LAS RELACIONES ENTRE KIEV Y MOSCÚ
Las malas relaciones entre Putin y Zelenski auguran más tensión entre Rusia y Ucrania
El presidente ucraniano y el líder del Kremlin intercambian puyas a raiz de la concesión de pasaportes rusos a ciudadanos ucranianos que prevén una accidentada relación futura
Marc Marginedas
Periodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
Marc Marginedas
Queda más de un mes para que el presidente electo de Ucrania, el humorista televisivo Volodímir Zelenski, jure el cargo en una ceremonia que tendrá lugar en Kiev el próximo 3 de junio. Pero las cartas ya parecen dadas en lo que se refiere al tono de la relación del bisoño mandatario con el que sin ninguna duda será su principal antagonista durante su mandato: Vladímir Putin, el presidente de la Rusia, la potencia vecina acusada de azuzar la guerra en el este ucraniano. Desde entonces, ambos mandatarios han estado intercambiándose puyas y provocaciones en los medios de comunicación, con la novedad, eso sí, de que el ucraniano, a diferencia de su predecesor en el cargo, Petró Poroshenko, es un personaje <strong>avezado</strong> en el arte de la ironía y el doble sentido.
Todo comenzó a los pocos días de la elección, cuando Putin anunció su decisión de facilitar los trámites para que los ciudadanos ucranianos residentes en el territorio bajo el control de las milicias prorrusas obtengan pasaportes emitidos por Moscú, un acto calificado de violación de la soberanía ucraniana por la UE y EEUU. Algunos observadores, no obstante, creen que el ciclo de réplicas y contrarréplicas arrancó ya en la misma noche electoral, cuando en su primer discurso, Zelenski invitó a los ciudadanos de la exURSS a seguir el ejemplo democrático de Ucrania, irritando de sobremanera a un líder del Kremlin que ha demostrado en el pasado su aversión a los sistemas en los que los electores cambian mediante elecciones a presidentes y gobiernos. "Puedo decir, como ciudadano ucraniano, a todos los países del espacio postsoviético: ¡miradnos, todo es posible!.
Revolver las entrañas de su interlocutor
La respuesta del nuevo máximo mandatario ucraniano a la controvertida decisión de los documentos de viaje no se hizo esperar. En una declaración difundida por Facebook, Zelenski volvió a echar sal en la herida, recordando la falta de libertades existente en la Federación Rusa y en el resto del espacio postsoviético. Los ucranianos "rechazarán" el ofrecimiento de Moscú, porque a diferencia de lo que sucede al este del país, "existe libertad de expresión, prensa libre e internet", aseveró el líder ucraniano, antes de anunciar, en tono solemne, una medida que a buen seguro revolvió las entrañas de su interlocutor: "daremos la nacionalidad ucraniana a todos los representantes de pueblos que sufren bajo regímenes autoritarios y corruptos; en primer lugar a los rusos, que son los que lo sufren más".
Era evidente que el líder ruso no podía dejar que su futuro homólogo ucraniano cerrara el intercambio verbal, y en una nota difundida por la agencia Interfax, Putin concluyó que los ciudadanos de ambos países "se beneficiarían" de disfrutar de la doble nacionalidad. Y ello, pese a que las comunicaciones entre ambos países son cada vez más complicadas, con largas esperas en las fronteras terrestres y sin la existencia de vuelos de conexión entre Kiev y Moscú, lo que obliga a los viajeros entre ambos países a un penoso tránsito por algún aeropuerto de Bielorrusia o las repúblicas bálticas.
Sin embargo, más allá de la escalada verbal de los últimos días, aperitivo que en nada augura una relajación de las tensiones bilaterales, algunos señales hacen preveer el recalientamiento del conflicto. Internautas están detectando de nuevo restricciones al paso de buques mercantes que se dirigen a los puertos ucranianos del mar de Azov por el estrecho de Kerch bajo el puente contruido por Rusia para unir la anexionada peninsula de Crimea con su territorio. Con la última crisis de noviembre pendiente de ser resuelta, cuando Rusia apresó a varios navíos de guerra ucranianos, Moscú sigue manteniendo una poderosa arma de presión sobre su vecino del oeste, que puede activar en el caso de que sus relaciones con Kiev sigan derroteros que no son de su agrado.
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