PROTESTA EN FRANCIA

Atascos, bicicletas y patinetes en París

Los parisinos buscan alternativas y se organizan para sortear la huelga masiva en la red de transporte público contra la reforma de las pensiones

Andenes de metro atestados durante la huelga de transporte público en París.

Andenes de metro atestados durante la huelga de transporte público en París. / periodico

Eva Cantón

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Atascos monumentales de hasta 300 kilómetros para entrar en París, andenes de metro colapsados, codazos para lograr un taxi y bicicletas, muchas bicicletas. Los efectos de la huelga de los trabajadores de la empresa pública de transportes de la región parisina (RATP) eran notables a primera hora de la mañana en los accesos a la capital, en las calles y en las principales estaciones de tren.  Sin embargo, los parisinos se las han apañado para sortear el caos buscando medios alternativos de moverse y disparando el alquiler de bicicletas y patinetes eléctricos.

El paro es masivo y roza el 100%, según UNSA, sindicato mayoritario en el sector. No se recuerda nada parecido desde octubre del 2007, cuando Nicolas Sarkozy quiso, como pretende hacer de nuevo el Gobierno francés, acabar con los regímenes especiales de jubilación.

Pero la advertencia de que se avecinaba un ‘viernes negro’–diez líneas de metro cerradas, pocos autobuses y tranvías y menor tráfico de trenes de cercanías- ha permitido a los parisinos organizarse y buscar alternativas. Algunos han pospuesto reuniones o viajes, otros han trabajado desde casa y la mayoría han echado mano de las aplicaciones móviles.

Como estaba avisado había hecho la reserva. ¿Sabes cómo funciona esto?”, pregunta Marc frente a la estación del Norte mostrando el código de la Velib’, las bicicletas metropolitanas disponibles en numerosos puntos de la ciudad. “La huelga me fastidia un poco, la verdad. Tengo miedo de perder mi conexión en Montparnasse”, comenta antes de salir pitando. 

Las empresas de ‘free floating’, los operadores que ofrecen bicicletas y patinetes de alquiler a través de una aplicación móvil, han hecho su agosto. Según la empresa Fluctuo, que registra los datos de servicios de movilidad compartida, entre las 6 y las 11 de la mañana, las oferta de bicicletas de tres plataformas –Jump, Mobike y Oribik- aumentó un 129% respecto a una semana antes y el tráfico de patinetes en la misma franja horaria se disparó un 208% . Entre las 7 y las 8 horas el uso de bicis de libre servicio aumentó un 378%, según datos citados por ‘Le Parisien’.

La propia RATP echaba un cable a los usuarios con ofertas para tener reducciones en ciclomotores, determinadas compañías de automóviles con conductor, una plataforma de coche compartido, bicicletas, patinetes y parkings.

Así pues, a medida que transcurría la jornada, se respiraba cierta normalidad. En la estación del Norte –que une la capital con sus principales aeropuertos- la afluencia de viajeros era incluso menor que cualquier otro viernes. “Nunca he visto la estación así de vacía”, subrayaba Claudette, de 48 años y dependienta en una zapatería de la zona comercial.

A las puertas de una estación de metro cerrada Cindy, una californiana de 60 años recién llegada de Londres, se desesperaba. “No sabíamos nada de la huelga, no hemos encontrado un taxi y nadie nos informa de cómo podemos llegar al hotel”. En la calle, había que espera una media de 20 minutos para lograr un taxi y las tarifas de los VTC se duplicaban.

Mientras, en la sede de la RATP los huelguistas se felicitaban del éxito de la protesta mientras recibían la visita del secretario de Estado de transportes, Jean Baptiste Djebbari, que intentaba “rebajar el nivel de ansiedad” de los trabajadores.

 “La fuerza de esta movilización demuestra que este régimen de pensiones está en el corazón de nuestro contrato social”, destacaba Thierry Babec, de UNSA. “Defendemos nuestros derechos, no nuestros privilegios”, agregaba por su parte Bertrand Hammache, de la CGT. Una opinión que no comparten ni Charles Antoine, auditor de 30 años, ni Vincent, trabajador en un banco de 35 años.

“Defienden un interés puramente corporativo. La reforma debería ir más allá y basarse en un sistema de capitalización”, argumentaban. Claudette, la dependienta de la zapatería, cree, en cambio, que es ahora cuando hay que luchar por las pensiones. “Hay que ser solidarios. Mañana me puede tocar a mí cobrar una pensión que no será gran cosa”.

Sistema universal

La ley que prepara el Gobierno afectará a los nacidos después de 1963 y prevé unificar los 42 regímenes actuales en un sistema universal. Aunque no se toca la edad legal de la jubilación (62 años) habla de una “edad de equilibrio” y de incentivos para prolongar la vida laboral, así como de aumentar los años de cotización, ahora en los 41,5 años.

El fin de los regímenes especiales es lo que preocupa a determinados colectivos, como el de la RATP. Según el tribunal de Cuentas, la edad media a la que se jubila un trabajador de la empresa de transporte de la región parisina es de 55,7 años frente a los 63 de los trabajadores del régimen general.