A LOS 67 AÑOS

El expresidente egipcio Mursi muere de manera fulminante en pleno juicio

Mursi, en junio, durante el juicio que lo condenó a muerte.

Mursi, en junio, durante el juicio que lo condenó a muerte.

El Periódico

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El expresidente egipcio Mohamed Mursi ha muerto esta tarde mientras comparecía ante el tribunal de El Cairo que le estaba juzgando por presunto espionaje. De su fallecimiento repentino ha dado cuenta la televisión estatal egipcia y la fiscalía que ha asegurado que el cuerpo del exmandatario, tras ser examinado en el hospital de la prisión de Tora por los forenses, no presentaba “heridas recientes”, descartando así que hubiera sido torturado recientemente.

La fiscalía ha informado que el exmandatario ha caído fulminado al suelo justo después de hablar ante el tribunal desde la jaula en cuyo interior comparecen los procesados en los tribunales egipcios. En la vista de hoy, el exmandatario respondía a la acusación de revelar secretos de Estado a grupos o países extranjeros, como al movimiento palestino Hamás o a la monarquía de Catar.

Mursi, de 67 años, estaba en la cárcel tras el golpe de Estado que dio el Ejército el 3 de julio del 2013. Desde entonces había comparecido en varias veces ante la justicia de su país acusado de múltiples cargos y ya había sido condenado a cadena perpetua. En uno de los juicios, en el 2015, fue sentenciado a muerte aunque después se le anuló la condena.

Los Hermanos Musulmanes han calificado la muerte de Mursi de “asesinato” y desde su web oficial han hecho un llamamiento para que los egipcios acudan en masa al funeral. Las autoridades egipcias han  declarado el estado de alerta, en especial en la provincia de Sharqiya, en el Detal del Nilo, de donde Mursi era originario y donde se prevé que sea enterrado.

El abogado de Mursi ha afirmado que la salud de su cliente se había deteriorado durante los seis años que ha pasado en prisión. Su familia y diferentes organizaciones de derechos humanos han denunciado que el expresidente era mantenido en régimen de aislamiento y no se le permitían visitas. El pasado mes de febrero, Amnistía Internacional denunció que Mursi sólo había recibido tres visitas desde que fue encarcelado.

El expresidente, miembro de los Hermanos Musulmanes, estuvo al frente del país tan solo un año y se había convertido en el primer presidente elegido democráticamente en el historia del país del Nilo tras vencer en los comicios celebrados en el 2012. Además, era la primera vez que un civil se hacía cargo del país desde que el Ejército, con Abdel Gamal Nasser al frente, derrocó a la monarquía en 1952.

Fuerte tensión

El golpe de Estado contra Mursi, liderado por el actual jefe del Estado, el mariscal de campo Abdelfatah al Sisi, se produjo tras un año de fuerte tensión en el país que culminó con una gran movilización que, inducida por los militares, llenó varios días la plaza Tahrir, el mismo escenario que había servido como centro de protesta dos años antes para derrocar al entonces presidente Hosni Mubarak, que había gobernado el país con mano de hierro durante treinta años.

La caída de Mursi hizo que miembros y simpatizantes de los Hermamos Musulmanes acamparan los días posteriores al golpe y como protesta en dos céntricas plazas de la capital egipcia. El 14 de agosto, fuerzas del Ejército y de las fuerzas de seguridad asaltaron a tiros las dos plazas y acabaron con la vida de más de 800 personas, una masacre que Human Right Watch calificó como “una de las mayores matanzas de manifestantes en un solo día en la historia reciente”.

Desde entonces,  el régimen egipcio ha llevado a cabo una fuerte represión contra los Hermanos Musulmanes -grupo considerado por el Gobierno como terrorista- y demás disidentes, también contra los activistas que contribuyeron a la frustrada revolución del 2011. Las organizaciones de derechos humanos cifran en más de 65.000 los presos políticos en Egipto. Además, en el país operan grupos yihadistas que han llevado a cabo varios atentados y ataques contra las fuerzas de seguridad, sobre todo en la península del Sinaí.

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