LA ENCRUCIJADA DEL REINO UNIDO

Johnson solicita a Bruselas un nuevo aplazamiento para el 'brexit'

Donald Tusk deberá consultar con los líderes europeos el nuevo retraso

Boris Johnson en el parlamento británico.

Intervención de Boris Johnson en el parlamento británico. / periodico

Begoña Arce

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Boris Johnson pidió anoche a Bruselas un nuevo retraso del ‘brexit’, a pesar de haber insistido en incontables ocasiones que no lo haría. Fuentes de Downing Street confirmaron a última hora de la noche que el primer ministro se disponía a enviar una primera carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, pidiendo la ampliación que exigía la ley, hasta el 31 de enero, pero la carta iría sin firmar. Johnson además mandaría una segunda carta, esta sí, firmada, en la que diría que considera el retraso un error. El primer ministro mantuvo una conversación telefónica con Tusk y éste confirmó en un tuit estar a la espera de la misiva. También indicaba que debía consultar con los líderes de la Unión Europea, para ver cómo reaccionaban. “Esto puede llevar varios días”, advertía.

Así concluía la jornada bautizada como el ‘Supersábado’, que terminó en otro fiasco. “Una histórica oportunidad de resolver el ‘brexit’”, según esperaba Johnson. El día en que por cuarta vez en tres años y medio los diputados debían decidir en votación la ratificación de un segundo acuerdo sobre el ‘brexit’ alcanzado por el primer ministro británico con la Unión Europea esta semana. Pero el plan se vino abajo por la tarde, en otro de esos giros insospechados del ‘brexit’. Una enmienda se cruzó en el camino de Johnson, quien, humillado, hubo de aplazar la votación hasta la próxima semana, en principio y pedir además la prórroga.

La Cámara de los Comunes aprobó por 322 votos a favor frente a 306 en contra posponer la ratificación definitiva del acuerdo hasta que la legislación, que debe implementarlo, sea completada. La enmienda la presentó por sorpresa el exdiputado conservador, ahora independiente, Oliver Letwin. Su objetivo era garantizar que no habrá obstáculos o impedimentos en la tramitación, que pudieran servir de pretexto para concluir el 31 de octubre saliendo de la Unión Europea sin acuerdo. A estas alturas, nadie se fía de nadie.

Cumplir la ley

Boris Johnson respondió suspendiendo la votación, pero repitiendo que sigue adelante con su plan y con la fecha que se ha fijado y en la que se juega el prestigio político. La llamada ley Benn le obligaba sin embargo a pedir por carta, antes de las 11 de la noche del sábado, hora de Londres, una ampliación del Artículo 50 hasta el 31 de enero. Algo a lo que se negó. “No voy a negociar un retraso con la UE y la ley no me obliga a ello”, fue su desafiante respuesta. El reto iba camino de los tribunales y más específicamente en el Tribunal Civil de Escocia, donde hace once días, los jueces aplazaron su decisión sobre cómo forzar al primer ministro a acatar la ley, argumentado que no tenía por qué presumir que Johnson no la cumpliría. La vista debía reabrirse el lunes a mediodía.

El líder conservador del Parlamento británico, Jacob Rees-Mogg sugirió, en nombre del Gobierno, que la votación podría celebrarse precisamente el lunes, pero el presidente de la Cámara de los Comunes, el ‘speaker’, John Bercow, la persona que en realidad debe decidir, dio a entender que no aceptará la propuesta.  “El aparente propósito de la moción ministerial es invalidar o ignorar el efecto de la decisión que ha tomado la Cámara hoy” señaló Bercow.

Votos laboristas

La sesión extraordinaria en el Parlamento, que por primera vez en 37 años se celebraba en sábado (la última fue convocada por Margaret Thatcher durante la guerra de las Malvinas), arrancó con el discurso de Johnson, que en todo conciliador pidió a los diputados que ratificaran el acuerdo, porque el no hacerlo tendría “un efecto corrosivo”. “Ahora es el momento de que en esta gran Cámara de los Comunes nos unamos y unamos al país, porque creo que la gente en su casa es lo que está deseando y esperando”. La anoche anterior el gobierno había publicado un compromiso para proteger los derechos de los trabajadores, con el objetivo de atraer el voto de los laboristas partidarios del ‘brexit’, en torno a una decena, que imperiosamente necesita para ganar la votación, que por ahora sigue en el aire.