ENTREVISTA

Mario Amorós: "La principal herencia que dejó Pinochet fue el neoliberalismo extremo"

El historiador, autor de una biografía sobre Pinochet, recuerda la honda admiración que el dictador chileno sentía por Franco

El historiador Mario Amorós, esta semana en Barcelona.

El historiador Mario Amorós, esta semana en Barcelona. / periodico

Laura Puig

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En una reunión el 13 de noviembre de 1974 con el obispo católico Fernando Ariztía y el luterano Helmut Frenz, el dictador chileno les soltó: "Ustedes son sacerdotes y se pueden dar el lujo de ser misericordiosos, pero yo, que estoy a cargo de este país que está contagiado por el bacilo del comunismo, no me lo puedo dar porque para sanar tal bacilo debemos también torturar". La cita, recogida por el historiador Mario Amorós en 'Pinochet. Biografía militar y política' (Ediciones B), revela el cinismo y la cara más cruel de uno de los dictadores más despiadados de la historia.

En una declaración premonitoria realizada en julio de 1989, antes de ceder el poder un año más tarde, Pinochet dijo que la historia sería la encargada de juzgarle. ¿Ha sido así?

Sí, es lo que he intentado con este libro. El juicio de la historia tiene que ser negativo sobre una persona que instauró una dictadura atroz y acabó con una tradición democrática de décadas en Chile. Hay una conciencia universal que ya le condenó en los años 70, la Asamblea General de Naciones Unidas censuró su régimen año tras año, cuando Pinochet fue detenido en Londres supuso una alegría para mucha gente a pesar de que finalmente no fue condenado porque se murió antes, y ahora, en un momento en el que tanto dentro como fuera de Chile se reivindica su figura, la biografía intenta contribuir a fijar la imagen de Pinochet como un dictador cruel y despiadado.

Consiguió engañar al presidente Salvador Allende y a su predecesor al frente de las Fuerzas Armadas chilenas, Carlos Prats. ¿No sospecharon nunca de su lealtad?

El 23 de agosto de 1973 -19 días antes de la asonada militar-, Pinochet fue designado comandante en jefe del Ejército. Dudó hasta el último momento sobre si participar en el golpe de Estado y traicionar al presidente de la República.  Pero también vio que el golpe había conseguido concitar un apoyo importante en el Ejército y pensó que si se quedaba fuera podría ser marginado. Finalmente, decidió unirse 36 horas antes de que empezara. Durante los tres años anteriores, se comportó como siempre, de manera impecable cumpliendo las órdenes del general Prats, las del presidente de la república, y a ojos del Gobierno parecía que iba a continuar esa tradición reciente de generales del Ejército apegados a la Constitución y al respeto a las leyes. Tras el golpe, intentó desmontar todo eso, construir la leyenda de que él había sido realmente el ideólogo del golpe, de que era un anticomunista desde los años 40, para apuntalarse en la cima de la dictadura. Pero en realidad, y de ahí la magnitud de su traición, él se comportó como un oficial apegado a sus funciones profesionales.

"Para los generales y la gente de izquierdas con la que se relacionó, fue una sorpresa la capacidad de traición y la crueldad de Pinochet"

También engañó a la CIA, que en un informe fechado en 1971 lo definía como un "militar común de pocas luces que no dirigiría un golpe", y a dirigentes de la izquierda chilena.

En los papeles de la CIA hay cosas que no encajan, pero la agencia no tuvo un gran conocimiento de Pinochet. Aunque, de hecho, también fue una sorpresa, tanto para los generales del Ejército chileno como para la gente de izquierdas con la que se había relacionado, la capacidad de traición y la crueldad del dictador. Seguramente exhibió tanta crueldad porque tenía que demostrar a los golpistas de primera hora que él era aún más duro.

Según su investigación, durante un año y medio llegó a formar parte de una logia masónica.

