ENERGÍA ATÓMICA

Kim presume de nuevo submarino y presiona a Trump para volver a negociar

Pionyang aumenta su escaparate militar mientras no hay novedades sobre una tercera cumbre sobre desnuclearización

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Adrián Foncillas

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Corea del Norte sigue surtiendo su escaparate militar mientras espera el prometido regreso de Estados Unidos a la mesa de negociaciones. La prensa nacional ha mostrado al líder Kim Jong-un inspeccionando su nuevo submarino con el despliegue fotográfico que merecen las ocasiones especiales. Kim escruta el aparato mientras la acostumbrada camarilla apunta febrilmente en sus libretas sus agudas observaciones, que igual valen para submarinos que para granjas porcinas o rascacielos en construcción porque no hay área del conocimiento humano que no domine.

El líder manifestó tras la visita su "gran satisfacción", explica la agencia oficial KCNA. También subrayó "la necesidad de un incremento constante y fiable de las capacidades de defensa nacional, dirigiendo los esfuerzos hacia el desarrollo de armas navales y equipamiento como submarinos". Del nuevo submarino se sabe poco. Estará operativo en breve y será destinado al mar Oriental (también conocido como mar de Japón), informa la KCNA.

El examen detenido de las imágenes permite algunas conclusiones. Es grande, muy grande, más grande que los otros 70 submarinos norcoreanos. Está en unas atarazanas cubiertas, protegido de los satélites internacionales que fotografían cada metro de suelo norcoreano, lo que sugiere que no es uno más en la flota.

Ensayos de invasión

Pionyang se ha esforzado en desarrollar submarinos capaces de lanzar misiles. Suponen una mejora operativa tremenda porque los proyectiles son mucho más difíciles de detectar que los disparados desde lanzaderas terrestres y además permiten acercarse al objetivo. Tres años atrás, cuando Corea del Norte y Estados Unidos se cruzaban amenazas de destrucción masiva, Pionyang probó con éxito un misil  desde un submarino, pero los expertos juzgan que están lejos de un dominio fiable de la tecnología. El tamaño adivinado del inspeccionado por Kim Jong-un sugiere que podría cargar los misiles intercontinentales.  

Su exposición pública subraya la irritación en el norte del Paralelo 38. Pionyang advirtió días atrás que podría jubilar su moratoria unilateral de lanzamientos de misiles y ensayos nucleares si Estados Unidos y Corea del Sur no cancelaban sus planeadas maniobras militares conjuntas en su vecindario. Esas maniobras periódicas han descompuesto siempre a Corea del Norte porque las considera ensayos de invasión. La dinámica negociadora con Seúl y Washington han aconsejado adelgazarlas pero Pionyang exige ahora su suspensión.

Son las turbulencias esperables de un proceso de desnuclearización mucho más complejo de lo que presumía Donald Trump cuando se avino a sentarse a hablar con Corea del Norte. Las negociaciones están interrumpidas desde el fiasco de la cumbre de Hanói, de la que Kim y Trump se marcharon sin acuerdo y con recriminaciones recíprocas. Corea del Norte ha aclarado que su paciencia concluirá a fin de año y sugerido que después regresará a su senda belicista.

En estos últimos meses ha lanzado varios misiles de corto alcance que no violaron las convenciones de la ONU pero sí estimularon la reacción de los asesores más inflamados de la Casa Blanca. Trump los desdeñó: "Son varias armas pequeñas que han inquietado a mi gente pero no a mí". Este lunes insistió en que "no ha habido pruebas nucleares, no ha habido pruebas de misiles, no ha habido nada". Los dos líderes se citaron brevemente este mes en Panmunjon, la icónica localidad en la frontera coreana, y Trump se convirtió en el primer presidente estadounidense en pisar suelo del norte. Allí acordaron retomar las negociaciones y preparar una tercera cumbre.