Portugal, libre de ultras

André Silva, en un acto electoral en Aroeria.

André Silva, en un acto electoral en Aroeria. / periodico

Marta López (Lisboa)

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las convulsiones políticas que han sacudido a la Europa de la austeridad con el auge de fuerzas populistas y de ultraderecha han pasado por alto a Portugal, que el domingo se dispone a votar en las elecciones legislativas y a renovar su confianza en el Partido Socialista que ha gobernado en minoría en los últimos cuatro años. En contra de la tendencia global, el tablero político apenas se ha movido en este pequeño país que fue rescatado por la troika a cambio de un duro ajuste. Si en España Podemos recogió los frutos del movimiento de los Indignados del 15-M en los momentos álgidos de la crisis (2011), su formación hermana en Portugal, el Bloco de Esquerda (BE) ha cumplido ya 20 años, y mientras Vox cosechaba el 10,26% de los votos en las últimas legislativas, las fuerzas ultras portuguesas son muy residuales.

Y en este oasis, ha sido la el empuje que está tomando el PAN (Partido de las Personas, los Animales y la Naturaleza) lo más novedoso de la campaña, el fenómeno del que todo el mundo habla en Lisboa. Con un único diputado desde el 2015 –el líder de la formación, André Silva-, las encuestas le dan ahora hasta cuatro escaños en el nuevo Parlamento, lo que ha hecho soñar a esta formación - que Nadie Mueller, una de sus portavoces, define para este diario como "animalista, ecologista y humanista" - con ser el  "compañero verde de un Gobierno rosa", en el caso de que el PS se acerque a la mayoría absoluta pero necesite su apoyo para forjar nuevas alianzas.

Jóvenes urbanitas

El voto que cosecha no es un voto de rabia y protesta, sino un voto urbano y joven, como el de Ana, quien frente a la Facultad de Geografía de la Ciudad Universitaria de Lisboa, afirma que votará al PAN por ser el "único que realmente se preocupa del futuro de este país y del planeta".  Y a los muchos que reprochan al partido "ser más animalista que ecologista", el PAN contesta con un amplio abanico de propuestas electorales que van desde permitir el voto a los 16 años y crear tribunales especializados en delitos de corrupción y violencia machista hasta deducciones impositivas por la compra biológica y reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales.

Y frente a este discurso que cada vez tiene mayor predicamento, el de la ultraderecha sigue sin cuajar, siendo Portugal uno de las cinco excepciones europeas donde estas fuerzas no tienen representación parlamentaria, junto con el Reino Unido, Irlanda, Malta y Luxemburgo. Al ya existente Partido de la Renovación Nacional  (PNR) se sumó el año pasado otra fuerza ultra, Chega (Basta), pero juntos no llegan ni al 2% de los votos, según las encuestas.

"Aquí no funciona el discurso del euroescepticismo, ni contra la inmigración –Portugal escapa al fenómeno de las llegadas masivas desde el norte de África- ni el de la corrupción", explica Antonio Costa, politólogo y profesor del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa. Aunque también admite que "hay bolsas de voto ultraderechista que ningún dirigente político ha conseguido activar todavía". Para a el activista Jonathan Ferreira da Costa, "es solo cuestión de tiempo". En su opinión, "Portugal no es inmune" al fenómeno, aunque de momento surfea la ola.