guerra comercial

China planta cara y responde a EEUU con una fuerte subida de aranceles

La medida, valorada en 60.000 millones de dólares, se hará efectiva a partir del próximo 1 de junio

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Adrián Foncillas

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La guerra comercial sigue la senda prevista. China ha anunciado esta noche que subirá los aranceles a las importaciones estadounidenses en respuesta a la misma medida que había aprobado Estados Unidos la semana pasada. La casuística anticipaba la reacción de Pekín y el calentamiento de un conflicto bilateral con potenciales consecuencias globales. La medida ha provocado que Wall Street haya abierto con pérdidas.

Pekín incrementará los aranceles de 5.140 productos estadounidenses del 10 % actual al 25%, ha revelado el Ministerio de Comercio en un comunicado pasadas las 20 horas (hora local). La falta de precedentes de una nota tan tardía sugiere la excepcionalidad de la situación. La medida entrará en vigor el 1 de junio y afectará a importaciones valoradas en 60.000 mil millones de dólares (53.300 millones de euros), según las cuentas de Pekín. La lista vuelve a castigar al sector agrícola y ganadero estadounidense, el único que registra un superávit con China y donde Donald Trump recoge el grueso de sus votos. Entre los productos figuran cacahuetes, azúcar, trigo, pollo y pavo.

Los últimos tuits de Trump acabaron de disipar las dudas sobre la decisión de hoy. “China no debería tomar represalias, sólo empeorará su situación”, había advertido en las últimas horas, así que a Pekín no le quedó más opción que tomar represalias para que el mundo y su pueblo no percibiera la cobardía. Es difícil pensar que incluso a Trump se le escapase un razonamiento tan pedestre. Ni la Casa Blanca ni el Departamento del Tesoro han reaccionado aún a la última subida arancelaria china.

Munición menos pesada

Washington había aumentado la semana pasada los aranceles a importaciones chinas también del 10 al 25 % por un valor de 200.000 millones de dólares (177.000 millones de euros). Cabe destacar, pues, que China va a rebufo de la hostilidad estadounidense y con munición menos pesada porque aún alberga esperanzas de una solución pactada.

Trump ha acusado a Pekín de incumplir su palabra y los negociadores chinos tendrán que sumergirse en el pragmatismo para olvidar una ofensa que aquí no es ligera. “Le digo abiertamente al presidente Xi y a todos mis amigos en China que China sufrirá heridas muy graves si no firman un acuerdo porque las compañías se irán de China hacia otros países. Será demasiado caro comprar en China. Tenías un gran acuerdo, casi completado y te retiraste”, dijo en su catarata de tuits.

Las dos potencias mundiales finiquitaron la semana pasada su undécima ronda de negociaciones en Washington sin ningún acuerdo. Desde la Casa Blanca se subrayó su “carácter constructivo” mientras Pekín regateó la hipocresía con un elegante silencio. No hay planes sobre la duodécima ronda y las esperanzas se centran ahora en la reunión que mantendrán Xi Jinping y Donald Trump a finales de junio en Japón durante la cumbre del G-20.

Presiones externas

En China se asume que llegan tiempos de plomo y se pide más prudencia que beligerancia. “Arrogante por su fuerza, Washington provocó la guerra comercial, creyendo que los aranceles bastan para aplastar a China. La respuesta china demuestra la filosofía del 'taichí'. Se ha adherido a sus principios, sin temer la guerra comercial mientras trata de desactivar las provocaciones estadounidenses con un robusto aguante”, decía hoy el matutino 'Global Time's. Aseguraba el editorial que China ha previsto todos los escenarios, incluido el de un punto de no retorno en la guerra comercial. “La percepción de que China no aguantará es una fantasía y un juicio erróneo”, sostenía.

Un editorial del 'Diario del Pueblo' adelantaba que China nunca se arrodillará ante presiones extremas. “Quizá Washington deba plantearse algunas cuestiones: ¿en qué era está ahora el mundo? ¿Qué clase de crecimiento tiene ahora China? ¿Cuántas oportunidades de mercado perderá Estados Unidos con estas violentas fricciones comerciales?”, continuaba.

Tanto los mensajes oficiales de Pekín y su prensa aledaña como la tímida subida arancelaria aprobada hoy subrayan la voluntad pactista de China, pero no es improbable que desde la Casa Blanca sean interpretados como un síntoma de debilidad y el augurio de una inminente victoria por aplastamiento. Sería un error terrible.