Sí, consta en los archivos de la Gran Logia de Chile, a los que he podido tener acceso. ¿Y por qué entra en la masonería Pinochet, cuya madre era muy beata y él supuestamente tenía una gran devoción religiosa católica? Pues porque el jefe de la Escuela de Infantería de San Bernardo, donde estaba destinado, era un masón convencido. Ya entonces, con 26 años, da una muestra de su personalidad, de cómo hacía seguidismo de sus superiores.

En la correspondencia que mantuvo con Franco se puede ver la fascinación que Pinochet sentía por el sátrapa español.

Dentro de la derecha chilena había un sector muy reaccionario políticamente, antidemocrático, que veía en Franco la persona que había sido capaz de aplastar a la izquierda en España. Y Pinochet sentía verdadera admiración por el dictador español. Incluso fue capaz de apoyar los últimos fusilamientos franquistas cuando nadie más lo hizo; no hay constancia de que ningún otro dictador del mundo le mostrase su respaldo.

¿Cómo ha llevado a cabo Chile su revisión de la dictadura?

Es un ejemplo para España en ese sentido. La dictadura impuso una ley de amnistía en 1978, que sirvió para impedir los juicios, pero la detención de Pinochet en Londres en 1998 cambia la historia. A partir de ese momento, los tribunales de justicia en Chile reinterpretan la ley de amnistía  y dicen que las personas desaparecidas no están muertas, que están secuestradas porque no han aparecido los cuerpos. Y con esa argumentación jurídica se permiten los juicios. Los más brutales represores de Pinochet están en la cárcel y algunos han muerto en prisión. Como dijo Mario Benedetti, Pinochet solo se libró de una condena penal por la muerte. Hay también una política de memoria histórica importante, con los memoriales de norte a sur de Chile y el Museo de la Memoria de Santiago es algo realmente impactante que sería inimaginable España por la reacción de la derecha. Lo que enseña la experiencia de Chile es que eso ayuda a la democracia, a que tenga una mayor calidad, a que haya una reparación real de las víctimas de la dictadura.

"Chile es un ejemplo para España en memoria histórica"

En cambio, Pinochet todavía conserva los títulos de capitán general y presidente de la República.

Es algo que nadie se ha planteado. Cuando falleció tuvo honores como jefe del Ejército, pero la presidenta Michelle Bachelet le negó los honores como presidente de la república, aunque nominalmente lo sigue siendo. En ese sentido se ha avanzado poco porque a los militares que traicionan sus obligaciones se les suele degradar.

A nivel político, ¿se reivindica ahora su figura?

Sí, José Antonio Kast, un político de extrema derecha, que ya ha venido a España al menos dos veces para reunirse con Vox. Ellos se definen abiertamente como partidarios y defensores de la dictadura. Es hijo de un ministro de Pinochet y es parte de esta ola mundial de Trump y Bolsonaro, de una extrema derecha que creíamos que se había terminado pero que vuelve sin complejos, algo impensable hace 10 años. Este señor sacó un 8% de los votos hace dos años y ahora viene otro ciclo electoral en Chile y lo que pensábamos que se había quedado reducido a personas que habían conocido a Pinochet y mantenían una lealtad incondicional, ahora asoma como voto político voto duro.

¿Se ha recuperado Chile del impacto que supuso la dictadura?

No. La principal herencia que ha dejado y que pervive a día de hoy es el modelo económico. Es un neoliberalismo extremo, donde las pensiones, la educación y la sanidad están completamente privatizadas. Las pensiones medias en Chile son de unos 200 o 300 euros, en un país con un coste de vida como en España. La gente trabaja hasta que tiene 80 años, nadie piensa en la jubilación. La educación universitaria es la más cara de América Latina. Y si te enfermas de un cáncer, la solución es que organices un evento social, un bingo por ejemplo, donde tus amigos ponen dinero. Este modelo supuso la destrucción de una sociedad equitativa como era la chilena, con problemas en los años 70, pero con un gobierno democrático, el de Salvador Allende, que intentaba crear un país con mayor justicia social.