CONFLICTO EN ASIA CENTRAL

Los talibanes anuncian que están cerca del "acuerdo final" con EEUU para poner fin a la guerra afgana

Soldados estadounidenses durante una visita del comandante de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán en el puesto de control del Ejército Nacional Afgano (ANA) en el distrito de Nerkh de la provincia de Wardak

Soldados estadounidenses durante una visita del comandante de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán en el puesto de control del Ejército Nacional Afgano (ANA) en el distrito de Nerkh de la provincia de Wardak / periodico

Adrià Rocha Cutiller

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Tras 18 años de presencia continua e ininterrumpida de soldados y miembros del Ejército de Estados Unidos en Afganistán, su marcha y abandono del país centroasiático se prevé como algo "cercano". Así, como mínimo, algo antes de tiempo, lo ha dicho Suhail Shaheen, el portavoz de los talibanes en Catar, donde, desde el año pasado, están teniendo lugar varias rondas de negociaciones entre el grupo armado -que fue expulsado del poder en Kabul en el 2001 por George Bush hijo-, y representantes de Washington.

"Esperamos traer buenas noticias pronto para nuestra nación musulmana y que aspira a la independencia", ha dicho Shaheen este miércoles. En Doha, sin embargo, en la mesa de negociaciones, hay una anomalía: no hay ningún representante, cero, del gobierno afgano. Los hay, sí, algunos, pero a título personal y como observadores externos: no tienen ni voz ni voto.

Los que sí tienen, sin embargo, son los estadounidenses y los talibanes, porque los talibanes consideran que el gobierno de Kabul no es nada más que una marioneta del de Washington y, claro está, si se tiene que hablar con marionetas mejor hacerlo con el ventrílocuo que las mueve.

Según establecerá el acuerdo una vez esté firmado, EEUU, en un plazo de uno o dos añosabandonará completamente Afganistán con la condición, garantizada por los talibanes, de que el país no se convierta en un futuro en un puerto seguro para las redes de yihadistas internacionales. Que no se les permita, en definitiva, que usen Afganistán para planear atentados en Occidente y en otras partes del mundo.

Pero hay un problema, algo que dificulta que se pueda cerrar el pacto. Los talibanes, según dicen algunos de sus miembros anónimamente a la prensa, esperan que el acuerdo con EEUU les sirva para que Washington deje de apoyar militarmente al Gobierno de Kabul y, así, derrotarlo en el campo de batalla.

Los combates entre talibanes y fuerzas leales al Estado afgano siguen teniendo lugar por todo Afganistán mientras se negocia en Catar. Esta misma semana, por ejemplo, en escaramuzas en varias provincias, han muerto 25 milicianos leales al Estado afgano y ocho talibanes, según una información hecha pública por el Gobierno de Kabul.

"Continuaremos nuestra lucha contra el gobierno afgano y conseguiremos el poder por la fuerza", ha dicho un talibán anónimo a la agencia Reuters: "[Cuando se vayan], los estadounidenses ya no asistirán más al Gobierno afgano en su lucha contra nosotros".

"Propaganda"

Tras hacerse públicos estos comentarios a la prensa, hace unos días, EEUU reaccionó: "Nadie debe dejarse intimidar o engañar por la propaganda -dijo el negociador principal estadounidense en Doha, Zalmay Khalilzad-. Dejadme ser claro: defenderemos a las fuerzas afganas ahora y tras cualquier acuerdo con los talibanes. Absolutamente todas las partes, en negociaciones 'intra-afganas', deberán ponerse de acuerdo sobre el futuro de Afganistán".

Una vez haya pacto -algo que, en principio, se espera que pueda suceder esta misma semana o la siguiente-, Khalilzad, el negociador estadounidense, viajará a Kabul para comunicarle al presidente afgano, Ashraf Ghani, el resultado de las negociaciones.

Ghani, que no ha participado en ellas, no tendrá más remedio que aceptar el acuerdo y, después, refrendarlo en elecciones: Afganistán celebrará comicios presidenciales el 28 de setiembre. Tenían que haber ocurrido en abril pasado, pero el presidente afgano las ha ido posponiendo, aducía él, por razones de seguridad o la falta de ella. Sus oponentes le acusan de retrasarlas para sacar rédito político al acuerdo de paz y minar, así, las posibilidades de victoria de sus contrincantes políticos.

Fin de una era

Aún si, finalmente, el acuerdo con Estados Unidos acaba fructificando, se preve harto complicado que Afganistán, que lleva cuarenta años de guerra intermitente salga del círculo vicioso de destrucción que empezó en 1978 con la invasión soviética. Desde entonces, en esta guerra interminable, han muerto cerca de dos millones de civiles, la mayoría de ellos durante la guerra contra la URSS, que duró hasta 1989.

El riesgo de que todo acabe en papel mojado tiene, además, nombre y apellidos: el Estado Islámico (EI). El grupo lleva varios años de existencia en el país centroasiático y ahora, con la derrota territorial de los yihadistas en Siria e Irakmuchos de sus combatientes han viajado a Afganistán para continuar su lucha particular contra todo el mundo que no comparte su visión rigorista al extremo del islam, es decir, todo el mundo.

En los últimos meses, tanto en Kabul como en otras regiones afganas, los atentados reivindicados por el EI, tanto contra civiles como militares, se han vuelto tan asiduos que ocurren, casi, semanalmente.