GESTIÓN DE RESIDUOS

Japón avanza que lanzará agua radioactiva de Fukushima al océano

Los tanques que almacenan el líquido se quedarán sin espacio el año 2022, según la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO)

Tanques de almacenamiento de agua radiactiva en la central nuclear Fukushima I paralizada por el tsunami en la ciudad de Okuma, Japón

Tanques de almacenamiento de agua radiactiva en la central nuclear Fukushima I paralizada por el tsunami en la ciudad de Okuma, Japón / periodico

Adrián Foncillas

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Japón podría arrojar el agua radioactiva de Fukushima al océano. Lo ha desvelado este martes el Ministerio de Medioambiente, sin concretar cuándo ni cuánta, y el anuncio ha sublevado al sector pesquero local, a los ecologistas y a los gobiernos vecinos. La indignación explica que el Gobierno aclarase horas después que la decisión aún no es firme y que espera el informe encargado a expertos. Tranquilizar al mundo sobre Fukushima es una cuestión primordial para el Ejecutivo  de Shinzo Abe cuando falta menos de un año para que Tokyo albergue los Juegos Olímpicos.

“La única opción será evacuarla al mar para que se diluya”, había sentenciado horas antes Yoshiaki Harada, titular de Medioambiente. La gestión del agua marina utilizada para enfriar los tres reactores dañados continúa sin resolverse casi ocho años después de aquel tsunami que barrió la central. Tokyo invirtió casi 300 millones de euros en un revolucionario anillo helado alrededor de Fukushima para impedir que el agua contaminada de los reactores se filtrara al subsuelo. Ha sido un éxito parcial, reduciendo el caudal desde las 500 toneladas al centenar, pero no lo ha detenido.

Así que Tepco, la compañía que gestiona la central, afronta ya un problema matemático: el millón de toneladas de agua radioactiva recogidas hasta ahora han sido almacenadas en un millar de tanques pero en 2022 habrá agotado su espacio. La solución ideal consiste en reducir la concentración de materiales radioactivos hasta que cumplan los estándares de seguridad pero existen serias dudas de que la tecnología actual lo permita y, en todo caso, las expectativas más optimistas señalan que nunca sería antes de 17 años.

Tepco ha insistido en que el agua sólo contiene tritio, un isótopo de hidrógeno que es difícil de erradicar pero que supone un riesgo mínimo para el hombre. No es raro, de hecho, que centrales nucleares costeras lancen agua con tritio al mar. Pero documentos oficiales filtrados a la prensa alertan de otros materiales más inquietantes como rodio, cobalto, yodo o estroncio.

La decisión anunciada por Harada ha sido definida por Greenpeace como “totalmente equivocada, tanto desde el punto de vista político como científico”. La única opción aceptable es el almacenamiento a largo plazo y la limpieza completa del material radioactivo, según un comunicado de la organización. El vertido inquieta al sector pesquero, principal industria de la región, y que ha necesitado años para recuperar la confianza del consumidor local.

También preocupa a Seúl. El Gobierno ha llamado de inmediato al embajador japonés para que le explique las “sorprendentes” declaraciones de Harada, ha exigido de Tokyo una “sabia y prudente” decisión y avanzado que elevará el asunto a la Agencia Internacional de Energía Atómica. Las relaciones bilaterales suman meses de asperezas por lo que Seúl entiende como una falta de sensibilidad japonesa hacia los surcoreanos condenados al trabajo forzoso durante la Segunda Guerra Mundial.

Más afilados son las reacciones desde Corea del Norte. El vertido al océano constituiría “un acto contra la humanidad”, ha aclarado un editorial del Rodong  Sinmun, principal órgano de la propaganda. “Muchos países cuentan con centrales nucleares, pero sólo Japón es capaz de amenazar la supervivencia del resto de las naciones lanzando imprudentemente agua radioactiva por su propio provecho”, continuaba.