MARGRETHE VESTAGER

"Todo el mundo debería estar preocupado por la extrema derecha"

La comisaria danesa de Competencia aspira a presidir la Comisión Europea

La comisaria de Competencia, Margrethe Vestager.

La comisaria de Competencia, Margrethe Vestager. / periodico

Silvia Martinez

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La danesa Margrethe Vestager (Glostrup, 1968), comisaria europea de Competencia y ‘rock star’ del Ejecutivo comunitario por sus multas a Apple, Google y otros gigantes tecnológicos, no tiene un minuto libre. No es estrictamente la spitzenkandidaten (candidata a presidir el próximo Ejecutivo comunitario) de los liberales ni admite abiertamente su deseo por el puesto. Es más, el hecho de que su partido –el socioliberal Radikale Venstre- esté en la oposición en su país natal le resta opciones. Pero las elecciones generales que celebra Dinamarca el 5 de junio podrían alterar el tablero de juego y propulsar sus posibilidades en Bruselas. Como pivote central del ‘team Europe’ del partido ALDE (Alianza de Demócratas y Liberales por Europa) tiene claro lo primero que haría de ser elegida primera presidenta de la Comisión, tal como cuenta en una entrevista con un grupo de periodistas: exigir la paridad entre hombres y mujeres en el colegio de comisarios.

¿Qué le hacer ser la mejor opción para la presidencia de la Comisión?

Es difícil en estos momentos decir quién será el mejor. Hay un abanico de cargos en juego. Lo importante es que Europa funcione. Necesitamos una coalición fuerte que se ponga de acuerdo sobre las cuestiones fundamentales, porque algunos de esos fundamentos están seriamente amenazados por la extrema derecha y en particular el nacionalismo de extrema derecha. Necesitamos afrontar el cambio climático, la revolución industrial y las tecnologías digitales para cumplir con los desafíos que tenemos como la desigualdad. Saber quién tiene qué posición en Bruselas es importante, pero lo es más aún saber adonde queremos ir.  

¿Qué es lo primero que haría de ser elegida presidenta?

Es importante un equilibrio entre hombres y mujeres. Lo importante no es que haya una presidenta de la Comisión que sea mujer, sino que haya una Comisión donde haya un equilibrio de género. No es ni una mujer, ni dos ni nueve como ahora (de 28 comisarios) las que marcan la diferencia. Necesitamos más y eso también tiene ventajas para los hombres. Es muy importante que la Comisión cambie visiblemente para mostrar a los europeos que cambiamos las cosas, que hay una renovación en la forma en la que trabajamos y en nuestras prioridades.

¿Qué cambiaría en la Comisión de los últimos cinco años y qué lamenta no haber hecho?

Me gusta la forma en la que los vicepresidentes han asumido prioridades y proyectos para hacer que los comisarios trabajen juntos. Todavía hay algunos elementos que hacen que haya pensamientos estanco y en ocasiones es difícil hacer que la gente trabaje junta. Tener 27 carteras independientes no nos va a permitir centrarnos en las asuntos más importantes con los que tenemos que lidiar. Una de las cosas que más lamento es que, aunque he viajado mucho, no lo he hecho mucho más fuera de las capitales. Hubiera aprendido mucho, para sentir las diferencias nacionales y ver como esas diferencias son parte de nuestra fortaleza. 

¿Están encerrados en Bruselas en una burbuja?

Me temo que todos estamos juntos en esto. Si hay una burbuja en Bruselas es por la forma en que los medios, el Parlamento, la Comisión, los lobis y las ONG se autoorganizan en una especie de ecosistema. Quizás una de las razones por la que no lo he notado tanto es porque no he tenido mucha legislación y no he estado muy expuesta al lobi que acompaña la preparación de la legislación. Pero hemos trabajado mucho para que haya diálogos ciudadanos en Europa y ha sido uno de los elementos más exitosos. 

La inmigración ha tenido un efecto muy tóxico entre este y oeste. ¿Cómo resolvería la brecha?

Obviamente es muy difícil porque si no ya lo habríamos conseguido. Si uno mira las propuestas legislativas que hemos presentado, solo parte de ellas se han aprobado y las cuestiones difíciles siguen abiertas. La crisis migratoria no es tan urgente como en el 2015 pero eso puede cambiar en cualquier momento. No podemos pensar de crisis en crisis, pero es mejor tener una solución lenta que funcione que intentar impulsar una solución rápida. Va a llevar mucho trabajo entre los Estados miembros ver cómo ayudarnos para que haya solidaridad, proteger a la gente que lo necesita y decir a aquellos que intentan emigrar a Europa de forma ilegal que no lo pueden hacer. 

¿Qué le hace pensar que políticos como Orban o como Salvini quieren una solución? 

No, pero los europeos sí quieren una solución. Puede servir como elemento político en los debates durante un tiempo pero no es sostenible para la gente ver las circunstancias en las que viven los inmigrantes ilegales o cómo garantizar lo obvio, que los refugiados que necesitan protección la obtengan. Hay una gran expectativa entre los votantes de que esto sea gestionado de forma equilibrada.

Una de las razones de la subida del populismo en Italia es la redistribución de inmigrantes. ¿Cómo forzar a países a acoger?

No creo que se pueda forzar a nadie. Muchos de los problemas que tenemos ahora es que los planes de distribución de solicitantes de asilo se aprobaron por mayoría cualificada. Se sintió, no como una decisión democrática legítima, sino como forzar algo que no querían. Por eso tenemos que decidir cómo mostrar solidaridad y al mismo tiempo respetar que los países son diferentes. 

¿Fue un error utilizar la mayoría cualificada?

Lo apoyé en aquel momento. No lo sé. No ha funcionado bien en términos de números. Solo 44.000 personas han sido redistribuidas en los Estados miembros. Son muchas personas pero no son todas. Así que no creo que deberíamos hacerlo de la misma forma.

El PSOE ha ganado las últimas elecciones generales en España pero por primera vez ha entrado en el Congreso un partido de extrema derecha, Vox. ¿Le preocupa la tendencia en Europa?

Todo el mundo debería estar preocupado por las tendencias de la extrema derecha en toda Europa. Creo que lo importante es que haya una reacción fuerte en muchos lugares. Gente que dice votaré no solo en contra de eso sino que encontraré a alguien en quien confío para que me represente los próximos cinco años. 

Ciudadanos, su aliado en España, gobierna en Andalucía gracias al apoyo de Vox. ¿Debería haber algún tipo de cordón sanitario frente a estas formaciones?

Es muy difícil decir cómo se debe actuar. Si uno mira a Dinamarca o Suecia ha habido dos tipos de respuesta. En Dinamarca ha habido una cooperación muy estrecha entre el gobierno liberal y los partidos de derechas. Y eso ha producido dos nuevos partidos de derechas. En Suecia no ha habido cooperación con la extrema derecha y aún así ha crecido también. No creo que haya una solución pero es muy importante que el resto nos unamos en torno a los principios básicos. Probablemente tendremos un Parlamento Europeo con un grupo de extrema derecha más fuerte y creo que los partidos centristas tienen la obligación de trabajar juntos más estrechamente sobre los principios básicos porque son cuestiones que están amenazadas: el estado de derecho, la libertad de prensa, igualdad entre hombres y mujeres.