TENSIÓN SOCIAL EN FRANCIA

El plan de Macron crispa a los 'chalecos amarillos'

Las medidas sociales anunciadas por el presidente francés no convencen a la ciudadanía ni a los medios de comunicación

Emmanuel Macron, en una rueda de prensa en el Elíseo, el pasado abril.

Emmanuel Macron, en una rueda de prensa en el Elíseo, el pasado abril. / periodico

Irene Casado

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El catálogo de medidas presentado por Emmanuel Macron para apaciguar la crisis social protagonizada por los 'chalecos amarillos' está lejos de conseguir la unanimidad entre los medios de comunicación franceses y, aún menos, la avenencia entre las figuras de la oposición. “Macron enmienda su política para relanzarse”, “Macron traza los contornos de su nueva ambición”, “Acto II: las nuevas prioridades”. Esta recopilación de titulares de la prensa francesa –Le MondeLe Figaro y Le Parisien- converge en una misma idea: el presidente francés codiciaría ahora un nuevo proyecto político menos “tecnocrático” y más cercano al ciudadano. Pero donde algunos vislumbran novedad y renovación, otros sospechan de continuidad y persistencia: “Macron promete que no cambiará nada”, “¿Dónde esta el ‘waouh’?: el discurso de Macron no marca el cambio anunciado tras tres meses de gran debate”, estiman el diario Mediapart yLibération respectivamente.

La disonancia en el análisis realizado por los medios de comunicación se disipa en el terreno político. “¿Sabe Macron que su discurso estaba destinado a poner fin a la crisis política? Acaba de relanzarlo”, criticó Jean-Luc Mélenchon, líder de la Francia Insumisa, a través de Twitter. Siguiendo esta línea y haciendo uso de la misma red social, Benoît Hamon, fundador del movimiento Génération.s y excandidato socialista a las elecciones presidenciales, reprochó al jefe de Estado “radicalizar, intensificar y acelerar” sus política mientras los franceses “exigen el fin de las desigualdades y los privilegios”. Una observación compartida por el Partido Socialista (PS):“Una vez más, Emmanuel Macron exige esfuerzos a los trabajadores, pero en ningún momento exige esfuerzos a los que amasan millones”, reaccionó la formación política a través de un comunicado, haciendo referencia a la oposición del presidente a restaurar el Impuesto sobre la Fortuna (ISF), considerado por muchos como una ofrenda fiscal a las clases más favorecidas.

Malestar ciudadano

El análisis de la oposición es unánime: tras más de cinco meses de crisis social y más de 90 días de consulta ciudadana en torno al gran debate nacional, Macron no habría comprendido las dimensiones del malestar ciudadano, ni las principales propuestas y demandas de los franceses. “Conclusión de esta conferencia de prensa: ninguna reforma profunda sobre la democracia, nada para los empleados, medidas liberales sobre la economía y lo social, ninguna ambición ecológica –resumió Manon Aubry, cabeza de lista de la Francia Insumisa en las próximas elecciones europeas-. Quizás Macron haya escuchado pero no ha entendido nada. ¡Se lo explicaremos el 26 de mayo! [fecha del próximo escrutinio europeo]”.

Las críticas no provienen de un solo frente. El partido conservador Los Republicanos (LR) no perdió su oportunidad para arremeter contra el arbitraje anunciado por el jefe de Estado: En lugar de presentarse como una víctima expiatoria de la democracia, sería mejor que Macron nos dijese cómo vamos a salir de la crisis, porque es imposible que el pueblo francés se contente esta noche”, sintetizó Gilles Platret, portavoz de LR, a través de Twitter.

Reacciones

La formación de extrema derecha liderada por Marine Le Pen, Agrupación Nacional (RN), también se sumó al embate: [Macron] pasó dos horas explicando [a los franceses] que no cambiaría nada”, estimó el viernes 26 de abril Laurent François Ricelli, delegado nacional de RN, en la radio France Info. En el mismo tono reaccionó el portavoz del partido ultraderechista, Julien Sanchez, para quien la rueda de prensa protagonizada por Macron fue “insoportable” y estuvo repleta de “bla bla como de costumbre”.

La reacción de los 'chalecos amarillos', protagonistas incuestionables de la crisis que paraliza la agenda de Macron y de su Ejecutivo desde el pasado 17 de noviembre, coincide en la misma constatación: [Macron] no ha escuchado lo que se ha dicho en la calle durante cinco meses -resumió Maxime Nicolle, una de las figuras visibles del movimiento, al diario Le Monde-. Acaba de lanzar algunas migajas de pan, como el incremento de las pensiones en función de la inflación (…) Todo es vago, no hay nada preciso (…) Así, este sábado le mostraremos que nosotros también sabemos hacer las cosas en profundidad”. A buen entendedor pocas palabras bastan: el arbitraje anunciado por Macron no ha conseguido apaciguar la cólera ciudadana, tampoco extinguir el inédito movimiento que continúa paralizando sus ambiciones políticas, sociales y económicas.