Crisis en la excolonia

Sale de la cárcel el asesino que generó las protestas en Hong Kong

Un reverendo le ha convencido para entregarse a la justicia taiwanesa

El asesino Chan tong kai, origen de las protestas en Hong Kong, sale de prisión.

El asesino Chan tong kai, origen de las protestas en Hong Kong, sale de prisión. / periodico

Adrián Foncillas

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Chan Tong-Kai ha salido de la cárcelChan Tong-Kai el mismo día que Hong Kong enterraba oficialmente la Ley de Extradición en un curioso giro del calendario. Ambos están detrás de las protestas que durante cinco meses han empujado a la excolonia hacia el caos y el vandalismo: el asesinato de Chan provocó que Carrie Lam, jefa ejecutiva, tramitara la ley para ser juzgado en Taiwán. El resto es Historia.

Chan ha salido esta mañana de la prisión de alta seguridad de Pik Uk acompañado del sacerdote que le ha convencido para sentarse en el banquillo. “Estoy deseando entregarme a Taiwán para afrontar el juicio. Espero que eso pueda aliviar a su familia y que ella pueda descansar en paz”, dijo en referencia a su novia. Chan subrayó sus disculpas con un par de inclinaciones antes de subirse a un coche y perderse en la ciudad. Está recluido en un lugar secreto y protegido por la policía, ha desvelado la prensa local.

Ocurrió en Taiwán en febrero de 2018: Chan mató a su novia embarazada y la descuartizó, apretó los restos en una maleta y la arrojó en un parque de Taipei. La pareja hongkonesa estaba de vacaciones en Taiwán y, según contó en el juicio, ella le había revelado que el hijo le era ajeno y mostrado vídeos sexuales con su exnovio.

En el limbo jurídico

Chan regresó a Hong Kong, fue detenido y confesó. Pero la excolonia no pudo juzgarle porque el crimen no fue cometido en su suelo ni enviarlo a Taiwán porque carece de tratado de extradición. Chan sólo pudo ser condenado por el robo de la tarjeta de crédito y 18 meses después ha pisado la calle.

Lam, tras recibir varias cartas de la madre de la víctima implorando auxilio, tramitó la ley de extradición para acabar con esas lagunas procedimentales. Pero una parte de la sociedad vio en esa ley una pasarela hacia la turbia justicia del interior por la que desfilarían disidentes políticos, miembros de Falun Gong y otros elementos molestos para Pekín. Las calles se atiborraron de manifestantes y Lam capituló tras varios meses anunciando la retirada definitiva de la ley que se ha formalizado hoy.  

El Gobierno local había aclarado que, sin esa ley de extradición, carecía de instrumentos para retener a Chan un día más en la cárcel. Sólo su liberación ha devuelto brevemente los focos hacia Chan. La prensa local ha informado de los esfuerzos de legisladores afines a Pekín y del reverendo anglicano Peter Koon para convencerle de que se entregara. Lo ha logrado el segundo, al que se le intuyen unas considerables dotes persuasivas porque la justicia taiwanesa contempla la pena de muerte en casos de asesinatos. Los expertos, sin embargo, apuntan a una larga condena de cárcel por su entrega voluntaria y la presión social abolicionista.

Pugna entre Hong Kong y Taipei

La voluntaria entrega de Chan no ha finiquitado el embrollo. Hong Kong y Taiwán discuten estos días sobre cómo formalizarla. El Gobierno de Taipei, que ha utilizado el conflicto hongkonés para darle la vuelta a las encuestas, pretendía enviar a sus oficiales hasta la excolonia para escoltar a Chan. La exigencia ha sido desestimada por Hong Kong por “irrespetuosa”.

Apenas una fracción de la prensa que cada fin de semana cubre los disturbios ha acudido esta mañana a la cárcel. Chan es una nota marginal en la historia de la revuelta y el entierro de la ley de extradición es ya irrelevante cuando los activistas acumulan cinco demandas innegociables.

Relevo de Lam

Estas protestas han supuesto un tormento para Lam que podría acabar en breve. Pekín ya ha decidido relevarla en marzo por un interino que completará el mandato hasta 2022, según el diario Financial Times. Revela el medio que Xi Jinping, presidente chino, pretendía conservarla hasta que terminaran las convulsiones sociales para evitar concederles la victoria al movimiento autoproclamado democrático. El vigor de las protestas, sin embargo, no sugiere un final inminente.

Lam ha concentrado la ira en las protestas. Protagoniza muchos de los degradantes cánticos y es caracterizada como Pinocho, junto a esvásticas o besándose con el presidente chino. Ni sus desesperados llamamientos al sosiego ni sus tercas disculpas con ojos vidriosos han limado el odio. 

Investigaciones periodísticas revelaron que Pekín ha rechazado sus súplicas de dimisión y sus sugerencias de ceder en las exigencias menos utópicas de los manifestantes para devolver la paz social. En una charla ante empresarios repitió que le gustaría marcharse tras una profunda disculpa por el "profundo caos" provocado.