

Identidad y pertenencia

No existe un perfil único de los occidentales que han abrazado la causa yihadista. Los hay fanáticosreligiosospsicópatas movidos por interés meramente económico. Pero si hubiera que destacar denominadores comunes entre los occidentales que se unen a EI, habría que destacar el carácter identitario y el sentido de pertenencia.

Posteriormente a aquella visita, he ido regularmente a los tres campos con mujeres del EI detenidas y he podido hablar con muchas más estos últimos años. Recientemente, con una españolaRomina, de padre español y madre alemana. Ella forma parte del grupo que decidió unirse al Califato, en su caso de la mano de su marido.

Su historia arranca con la llegada a Siria, y termina en  Baghouz (norte de Siria) en marzo de este año, donde formó parte de las miles que se rindieron en la batalla donde el Califato dejo de serlo porque perdió el territorio y volvió a ser solo Estado Islámico de nuevo.

"Yo quiero volver a vivir normal, aunque tenga que estar en la cárcel entre dos y seis años, creo, pero yo acepto lo que sea para volver a mi vida normal", dice Romina para añadir: "Yo soy diferente, no soy como ellos. Quiero cambiar, estoy cambiando".

La española pide una oportunidad para expresar su arrepentimiento convencida de que lo que hizo "fue un error muy grande". Como otras muchas mujeres europeas captadas, ahora reniega de la causa.

Ella se encuentra en Al Roj, en el kurdistan de Siria, donde las medidas de seguridad son más relajadas porque perfil de mujeres es más parecido al de Romina. En el campo de Al Hawl, integrado en uno mayor pero, se ha reproducido el sistema del Califato. Separado por dos o tres puertas de seguridad, la Sharia impera dentro y fuera las fuerzas de seguridad kurdas lo mantienen aislado del resto del campo poblado por refugiados iraquís y sirios.

La cobertura informativa del conflicto yihadista fue utilizada por la propia organización como altavoz y amplificador de su mensaje. Las palabras del jordano Abu Musab al Zarqawi, cabeza de Al Qaeda, en 2005 adquieren plena vigencia : "Y yo os digo: estamos en una batalla y más de la mitad de esta batalla esta teniendo lugar en el terreno de los medios de comunicación. Es una batalla por ganar las mentes y los corazones de los miembros de la Umma (comunidad de creyentes musulmanes)".

Aquel descampado de personas viviendo en tiendas de campaña, coches y camiones en Baghouz (norte de Siria) fue lo que finalmente quedo del Califato del Estado Islámico, que llego a controlar una superficie del tamaño del Reino Unido, con tres capitales en Siria, Irak y Libia. Su reinado se extinguió en marzo.