fin de una etapa

ENA, escuela de élite de los presidentes franceses

emmanuel macron

emmanuel macron / periodico

Eva Cantón

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un molde de pensamiento único, una burbuja endogámica, la antesala del poder político, el centro de formación de unos pocos para perpetuar sus privilegios, una fábrica de élites desconectadas de la realidad… Los reproches que se le hacen a la famosa Escuela Nacional de Administración (ENA) en la que, desde su fundación en 1945, han estudiado ocho primeros ministros y cuatro presidentes de la V República francesa, incluido el actual, son antiguos.

Ahora han resurgido al calor de la crisis de los chalecos amarillos porque al finalizar el gran debate nacional organizado para responder a las protestas, Emmanuel Macron anunció su supresión el pasado 25 de abril. Una decisión  controvertida que no figuraba en su programa electoral con la que el presidente francés quiere favorecer una mayor movilidad social. 

Actualmente, el 68% de los alumnos de la ENA son hijos de cuadros superiores y los hijos de obreros no llegan al 5%. La paridad es también una tarea pendiente porque solo el 39% son mujeres. Poco a poco la Escuela se abre a las clases más modestas y este año hay un 25% de alumnos con beca, pero la dureza del examen de ingreso la hace inaccesible a quienes no tienen tiempo ni dinero para prepararlo.

Es lo que el experto en organizaciones y profesor de la Toulouse Business School Alain Klarsfeld llama "discriminación indirecta" . "El periodo de preparación es muy largo y solo gente con recursos personales o familiares puede prolongar sus estudios hasta los 25 o 26 años", argumenta. Klarsfeld no cree, en cambio, que la solución sea suprimir la ENA sino revisar a fondo el proceso de selección para hacerla accesible a otro tipo de población.

"Somos conscientes de los reproches y es importante reflexionar sobre el programa educativo y la selección de alumnos para que todas las categorías sociales estén mejor representadas", admite Florian de Filippo en la pequeña cafetería de la Escuela situada al fondo del amplio hall de entrada donde cuelgan las fotos de antiguos 'enarcas'. Algunos ilustres, como Giscard d'Estaing, Jacques Chirac, François Hollande o Emmanuel Macron

De Filippo, diplomado en Comercio de 26 años, forma parte de los 81 alumnos de la promoción Molière -es un ritual que al entrar en la ENA los estudiantes elijan por consenso el nombre de su curso- que pronto finalizarán sus dos años de estudios para convertirse en funcionarios de pleno derecho. Los alumnos son funcionarios en prácticas que cobran 1.600 euros al mes.

Formación sobre el terreno

Antes han pasado once meses de prácticas -cuatro en una embajada francesa, cinco en una prefectura de provincias y dos en una empresa- de ahí que De Filippo vea injustificada la acusación de que viven de espaldas a la realidad. "Pasamos mucho tiempo sobre el terreno e intentando responder a los problemas de la gente", se defiende.

"Puede que la desconexión venga después de dejar la Escuela. Por eso habría que facilitar una carrera con más movilidad entre puestos operativos y estratégicos", reflexiona Audrey Lauze, parisina nacida en Barcelona hace 25 años, diplomada en 'Sciences Po' (Ciencias Políticas) y compañera de promoción de De Filippo.

Lauze recuerda que, en contra de la creencia generalizada, la mayoría de los funcionarios no están en los gabinetes ministeriales. Las cifras le dan la razón porque el 96% trabaja en la administración. Sin embargo, en la opinión pública ha calado la idea de que la ENA controla la vida política porque cuatro presidentes han pasado por sus aulas.

"Los franceses creen que la ENA es la escuela de formación de los políticos. Eso es completamente falso", dice su director, Patrick Gérard, que recibe a El Periódico en un luminoso despacho con vistas al río Ill. Desde que en 1991 trasladó su sede de París a Estrasburgo, la ENA ocupa la antigua prisión de Santa Margarita, un edificio del siglo XVI en el que la piedra antigua convive con otros espacios más modernos.

Creada por De Gaulle

Aunque con el tiempo para muchos franceses se ha convertido en el símbolo una élite gobernante ajena a la Francia popular, la ENA fue creada por el General de Gaulle después de la Segunda Guerra Mundial precisamente para democratizar el acceso a la función pública, profesionalizar a los altos cargos y evitar el nepotismo y los desmanes cometidos en la Administración durante la Ocupación nazi.

 "Ser una élite no es un pecado. Los grandes países necesitan élites económicas, científicas, deportivas o artísticas. Lo que hace falta es que no sean cerradas porque entonces se convierten en una casta y eso es espantoso", explica Gérard, que atribuye las críticas a una compleja relación entre el ciudadano y el estado.

"Los chalecos amarillos reivindicaban más servicios públicos y, a la vez, menos impuestos. Todos los franceses son así", resume. La Escuela empezó a cambiar en 2018 incorporando nuevos métodos pedagógicos y nuevas materias pero aun está lejos de reflejar una gran diversidad social y, en opinión de Gérard, eso tiene su origen en un sistema educativo poco igualitario. "Nosotros estamos al final de un ciclo que es profundamente selectivo". Un diagnóstico que comparten los alumnos.

"Yo me considero una persona privilegiada, pero no por estar en la ENA, sino porque nunca me faltó de nada. Uno no tiene las mismas perspectivas si nace en una familia acomodada de una gran ciudad o en una familia modesta de provincias", apunta Lauze.

Además de sorpresa, la decisión de suprimir la ENA ha provocado las críticas de quienes como Jean Louis Debré, antiguo miembro del Consejo de Estado e hijo del cofundador de la Escuela, creen que hace de la institución un chivo expiatorio.

Un enarca,  antiguo miembro del Consejo de Estado y de la Liga de Futbol Profesional,  Frédéric Thiriez tiene ahora la misión de reflexionar sobre el futuro de la ENA para que a los altos cargos de la Administración lleguen los jóvenes por sus propios méritos y no solo por su origen familiar. "Siempre habrá una escuela de administración", concluye su director.

TEMAS