FESTIVIDAD EN RUSIA

Putin se conjura para mantener el potencial militar de Rusia durante la celebración del Día de la Victoria

Desfile de soldadas rusas en Moscú.

Desfile de soldadas rusas en Moscú. / periodico

Marc Marginedas

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Las nubes bajas y la escasa visibilidad en los cielos moscovitas han impedido a los cazabombarderos Sujói y MiG, un año más, sobrevolar el centro de la capital, pero no han restado un ápice de espectacularidad a la anual parada del Día de la Victoria, en la que Rusia exhibe regularmente al mundo su poderío militar y sus avances armamentísticos. El presidente ruso, Vladímir Putin, se ha comprometido durante su intervención a continuar invirtiendo en el Ejército de su país para que mantenga intacta su fuerza de combate.

"Las lecciones de la guerra son válidas una vez más; hemos hecho y haremos todo lo necesario para garantizar la elevada capacitación de nuestras Fuerzas Armadas", ha prometido el líder del Kremlin. A falta de una economía robusta, el Ejército se ha convertido en el principal pilar pilaren el que se asienta la capacidad de disuasión de la Rusia de Putin, enfrentada a Occidente a raíz de las guerras de UcraniaSiria y la crisis de Venezuela. Reforzando la idea de una Rusia-fortaleza asediada desde múltiples frentes, Putin ha recordado la frase que inmortalizaron los defensores de Brest, ciudad fronteriza de Bielorrusia con Polonia, donde tuvo lugar la primera batalla que libró la URSS en la contienda contra los nazis: "Muero pero no me rindo".

Colorista escaparate

La parada militar se ha transformado, como viene siendo habitual, en el colorista escaparate en el que el país expone su equipamiento bélico, aunque en este año, a diferencia de otros ejercicios anteriores, las novedades brillaron por su ausencia. Han participado en ella alrededor de 13.000 soldados, misiles intercontinentales y balísticos, entre ellos la plataforma de lanzamiento Yars-24(SS-29 en la terminología de la OTAN) o los avanzados sistemas de defensa antiaérea S-400, que han sido desplegados en Siria y han sido decisivos para revertir la suerte de la contienda en favor del régimen sirio y sus aliados Rusia e Irán.

Desde que se reanudaron las tensiones entre Occidente y el Kremlin, los líderes extranjeros evitan acudir a Moscú durante estas fechas, una circunstancia que se ha cumplido también en este 2019. Solo personalidades políticas de las antiguas exrepúblicas soviéticas, como el expresidente de Kazajistán Nursultán Nazarbayev, estuvieron presentes en la cita, además de una pléyade de personajes célebres del mundo de la cultura y que en el pasado han mostrado simpatías hacia Moscú como el actor norteamericano Steven Seagal, el escritor español Arturo Pérez Reverte o incluso el pintor hiperrealista barcelonés Augusto Ferrer-Dalmau, quien ha aprovechado su viaje a la capital rusa para presentar su cuadro: "Alepo, la ayuda llega", dedicado, en palabras de la portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zajárova, a "la misión rusa de paz en Siria".

Frente a las multitudes que la festividad congrega anualmente en las calles de las ciudades rusas, numerosas voces dentro y fuera del país se alzan para denunciar lo que consideran una "instrumentalización" de la festividad por parte del presidente Putin para legitimarse. "Los ostentosos rituales que han marcado esta celebración en los últimos años están diseñados para vincular una sagrada victoria (para el país) con Putin, su heredero y exponente", ha denunciado en 'The Moscow Times' Andréi Kolesnikov, del centro Carnegie en Moscú.