guerra en el golfo

Yemen: la batalla entre Arabia Saudí e Irán por la influencia en la región

Riad se ha volcado de lleno en el conflicto armado para derrotar a los rebeldes hutís, apoyados por el régimen chií de Teherán

hutís yemen

hutís yemen / periodico

Kim Amor

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La guerra del Yemen forma parte del pulso que libran por apuntalar su influencia en Oriente Próximo Arabia Saudí e Irán, las dos potencias regionales, no solo en el campo militar y político, sino también en el religioso. El conflicto armado se ha convertido en una auténtica pesadilla para la monarquía saudí. Alardeó de que necesitaría unas pocas semanas para sofocar la revuelta de los hutís y hoy, cuatro años después, no sabe cómo salir de ese avispero. Teherán, mientras, se beneficia del desgaste de su gran enemigo y, aunque lo niega, alimenta con armas a sus aliados hutís. 

Los saudís son los divulgadores del wahabismo, base del extremismo suní, que a partir de los 80 del siglo pasado se extendió como la espuma a golpe de petrodólares a gran parte de los países musulmanes. Riad siempre ha contado con el apoyo de Estados Unidos, a pesar de que grupos como Al Qaeda o el Estado Islámico son hijos de la corriente religiosa saudí.

Irán, también rica en hidrocarburos, y único país no árabe de la región, es la gran patria del chiismo, la otra rama del islam. Desde la revolución islámica de 1979, el régimen de Teherán siempre ha estado en el punto de mira de Washington. Aunque los chiís representan tan solo el 10% de los 1.600 millones de musulmanes del mundo -entre ellos los hutís- su número en la región está casi a la par al de los sunís, si excluimos a la población de Egipto. Los chiís, por ejemplo, son mayoría en Irak y dominan el Gobierno de Bagdad.

Máximo apogeo

La penetración wahabí en Yemen fue una de las razones por las que ya en los años noventa del siglo pasado, la población zaidi hutí empezó a protagonizar revueltas contra el régimen de Saná, bajo el mando del entonces presidente Alí Abdalá Saleh. Desde su principal feudo, la provincia norteña de Saada, luchó ya entonces contra la influencia saudí y exigió mayor autonomía para las empobrecidas zonas norteñas bajo su control. Los hutís representan un tercio de los 24 millones de yemenís.

Desde entonces el malestar hutí ha sido constante y su gran momento llegó con la Primavera Árabe, la revuelta que en el caso yemení sirvió para acabar con los 34 años de poder absoluto de Saleh. Tras su caída, el cargo pasó al vicepresidente, Abdo Rabu Mansur Hadi. Arrancó entonces una transición política que acabó en fracaso, lo que ahondó aún más la crisis. Los hutís, alzados en armas, avanzaron hasta conquistar la capital y un buen pedazo de territorio del país, con ayuda de las fuerzas leales al expresidente Saleh.

Fue entonces cuando entró de lleno en la crisis Arabia Saudí con el propósito de reconquistar la capital y reponer en el poder a Hadi, hoy en día refugiado en Riad, y reconocido como presidente del país por gran parte de la comunidad internacional. Desde marzo del 2015, los saudís lideran una coalición militar formada por gran parte de los países del Golfo, además de Egipto, y con apoyo también de otras naciones como Marruecos o Senegal.

Otros frentes

La coalición, que recibe ayuda logística y de inteligencia de Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, ha basado su acción militar principalmente en ataques áereos indiscriminados, lo que ha provocado la muerte de decenas de miles de civiles, y en el bloqueo del puerto de Hodeidah, en el Mar Rojo, por donde entra el 80% de las importaciones del país, incluida alimentos. Los hutís, a parte de las fuerzas de tierra, utilizan misiles balísticos que han alcazado a territorio saudí. A los líderes de los rebeldes les gusta afirmar que su modelo de combate es el del Vietcong en Vietnam y el de las guerrillas de América Latina.

Pero en Yemen hay otros frente abiertos. En el país actúa también Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP) y fuerzas del Estado Islámico, además de la milicia armada del denominado Consejo de Transición del Sur, grupo que aspira a la independencia del sur del país. También se mantienen activos los seguidores de Saleh, asesinado por los hutís en el 2017 después de que decidiera cambiarse de bando y apoyar a Riad.

La ONU lleva meses calificando la situación del Yemen como la mayor crisis humanitaria de este siglo.  El 80% de la población necesita ayuda humanitaria. Más de 3 millones de personas sufren de desnutrición, entre ellos dos millones de menores. Según estimaciones de Save de Children, entre abril del 2015 y octubre del 2018, habrían muerto por malnutrición más de 85.000 niños menores de 5 años. Cifras demoledoras.