Libertad de expresión

Maduro, a un periodista mexicano: "Te vas a tragar con una Coca-Cola tu provocación"

El periodista mexicano Jorge Ramos muestra en su móvil una imagen de la tensa entrevista que realizó a Maduro.

El periodista mexicano Jorge Ramos muestra en su móvil una imagen de la tensa entrevista que realizó a Maduro. / periodico

Abel Gilbert

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La escena no reconoce demasiados antecedentes: un periodista entrevista a un jefe de Estado y este de repente, molesto por las preguntas, se saca de las casillas como si se tratara de una pelea callejera. Pero ha ocurrido y en Caracas. "Mira, vienes a provocarme, te vas a tragar tu provocación, te vas a tragar con una Coca-Cola tu provocación", le dijo Nicolás Maduro al enviado de Univisión Jorge Ramos el pasado 25 de febrero. La conversación en el Palacio de Miraflores terminó abruptamente después de que Ramos quisiera saber sobre la situación de los presos políticos en Venezuela.

El equipo de la cadena norteamericana de televisión fue luego retenido por dos horas y se les confiscó el material filmado. Univisión ha recuperado la entrevista de la discordia y la emitirá por completo el fin de semana. Pero los adelantos ya han provocado suficiente revuelto. La imagen de un Maduro que contiene con dificultades su irritación promete más repercusiones políticas. “Tú te llevas tu basurita, compadre. Agarra tu basurita, Jorge Ramos", dice el presidente ante la insistencia del periodista.

Según Ramos, la grabación volvió a sus manos a través de un circuito que no se puede hacer público por cuestiones de seguridad. Dio a entender que la filtración pudo provenir de alguna estructura del Estado. Ramos definió a Maduro como un "hombre poderoso que se siente seguro y por eso creo difícil que pueda haber una transición pacífica y democrática en ese país". Pero esa "seguridad" quedó por un momento en entredicho durante la entrevista. "Usted sabe, usted no es el presidente legítimo. Entonces, ¿cómo le llamo? Para ellos (la Asamblea Nacional opositora) usted es un dictador", dijo Ramos y Maduro tragó saliva. "Soy un obrero, un hombre sencillo, por voto popular he sido electo y reelecto presidente. Así que, bueno, ya te corresponde a ti cómo me quieras llamar”, respondió. No dudó entonces en definir a Venezuela como un "régimen de derecho" y sostener que los venezolanos han sido "víctimas de ataques violentos" desde que asumió su primero Gobierno, en 2013. "Yo mismo fui víctima de un atentado". Frente a esos episodios, añadió, "ha actuado la justicia venezolana". Es el momento en que Ramos redobló su apuesta. "No juegas juego limpio", le reprocharon.

Para encontrar una situación tan inusual y tensa de esta naturaleza habría que remontarse a Buenos Aires en 1982, en medio de la Guerra de las Malvinas, cuando la periodista italiana Oriana Fallaci le dijo al general Leopoldo Galtieri, miembro de la Junta Militar argentina en el poder que se parecía a Benito Mussolini. "La suya es una dictadura, señor presidente, no lo olvidemos", subrayó Fallaci y le recordó la existencia de desaparecidos y grupos paramilitares. "Ofende mis principios", contestó el arrogante general.

LOS PROBLEMAS DE LA PRENSA

Treinta y siete años más tarde y en un contexto diferente, Ramos entró al Palacio de Miraflores sabiendo que el encuentro no sería sencillo.  El periodista cree que "no hay que aceptar jamás la censura" porque, entre otras razones, tiene el imperativo ético de "cuestionar el poder". Claro que el ejercicio de la profesión encuentra más de un escollo en Venezuela. De acuerdo con el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) se han reportado recientemente unas 155 violaciones y ataques contra los medios. Fueron detenidos 37 periodistas nacionales y extranjeros de manera arbitraria. En los momentos álgidos del conflicto político se acentúa la regulación de internet. Varias radios han dejado de existir, El diario Panorama de Zulia, uno de los estados más golpeados por la crisis, acaba de cerrar pese a sus simpatías con el chavismo. Como le ha ocurrido a otros diarios, no tuvo acceso a los dólares que necesitaba para adquirir papel. Esta restricción es entendida como una forma de amordazamiento en un país donde unos 60 medios impresos, algunos de larga tradición, dejaron de venderse los últimos años. Otras maneras menos sutiles de "tragarse una Coca-Cola".